La basílica pontificia del Valle de los Caídos encabezada por la Cruz más grande del mundo.
Valle de los Caídos encabezada por la Cruz más grande del mundo.

Aunque es concepto inexistente en el diccionario de la RAE, sabemos que resignificación apunta a volver a significar, adscribir un valor o un sentido diferente a algo.

Desde el punto de vista psicológico supone dar un sentido diferente al pasado a partir de una nueva comprensión del presente, o a dar un nuevo sentido al presente tras una interpretación distinta del pasado.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Es un sueño de los gobiernos socialistas cada vez que tocan poder “democrático” resignificar el presente, inventando el pasado, en función del futuro que nos quieren implementar.

Son maestros los gobiernos socialistas, tanto en el lenguaje, la cultura, el arte y otros muchos ámbitos en otorgar un nuevo significado o interpretación a algo que ya existe, transformando su sentido original en uno diferente y relevante para ellos, y para ello utilizan términos confusos y falaces como sus propios métodos marrulleros.

Recordemos cómo siguiendo pautas de otros gobiernos que traspasan nuestras fronteras pero con ideología hermana, el socialismo resignifica constantemente el concepto de democracia.

En España, los gobiernos socialistas, con la inestimable colaboración activa o pasiva de muchos parlamentarios, han resignificado los derechos fundamentales, la memoria – convirtiéndola en democrática – el terrorismo de ETA, la familia, la libertad, la igualdad ante la ley, la propiedad privada, (ya hace más de 40 años que se violó el artículo 33 de la CE para forzar un decreto de expoliación al grupo Rumasa; un decreto personal argumentado contra el ordenamiento jurídico y que supuso una resignificaron de la propiedad privada) la patria, nuestra nación España para así hacer realidad las palabras del vicepresidente del gobierno socialista, Alfonso Guerra, a la sazón: “que a España no la reconociera ni la madre que la parió”.

Se resignificó el concepto de justicia, modificando la forma de elección de los jueces en 1985 hasta dejar a “Montesquieu enterrado y bien enterrado”, otra afirmación del vicepresidente arriba mencionado y cuyos lodos vemos hoy. Y así un sinfín de resignificaciones a conveniencia de parte. Ahora estos autócratas que nos gobiernan amenazan con la resignificación del Valle de los Caídos…

Resignificar el Valle de los Caídos para, tergiversando el pasado, inventar un proyecto futuro orwelliano. Un terco y recurrente empeño solo alcanzable gracias a la indiferencia de muchos y el silencio atronador de tantos que no deberían callar

Aunque lo tiren abajo, algo no improbable dado el talibanismo que les adorna, el Valle de los Caídos nunca morirá. La reconciliación está en el ADN de los buenos españoles por mucho que los políticos del fango quieran hartarnos y se sirvan para ello de amaestrados, mequetrefes o estómagos agradecidos al servicio de sus logias.

Volverán a desenterrar muertos, profanar lugares sagrados, la Basílica Pontificia, derribar la mayor cruz del mundo.

La Cruz es símbolo de nuestra civilización, misterio que muchos desconocen. La Cruz, incluso derribada, siempre vence.

Gracia María Pellicer de Juan, Colaboradora de Enraizados

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