A contrarreloj. Así es como Sánchez ha dejado a todos. También a la extrema izquierda. Confía en que su caos organizativo le permita al PSOE crecer por ese flanco. Además, Podemos sigue sin integrarse en Sumar, desde el PCE se advierte que no es momento de personalismos y Monedero advierte también que la unidad es clave para impedir un gobierno de derechas. La tensión es tan intensa que es probable que salten los plomos.
Mientras, en el PSOE, Page insiste en ajusticiar a Sánchez: «muchos presidentes se han llevado una bofetada que no iba con ellos». ¡Zasca! Más interesante es el regreso de Vara. Hay quien ha publicado que regresó porque Sánchez se lo pidió para que pilotara eventualmente un congreso extraordinario. O sea para que recogiera los trozos en caso de que la operación de riesgos del ‘resiliente’ no le salga bien.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPero de momento, Sánchez sigue con todo. Hasta ha pedido a Ábalos y Calvo que regresen a la primera línea. Ninguna mano sobra. Aunque su amortización es un secreto a voces. Por eso Teruel Existe se atreve a indagar en la transversalidad y negociar con Azcon. Y desde luego, el Ibex acelera sus contactos con Feijóo con quien presumen se tendrá que entender pasado mañana.
Y en esa carrera desesperada de Sánchez ha propuesto seis debates cara a cara con Feijóo hasta el 23 de julio. Uno por semana. Cree que el barro le beneficia. La realidad es que bajar al barro muestra una imagen del gobierno en oposición y de la oposición en el gobierno. ¿Traspaso de carteras anticipado?
En la derecha la situación está lejos de apaciguarse. Gamarra insiste en que el PP no pactará con Vox y que trabajan en un gobierno solitario para lo que están hablando con muchas fuerzas políticas. En Aragón, con Teruel Existe, en el País Vasco con el PNV. ¿Y en Extremadura?, ¿están negociando con el PSOE un acuerdo de investidura?, ¿Guardiola es un verso suelto o actúa coordinada con Génova?
Por su parte, Abascal rebaja el tono en su negociación con el PP pero exige que haya negociación antes del 23 de julio. Los populares insisten en el chantaje: no tienen alternativa, no pueden frenar la voluntad de cambio, la oportunidad de sacudirse el socialismo. Lo que no terminan de entender es que tampoco pueden irrespetar sus votos ni poner una alfombra roja a quien ha verbalizado que quiere seguir manteniendo la misma agenda que la izquierda.