El cristianismo entró en contacto con la filosofía griega a partir del siglo II. En gran medida fueron las ideas de Platón la base para que esto se produjera, por ser éstas las que mayor semejanza tenían con la doctrina cristiana en lo referente a Dios, el universo y el ser humano.
La realidad es que la distancia entre el platonismo y el cristianismo es evidente, pero sí es cierto, que expone una verdad que es, y que, si se recibe y te transforma, tiene un camino abierto a entenderse con el cristianismo. De hecho, la defensa platónica de encontrar una verdad universal, conjuga muy bien con la doctrina cristiana actual en contra del relativismo que nos invade. A diferencia del pensamiento científico-empírico, en el que solo existe lo que se puede demostrar, Platón nos abre el camino a la trascendencia: hay algo más que lo que perciben nuestros sentidos. En este sentido el papa Benedicto XVI llegó a ver a Platón como un interlocutor que le ayudaba a afianzar los fundamentos espirituales de la cultura occidental contra la “dictadura del relativismo”. Él mismo, como cardenal Ratzinger, decía que los teólogos de su tiempo corrían el riesgo de desarrollar su fe apoyándose en la filosofía de Platón, hasta el punto de ser tentados en “la helenización del cristianismo”.
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Suscríbete ahoraPlatón afirmaba la existencia de otro mundo, el de las ideas, situando a éstas en la mente divina, esto fue un inicio importante para su adopción cristiana posterior. De igual forma aseveraba que el mundo estaba hecho a imagen de las ideas, que enlaza con la idea cristiana de que el mundo es la herencia de la huella de Dios. Platón no habló de Dios directamente, sí lo hizo del Demiurgo, como divinidad que armoniza y crea el universo; la relación con el Creador para los cristianos es muy estrecha. Una vez aceptado el Demiurgo, Platón afirmaba la trascendencia del primer principio; esto referido al cristianismo sería la diferenciación de Dios con respeto a los seres creados. Y para acabar con las semejanzas directas, podemos decir que Platón creyó en la inmortalidad del alma y, como inmortal que es, es engendrada. De este mismo modo, el alma cristiana es creada por Dios.
En sus conocidos Diálogos, mientras reflexiona sobre la muerte de su profesor Sócrates, Platón esboza una idea de crucial importancia: “la esperanza de vida eterna para el hombre se funda en su relación con la verdad”. Si esta premisa se tiene clara, la consecución de la verdad dará esperanza de que la muerte no es lo último de nuestra vida.
Es cierto que la filosofía platónica guarda diferencias sustanciales, en ciertos temas, con respecto a la religión cristiana. Uno de estos es el tratamiento del alma. La visión cristiana la desarrolló de forma clara Tomás de Aquino en el momento que manifestó que el espíritu es un principio y una fuerza independiente en la existencia humana, que continúa después de la muerte en comunión con Dios. Por el contrario, Platón propone que el “alma inmortal” está tan vinculada al cuerpo que no puede existir más que con una relación íntima con él.
El cardenal Newman hacía alusión a la disputa de Sócrates y Platón con los sofistas, en la medida que la Antigua Grecia pasó una época de crisis profunda de pensamiento, igual que ahora se está pasando con la ética. La cuestión es dilucidar si el hombre confía en conocer la verdad, o cree que por sí mismo puede crear los criterios de la vida. Si lo último fuese así, cualquier acción humana estaría determinada por el poder, más allá del deber. Aquí enlazamos con la actualidad de forma sorpresiva para darnos cuenta que tiene razón el que tenga el poder de su lado, de modo que el contenido queda superado por la retórica y los términos de moda (inclusión, progresismo, igualdad, empoderamiento, etcétera). El que quiera saber la verdad será considerado un reaccionario, en la Antigüedad, y un fascista o machista, en la actualidad y como consecuencia de ello será cancelado – cultura de la cancelación o woke-.
Platón y Sócrates creían firmemente en que el conocimiento está basado en la memoria del conocimiento original que el alma tenía antes de su entrada en el mundo, lo olvidó al nacer y durante la vida lo debe redescubrir. El cardenal Ratzinger creía en que existe “una memoria del bien y de lo verdadero”.
Como conclusión, podríamos decir que Platón es mucho más que una simple referencia para el cristianismo. Con la crisis que vivió su época le dio supremacía a la ética y la verdad frente a la política. La política ha de estar basada en el bien universal. En nuestra época, como paralelismo a lo aducido por Platón, concluimos que, tras la caída del comunismo en Europa, la idea platónica de priorizar la ética sobre la política se complementa con el carácter de la idea de Dios para la ética.
José Carlos Sacristán, Colaborador de Enraizados
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