Coronavirus:
Coronavirus: "Negacionistas" de primera hora.

Siempre los de siempre, en las televisiones, los periódicos, las cátedras, las editoriales, el Congreso… Diciendo blanco y luego negro y de nuevo blanco, según reciben los argumentarios. Y riñéndonos por no venerarles y afeándonos que no les obedezcamos.

Ha pasado un año desde que el covid-19 llegó a España. Antes de la pandemia, la Bolsa subía, en Estados Unidos Donald Trump se dirigía a una reelección triunfante y en España se estrenaba un Gobierno con ministros comunistas por primera vez desde la guerra civil. Cumplido el primer año, la Bolsa sigue subiendo… la de EE. UU., porque la de España es de las peores del mundo; se mantiene el Gobierno de socialistas y comunistas; y hay un nuevo presidente en la Casa Blanca. Ah, que se me olvidaba: todos llevamos mascarilla por la calle y hay casi 100.000 compatriotas menos.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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En febrero de 2020, en las tertulias, las televisiones y Twitter, las tropas de choque de la clase moralmente superior desplegaron su ingenio, que es poco, y su prepotencia, que es mucha, para burlarse de quienes mostraban preocupación por las noticias que llegaban de China y de Italia, se tratasen del cirujano Pedro Cavadas o de un diputado de VOX.

https://twitter.com/AnabelAlonso_of/status/1232734362833244161

Antonio Maestre escribió que las mascarillas servían para identificar a los idiotas; semanas después afirmó que la falta de mascarillas identificaba a los ‘cayetanos’ insolidarios.

Pablo Echenique, en un mismo día, aplaudió al periodista a sueldo del Estado Lorenzo Milá por decir desde Italia que “se extiende más el alarmismo que los datos” y aseguró que “el coronavirus está absolutamente controlado en España”. ¡Un funcionario del CSIC!

https://twitter.com/PabloEchenique/status/1232297323964792833

Las izquierdas tenían que llegar a la manifestación feminista del 8 de marzo, para arrojársela al PP, a Ciudadanos y a Vox

Las izquierdas tenían que llegar a la manifestación feminista del 8 de marzo, para arrojársela al PP, a Ciudadanos y a Vox. Por ello, no sólo el Gobierno no tomaba medidas, como la suspensión de vuelos, el cierre de fronteras o la compra de material sanitario, sino que su tertulianada tenía que disipar cualquier miedo. La septuagenaria Cristina Almeida (¡otra que lleva cuarentaitantos años en el escenario público, casi tanto como Fernando Ónega!) instó a acudir a las manifestaciones porque “el machismo es mucho más peligroso, más nocivo y más desigual que el coronavirus”.

Y ninguno de estos mentirosos sectarios se ha arrepentido de lo que dijo, que pudo causar contagios y muertes, ni ha perdido perdón. Se mantienen en los medios de comunicación y sólo han cambiado el corazón de su discurso: de asegurar que “estamos ante una gripe un poco más fuerte que la de otros años” a acusar a los demás de “negacionistas”, “capitanes a posteriori” y “antivacunas”. Los modos son los mismos: hay unos fachas malísimos, brutotes y racistas que niegan la ciencia y frenan el avance de la humanidad.

Nos están fabricando la ‘memoria histórica’ del virus. Pretenden que nada de lo que vimos hace doce meses en realidad existió. Por eso las cadenas de televisión eliminan vídeos de programas donde se cantaba “Coronavirus, oé, oé” y los participantes se besaban y los opinadores han borrado sus tuits.

Ellos nunca tienen la culpa de nada. Son como ángeles… ángeles caídos. Y nos quieren aterrados, solitarios, aislados y sometidos

Uno empieza a sentirse como los ancianos que vivieron la guerra y no la reconocen en las series de televisión ni en los libros de texto de sus nietos. O estamos atentos o nos acabarán convenciendo de que la CIA creó el virus, que eso sí es políticamente correcto. ¡Pero no se le ocurra decir que el virus lo crearon los chinos, porque entonces, amigo lector, le cerrarán la cuenta!

¿Se ha aprendido algo del desastre que estamos atravesando? Pues no. El sector del Gobierno formado por las mujeres que menstrúan ya empieza a prepararse para festejar de nuevo el 8 de marzo. Ya sólo falta que Simón el Mago anuncie que ha vuelto a dar permiso a su hijo para ir a la manifa de saltitos y grititos.

Pero si pasa algo, la culpa de la cuarta ola, como la de la tercera y la segunda, será siempre nuestra, por salir a pasear, por sentarnos en una terraza o por abrazar a nuestra madre. Ellos nunca tienen la culpa de nada. Son como ángeles… ángeles caídos. Y nos quieren aterrados, solitarios, aislados y sometidos.

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