Logos de PSOE, PP, Ciudadanos y Vox.
Logos de PSOE, PP, Ciudadanos y Vox.

Los programas electorales son una reliquia en esta democracia de masas. Las masas no la sinécdoque del pueblo, sino la medida de las mentiras de los políticos; masas descomunales, inabarcables con la vista o el entendimiento, cantidades sin número ni medida de buscada disonancia entre lo dicho y lo sabido. 

Por eso los programas se cuelgan en Internet sin la esperanza de que el público general los lea. El público no, pero los grupos de interés organizados que conspiran contra el común se leen con un detalle propio de un monje copista del siglo XIII. 

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Y aunque la relación biyectiva entre el conjunto formado por los programas y el formado por las acciones o intenciones de los políticos recibe el nombre de cinismo, pese a que ni los periodistas le prestan atención, a no ser que sean becarios de una agencia de noticias, considero que su lectura sigue siendo provechosa.

Corto no, pero perezoso sí, me he leído los programas electorales de los seis grandes partidos de ámbito nacional, dicho sea eso con su dosis de recochineo por lo que se refiere a Más país, palabra esta última en minúscula como el aprecio que a la innombrable España tienen Errejón y el resto de impulsores del partido. Más país, por cierto, está a dos semanas de ser uno de los grandes fracasos de la historia de nuestra democracia, a la altura del Partido Reformista Democrático (la Operación Roca).

¿Por qué realizar una labor tan ingrata si su beneficio tiene el alcance de la promesa de un político? Por dos motivos. En conjunto más que punto por punto, los programas señalan la dirección que quieren seguir en la medida en que alcancen el poder o puedan influir en él. Y tienen algo de autorretrato. Por ejemplo, el programa del Partido Popular, de 100 páginas y 500 propuestas, muestra lo que es hoy el PP: una enorme y costosísima organización burocrática que bajo una pátina ideológica (en la que incluso creen), le habla de tú a tú a infinidad de grupos y sectores específicos. 

El crimen no es ningún problema para ninguno de estos tres partidos: PSOE, Podemos y Mas País

Y luego porque, escondidos en las profundidades de los programas, ocultos en un espeso manto de aburrimiento y descreimiento general, están algunas de las intenciones menos confesables de algunos de los políticos. Aguardan la ocasión en que el político se justifique ante el anonadado público y diga: “Viene en nuestro programa. Se lo prometimos a la gente, que lo ha votado y vamos a cumplir con nuestra promesa”.

Desmintiendo el tópico, se observa una gran diferencia entre la izquierda y la derecha. Hay mucha más diferencia entre el PSOE y Ciudadanos que entre el partido de Pablo Iglesias y el de Íñigo Errejón. Unidas Podemos y Más País presentan exactamente el mismo programa, que no es necesario desgranar. Lo que más me llama la atención es que ambos proponen un control político de las empresas. La marca electoral de Errejón propone “un control administrativo de las sociedades”, e Iglesias et al. optan por una fórmula más indirecta: la instauración de una “democracia empresarial” que es de nuevo el control político, pero por medio de los sindicatos. 

Estos dos partidos, más el PSOE, se plantean subir el salario mínimo, acompasar el pago de la Seguridad Social de los Autónomos a sus ingresos, y asegurar el mantenimiento del sistema de pensiones. Y los tres buscan desesperadamente controlar el sistema educativo, y regarlo de dinero público que irá, directamente, a los trabajadores y sindicatos de esta función pública. El crimen no es ningún problema para ninguno de estos tres partidos.

Por lo que se refiere a todo lo que está a la derecha de Ciudadanos, el Partido Popular aspira a moverse dentro de un marco político que han elegido otros y la formación de Rivera ni siquiera eso. Vox, sin embargo, lucha contra los marcos de ese cuadro en el que, cree, no está representado todo el mundo. 

Vox tiene el mejor programa económico, con gran diferencia. Entre otras cosas, plantea reducir el IRPF al 20 por ciento, que sería del 30 a partir del euro 60.001. Pero también habla de reducción del gasto. Y señala no sólo a los partidos políticos, como hizo el PP hace tiempo, sino a una miríada de organizaciones pasasitarias. También se plantea reducir el número de ayuntamientos. Y, sobre todo, apuesta por un sistema mixto de pensiones, como el de Suecia. 

Por otro lado, Vox destila alguna de las ideas económicas de la más rancia derecha española, como la desconfianza hacia los inmigrantes (aunque cobardemente sólo hablen de los ilegales), la “autosuficiencia energética”, o la reindustrialización de España, punto que no se sabe si le han robado a Podemos, que también lo incluye. 

Lo cual, insisto, es interesante. Pero hoy el programa, programa, programa está en Cataluña.

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