Tanzania suspendió los programas de USAid precisamente por su colonialismo ideológico.
Tanzania suspendió los programas de USAid precisamente por su colonialismo ideológico.

El National Catholic Register publicó recientemente un editorial titulado “Separar el trigo de la paja en la ayuda exterior de EE.UU.”. Trata de encontrar un equilibrio entre el respaldo a los recortes de Donald Trump contra el “colonialismo ideológico descarado” y la defensa del trabajo “humanitario” de USAID, especialmente a través de Catholic Relief Services (CRS).

Desafortunadamente, el artículo pasa por alto la colonización ideológica inherente a USAID.

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Aún más grave es lo siguiente: desde su creación, la ayuda proporcionada por USAID ha estado vinculada al control de la población.

La Ley de Asistencia Exterior de 1961, que llevó a la creación de USAID y que todavía rige sus operaciones en la actualidad, especifica el “control del crecimiento poblacional” como uno de los criterios para determinar si un país está comprometido con “el uso más efectivo de dicha asistencia para ayudar a satisfacer las necesidades humanas básicas de las personas pobres” [Sección 102, (b)(4)].

En otras palabras, sin control poblacional, no hay ayuda.

La Sección 104 de la ley, titulada “Población y Salud”, lo deja claro. Concibe a las “familias numerosas” como un problema y afirma que el “crecimiento poblacional descontrolado puede afectar negativamente los esfuerzos de desarrollo”. La ley insiste en que el “progreso económico” requiere “control de natalidad efectivo” y “planificación familiar efectiva”:

“Si bien cada país tiene el derecho de determinar sus propias políticas con respecto al crecimiento poblacional, los programas de planificación poblacional voluntaria pueden hacer una contribución sustancial al desarrollo económico, a niveles de vida más altos y a la mejora de la salud y la nutrición”.

Para reforzar este punto, la ley instruye al presidente de EE.UU. de la siguiente manera:

“Con el fin de aumentar las oportunidades y la motivación para la planificación familiar y reducir la tasa de crecimiento poblacional, el Presidente está autorizado a proporcionar asistencia, en los términos y condiciones que determine, para la planificación poblacional voluntaria. Además de la provisión de información y servicios de planificación familiar… los programas de planificación poblacional deben enfatizar la motivación para tener familias pequeñas”.

La exigencia de incluir el control poblacional en las operaciones de USAID se especifica en la Sección 194(d). La “Integración de Programas de Asistencia”, como se titula esta sección, requiere que las medidas de control poblacional sean parte de todos los proyectos de desarrollo en el extranjero. Toda la asistencia debe enfocarse en la relación entre “crecimiento poblacional” y “mejoramiento de los niveles de vida”.

Además, todos los programas de ayuda deben evaluarse por su impacto en el “crecimiento poblacional”. Finalmente, se establece que “todas las actividades apropiadas propuestas para financiamiento bajo este capítulo deben estar diseñadas para fomentar la motivación hacia familias más pequeñas”.

La Ley de Asistencia Exterior de 1961 sigue vigente hoy. Esto significa que, durante las últimas seis décadas, el control poblacional ha sido una de las principales herramientas utilizadas por USAID en sus proyectos de desarrollo.

Una parte significativa de la ayuda proporcionada por USAID ha estado condicionada a la reducción de las tasas de natalidad. En efecto, la agencia ha operado bajo el principio moralmente inaceptable de que la mejor manera de eliminar la pobreza es eliminar a los hijos de los pobres. Dicha ley establece explícitamente:

“Los programas de planificación poblacional deben coordinarse con otros programas dirigidos a reducir la tasa de mortalidad infantil, proporcionar mejor nutrición a mujeres embarazadas y bebés, y elevar el nivel de vida de los pobres”.

Esto significa que todo lo “bueno” de USAID — asistencia alimentaria, agua potable, atención médica, educación — ha estado parcialmente condicionado a su agenda de control poblacional.

No es una coincidencia que USAID se haya convertido en el mayor proveedor de anticonceptivos y programas de planificación familiar en el mundo. Un folleto de USAID de 2020 alardeaba que, gracias a sus esfuerzos, el uso de anticonceptivos pasó de menos del 10% en 1965 al 32% en 2020, mientras que el tamaño promedio de las familias se redujo de más de seis hijos a 4.2.

Pero no es solo USAID. El Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA (PEPFAR), que trabaja estrechamente con USAID, también integra la planificación familiar en casi todos los aspectos de sus programas.

En un informe de USAID de mayo de 2023 titulado “Informe integral de la agencia sobre condones y lubricantes en el año fiscal 2022”, se indicó que entre 2016 y 2022, con financiamiento de PEPFAR, se distribuyeron condones y lubricantes por un valor total de $158.1 millones a 61 países en África, Asia, Europa, Medio Oriente, América Latina y el Caribe.

Solo en 2023, USAID adquirió 354.8 millones de condones masculinos, 2.6 millones de condones femeninos y 33.8 millones de lubricantes para 30 países en África, Asia, Europa y América Latina y el Caribe.

Dado el historial de USAID, Catholic Relief Services (CRS) debió haber dejado de recibir fondos de esta agencia en 2012, cuando el Papa Benedicto XVI publicó su motu proprio «Sobre el Servicio de la Caridad». Esta ley de la Iglesia — que no ha sido revocada — establece claramente:

“El Obispo diocesano debe asegurarse de que las agencias caritativas bajo su dependencia no reciban apoyo financiero de grupos o instituciones que persigan fines contrarios a la enseñanza de la Iglesia. Del mismo modo, para evitar el escándalo entre los fieles, el Obispo diocesano debe velar porque estas agencias caritativas no acepten contribuciones para iniciativas cuyos fines, o los medios utilizados para alcanzarlos, no sean conformes con la enseñanza de la Iglesia” (10).

Dado que USAID y PEPFAR existen para promover el control poblacional y, por lo tanto, encajan en la descripción de “instituciones que persiguen fines contrarios a la enseñanza de la Iglesia”, CRS debería tener prohibido aceptar sus fondos.

El Departamento de Estado decidirá a partir de ahora qué proyectos de ayuda continuarán. Rogamos para que, cuando el secretario de Estado, Marco Rubio, decida enviar asistencia alimentaria a los hambrientos o proporcionar refugio a los desamparados, esa ayuda no venga acompañada de condones y anticonceptivos.

Steven Mosher es presidente del Population Research Institute y Michael Hichborn es presidente del Lepanto Institute.

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