
En pleno siglo XXIII y tras los sucesos delo “Gran Desastre”, la casualidad quiso que se alumbrara un gran archivo centenario de películas. Se logró salvar, así, el poco celuloide que había quedado. Correspondía a la época conocida como When movies were movies, fundamentalmente, la segunda mitad del siglo XX. Los antropólogos y otros curiosos han obtenido interesantes conclusiones sobre los usos sociales de nuestros antepasados, de modo singular, los estadounidenses. Entonces, los Estados Unidos de América era la potencia dominante en el mundo. La mayor parte de las películas, ahora, descubiertas, pertenecen a esa cultura.
Una constante de los argumentos es que, difícilmente, se mantiene una conversación sin que los interlocutores se estimulen con las antiguas aficiones al tabaco y al alcohol. Se supone que, en la cultura de entonces, para conversar, había que estar haciendo algo con las manos. El necesario dramatismo se despliega, muchas veces, a través de, dos escenas culminantes: una fiesta o un juicio. Se utiliza, también, el viejo expediente del teatro tradicional: abrir y cerrar puertas. La técnica cinematográfica en dos dimensiones exigía comprimir los espacios. Así, las mesas de despacho, de reunión o de comer aparecen un tanto deformadas, con los personajes, realmente, apiñados. Es una extraña proximidad física, incompatible con los usos reales de la cultura occidental, y más, aún en su versión anglicana (estadounidense e inglesa).
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn esta primera época del cine, un género muy frecuentado fue el Western, las películas de vaqueros. Remedaban la epopeya de la conquista del Oeste de los Estados Unidos de América. Aparecía como una idealización, pues no se percibe bien el trabajo intenso de los pioneros. Los cuales, en su versión masculina, se dedicaban a los placeres del saloon y se aporreaban y se mataban entre ellos sin piedad. Tal grado de violencia resulta inverosímil, pues se necesitaban brazos para transformar el territorio. Choca la ausencia de niños, dada la altísima fecundidad del momento. Tampoco, aparecían animales domésticos, que debían de ser muy abundantes. No se explica dónde podían haber comprado sus vestidos determinadas mujeres muy elegantes. En definitiva, el Western, en su apariencia de realismo, es una estudiada idealización.
Uno de los constantes elementos de las películas salvadas de los desastres es la continua apelación a la violencia en todas sus formas por parte de nuestros antepasados. No tenían empacho en mostrarse agresivos, tanto de manera personal o institucional. No era la expresión del “salvajismo” de las sociedades o estratos pobres. Antes bien, caracterizaba a las situaciones que podríamos llamar establecidas o situadas. Lo más llamativo es que el violento de las películas no se sentía mal por su vileza. La verdad es que mucho hemos cambiado, al menos, sobre este particular.
En las películas recobradas, hay más ocio que trabajo, más juventud que ancianidad, más rivalidad que colaboración. Son opciones que, hoy, se considerarían extravagantes o caprichosas.
Como es sabido, el cine surgió en una época turbulenta: crisis económica, guerra mundial, escaseces mil, conflictos coloniales. Se comprenderá, entonces, que los argumentos de esas primeras películas propiciaran el happy end como una especie de compensación de la dura realidad. Era otra convención tácita del lenguaje cinematográfico, al que se llegaba de forma espontánea. Debe añadirse una intención propagandística. En muchas películas, al extremar los rasgos de los “buenos” y los “malos”, un poco como en la literatura infantil, se abusaba de los estereotipos físicos. Por ese lado, el primer cine de la historia no es más que teatro sobre una pantalla. Todavía, no se había inventado el procedimiento actual por el que los espectadores se introducen en la historia. Empero, esa primitiva primera fase del cine significó un gran impacto en las costumbres del momento. Digamos que la sociedad acabó imitando al cine.
El cine primigenio pretendió ser una forma de evasión en una época crítica, pero, significó mucho más. Ahora, lo sabemos. Coincidió, y no por casualidad, con la hegemonía estadounidense y el prestigio de la democracia. Todavía, no se había advertido del todo la centralidad de Asia y el imperio autoritario. Pero, esa es otra historia.
Amando de Miguel. Artículo originalmente publicado en Actualidad Almanzora