El maquiavélico presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO)
El maquiavélico presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO)

Durante las siete décadas que México fue gobernado por el Sistema del PRI-Gobierno, el medio habitual de resolver la sucesión presidencial era mediante la práctica del “tapadismo” que consistía en que, deseando evitar discordias, el presidente en turno ocultaba (tapaba) el nombre del sucesor hasta que llegaba el momento oportuno.

Una práctica que funcionó con la exactitud de un reloj durante más de 70 años y a la cual en parte se debió la estabilidad del país.

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En el año 2000, con la llegada de la alternancia, tras la victoria de Vicente Fox dicha práctica cayó en desuso.

Cuando el Sistema del PRI-Gobierno era el amo absoluto de México, el fenómeno del “tapadismo” venía cobrando fuerza a partir del quinto año del sexenio o sea faltando poco más de un año para que el presidente saliente dejase el poder.

Pues bien, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) aún no llega a la mitad de su gobierno y pone ya nervioso al mundo político al plantear la cuestión sucesoria.

AMLO (a pesar de que sus raíces vienen del PRI) jura y perjura que ya no existe el “tapadismo”.

Quizás sea esa la explicación por la cual en la primera quincena de julio de este 2021 hizo unas declaraciones sorprendentes.

Tomando en cuenta que -debido a una reforma constitucional- su sexenio ya no concluye el 1º. de diciembre de 2024 sino más bien el 1º. de octubre de dicho año, la mitad aritmética de su período será el próximo 1º. de noviembre.

Aún no termina la primera mitad de su gobierno cuando ya AMLO menciona los nombres de quienes pudieran sucederlo en la Presidencia.

Fue durante la primera quincena de julio cuando AMLO dio los nombres de seis importantes personajes indicando que cualquiera de ellos podría ser el sucesor.

Entre ellos se encuentran tanto los embajadores de México en Washington como en la ONU; dos secretarios de estado y ¡muy importante! La actual gobernadora de la capital del país, Claudia Sheinbaum y el actual secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.

¿Qué pretende el maquiavélico AMLO con esta jugada?

Por lo pronto fomentar que se peleen entre sí los partidarios de Claudia y de Marcelo puesto que dicha pelea los debilita a la vez que AMLO sale más fortalecido.

Y es que cuando existía el “tapadismo”, conforme iba transcurriendo el quinto año de gobierno, el presidente saliente iba perdiendo poder, aunque el precandidato aún no hubiera sido destapado.

Faltando más de veinticuatro meses para el inicio del quinto año, esta jugada de AMLO encona los ánimos debilitando de tal modo a los participantes en el juego sucesorio que, quien resulte ganador, quedará en deuda eterna con un AMLO a quien todo le debe.

Otra ventaja que tendrían tanto AMLO como el gobernante partido MORENA sería provocar a la oposición para que -también desde ahora- postule a sus candidatos.

Si la oposición cayese en la trampa, se darían tales enfrentamientos entre los demás partidos que esto dividiría aún más a la oposición.

Ni duda cabe que, durante más de dos años, los candidatos opositores recibirían tal cantidad de ataques que, al llegar 2024, sus posibilidades de triunfo serían muy remotas.

Y al ser tan remotas las posibilidades de los opositores, el indiscutible ganador sería el candidato postulado por MORENA.

¿Y quién sería el bendecido por el dedo de AMLO? ¿Claudia? ¿Marcelo? ¿Cualquiera de los otros cuatro comparsas?

Es aquí donde AMLO pudiera poner en práctica una maquiavélica jugada sucesoria.

Considerando que, entre los líderes izquierdistas de Hispanoamérica, va siendo práctica habitual dejarle el poder a un familiar muy cercano como hizo Fidel en Cuba al dejarle la Presidencia a su hermano Raúl o Néstor Kirchner en Argentina al nombrar vicepresidenta a su esposa Cristina Fernández, o Daniel Ortega en Nicaragua al hacer lo mismo con su esposa Rosario Murillo; considerando todo esto, en México podría ocurrir exactamente lo mismo.

Y en ese caso la favorecida sería la esposa de AMLO, Beatriz Gutiérrez Müller, quien ganaría fácilmente las elecciones después del desgaste sufrido tanto por los candidatos externos como por los aspirantes de su propio partido.

Una jugada maquiavélica en la cual el destape de séis aspirante solamente sirvió para tapar a la preferida.

Aunque AMLO insiste en que no piensa reelegirse, si acaso logra colocar a su mujer en la Presidencia, no nos cabe la menor duda de que se convertiría en el poder tras el trono.

Una reelección disfrazada.

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Abogado, historiador y periodista. Editorialista de el Heraldo de México (1973-2003). Colaborador de varias revistas mexicanas y españolas. Corresponsal en México de la revista Iglesia-Mundo (1981-1994). Autor de 'La cruzada que forjó una patria' (1976); 'Forjadores de México' (1983); 'Los mitos del Bicentenario' (2010) e 'Isabel la Católica. Su legado para México (2013).