Dentro de las páginas de la Historia Universal es muy difícil encontrar a una Nación que supere las gestas realizadas por España.
Una Nación forjada en el temple de la oración, del sacrificio y del combate que llevó a cabo grandes hazañas como la Reconquista de su territorio, el Descubrimiento y Evangelización del Nuevo Mundo y, más recientemente, la derrota del comunismo soviético que fue posible gracias a la Cruzada del 36.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraNi duda cabe que una Nación en la cual han florecido héroes y santos con tanta abundancia, forzosamente, tenía que despertar la envidia de otros pueblos cuyo signo distintivo es el resentimiento y la mediocridad.
Fue ésta la causa por la cual nació toda una leyenda (hecho histórico desfigurado por la fantasía) con la cual se pretendió no solamente falsear los hechos históricos sino dar vida a una serie de calumnias que muchos admiten como si fuesen dogmas de fe.
Fue así como surgió la Leyenda Negra antiespañola.
Una Leyenda Negra que tiene varias ramificaciones, de las cuales las más importantes son las siguientes:
*La que se enfila contra el pueblo español acusándolo de retrógrado.
*La que ataca con odio singular al rey Felipe II culpándolo de los mayores crímenes.
*La que afirma que la actuación de España en el Nuevo Mundo fue totalmente nefasta.
La Leyenda Negra es un catálogo de calumnias que tienen su origen en los países protestantes europeos los cuales –dicho sea de paso- fueron vencidos siempre que se enfrentaron a España.
El caso es que durante algunos siglos la Leyenda Negra se propagó con tal rapidez y eficacia que muchos creyeron que daba fe de lo que realmente había ocurrido.
Fue a principios del pasado siglo XX cuando Julián Juderías, en su libro “La Leyenda Negra” fue el primero en rebatirla con argumentos sólidos.
Desde entonces, algunos autores siguieron sus pasos, destacando en México José Vasconcelos, Alfonso Junco, Salvador Abascal y muchos más.
Autores de gran solvencia ética que, al atacar la Leyenda Negra, lo que hacen es defender la obra de España y de la Iglesia que es lo mismo que decir Hispanidad.
Sin embargo, de unos años a esta parte, han destacado ilustres autores que han combatido la Leyenda Negra con argumentos convincentes por estar apoyados en documentos históricos de valor indiscutible.
En esta ocasión y por considerarlo de interés general, recomiendo tan solo media docena de autores cuyas obras mucho ayudan a que la gente tome conciencia del engaño a que ha estado sometida.
En Argentina destaca el historiador Marcelo Gulló Omodeo cuya obra “Madre Patria” (Espasa-Calpe) ha tenido tal aceptación que es leída con avidez en ambas orillas del Atlántico.
Y en la España de nuestros días, nos permitimos recomendar a cinco ilustres personajes que, en el terreno histórico, están dando una fuerte batalla en defensa de la Verdad:
*María Saavedra Inaraja, autora de “La forja del Nuevo Mundo” (Sekotia).
*José Javier Esparza con “No te arrepientas” (La esfera de los libros)
*María Elvira Roca Barea, autora de “Imperiofobia y Leyenda Negra” (Siruela)
*Borja Cardelús con dos libros muy completos:
+”La civilización hispánica” (EDAF)
+”América hispánica” (Almuzara)
*Fray Santiago Cantera, O.S.B. también con dos libros que estudian el tema hasta agotarlo:
+”La crisis de Occidente” (Sekotia)
+”Luces de Hispanidad” (Sekotia-Almuzara)
Quien esto escribe ha leído todas esas obras, las tiene subrayadas y, -después de una profunda reflexión- está en condiciones de dar fe de como cualquiera de esa media docena de autores está a la altura de quienes hace más de un siglo se echaron a cuestas la noble pero ingrata labor de deshacer las calumnias que propagan ignorantes y resentidos.
Media docena de ilustres historiadores que, con sus obras, defienden la Hispanidad, una de las mayores epopeyas que registran los siglos.
Mucho se podría hablar acerca de la Leyenda Negra, un mito que no resiste la crítica histórica y al que le ocurrirá lo mismo que pasó con aquel diamante del que nos habla el siguiente soneto:
“Puede una gota de lodo
Sobre un diamante caer,
Puede también, de este modo,
Su fulgor oscurecer;
Pero aunque el diamante todo
Se encuentre de lodo lleno,
El valor que le hace bueno,
No ha de perder un instante
Y ha de ser siempre diamante,
Por más que lo manche el cieno”