El Instituto de Política Familiar ha publicado recientemente el documento ‘100 medidas de apoyo a la familia’ en el que urge alos partidos que concurren a las próximas convocatorias electorales a tomarse en serio de una vez las políticas con perspectiva famiilar.
El diagnóstico, por desgracia, no ha variado en los últimos 30 años: España sigue a la cola en ayudas directas a la familia y las que hay son casi siempre asistenciales y no universales. El declive del invierno demográfico es un hecho. Llevamnos décadas por debajo de la tasa de reemplazo, pero las mujeres declaran constantemente que tendrían más hijos de los que tienen. Se ha disuelto el concepto de familia. Apenas hay matrimonios, crecen las uniones sin vocación de permanencia y la ratio de divorcios por matrimonios es escandalosa. Cada vez más personas viven solas. Millones de niños sufren las consecuencias de las rupturas familiares. El hecho natural de la diferenciación complementaria del varón y la mujer se ha dinamitado. La ideología de género atenaza a la sociedad a través de las leyes, la educación y los medios de comunicación…
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Suscríbete ahoraPara analizar la situación Actuall conversa con Eduardo Hertfelder, presidente del Instituto de Política Familiar.
¿Cómo es la situación de la familia en la actualidad en España?
Después de repasar los principales indicadores de la evolución de la familia podemos concluir que España está inmersa en un invierno demográfico y de nupcialidad sin precedentes. Ya hay más personas mayores que jóvenes, y la natalidad no sólo ha caído a niveles dramáticos, sino que se está agravando aún más con la explosión del número de abortos.
Por otra parte, mientras cada vez hay menos matrimonios, la ruptura familiar se ha convertido en uno de los principales problemas en España. A ello se suma la deficitaria conciliación entre la vida laboral y la vida familiar, que sigue sin resolverse. En definitiva, y aunque nos duela, España está inmersa en un invierno demográfico con una sociedad envejecida, sin niños, con hogares solitarios, con cada vez menos familias y cada vez más rotas e insatisfechas.
Vamos a la quiebra del Estado del Bienestar y al suicidio como sociedad porque las tendencias demográficas representan una sentencia de muerte
Camilo José Cela dijo en 1999, en referencia al bajo índice de fecundidad, que «los españoles somos una especie en vías de extinción». Pasados 20 años desde aquella afirmación y cuando llevamos más de 35 años con el índice de fecundidad por debajo del nivel de reemplazo generacional, constatamos que la frase respondía a la realidad. Un país sin hijos es, sin duda, un país sin futuro.
¿Qué consecuencias va a traer esto?
Vamos a la quiebra del Estado del Bienestar y al suicidio como sociedad. En efecto, el envejecimiento poblacional que sufre España, más allá de su dimensión estrictamente demográfica, con la amenaza de la inversión de la pirámide poblacional, tiene consecuencias sociales, políticas y económicas muy preocupantes.
En efecto, a medida que la población envejece se produce, por un lado, un descenso de la población activa y, en consecuencia, una caída de la recaudación por el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), en las cotizaciones a la Seguridad Social, así como en el consumo de los hogares. Al tiempo, se origina un incremento de los gastos sociales por el aumento del número de pensionistas, de las cuantías de las pensiones y los gastos asistenciales y sanitarios. En definitiva, el esquema es simple: reducción de ingresos y aumento de gastos sociales.
Tres palabras pueden definir la actuación de los poderes públicos a la familia en los últimos años: abandono, marginación e incluso, a veces, ataque
Por otra parte, si se mantiene la actual tasa deficitaria de natalidad, no se regenerará la población con nuevos trabajadores que contribuyan con solvencia al mantenimiento del sistema de pensiones. El resultado probable es la reducción o eliminación de prestaciones sociales por falta de ingresos.
Todo ello puede desembocar en la quiebra del Estado del Bienestar porque las tendencias demográficas representan una sentencia de muerte.
En este contexto, ¿cómo definiría la actuación de las administraciones?
La ausencia de cualquier estrategia política a favor de la familia, de planes, leyes y organismos, ha sido demasiado duradera para poder ser considerada accidental. No, no se ha querido ayudar a la familia. No ha existido voluntad política de ayudar a la familia.
De hecho, tres palabras pueden definir la actuación de los poderes públicos a la familia en los últimos años: abandono, marginación e incluso, a veces, ataque. Las administraciones no pueden seguir actuando como bomberos-pirómanos. Por una parte, hablan de la importancia de la familia y por la otra, la abandonan y marginan cuando no la atacan.
Hasta ahora ha faltado voluntad política por parte de los políticos para ayudar a la familia. Voluntad política que no viene sólo del cumplimiento de un mandato constitucional, que damos por supuesto, sino sobre todo de la toma de conciencia de la importancia de la familia y de las indispensables funciones sociales que cumple.
¿Qué errores han cometido las administraciones con respecto a la familia?
Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos señalar 7 grandes errores de las distintas administraciones:
1.- Miedo a promocionar y proteger a la familia. Por miedo, por vergüenza, por confusión o por, incluso, por creer que la institución familiar es el origen de la opresión de las distintas individualidades que lo componen.
2.-Abandono de la familia en el ámbito legislativo. No existe una ley que, como tal, asegure la protección a la familia. De cualquier otra materia que imaginemos, de cualquier otra área, siempre encontraremos una legislación específica. Pero hay una excepción: la familia. España no cuenta con ninguna ley sobre la familia, que de esta forma queda sin un marco legal de referencia.
3.- La exclusiva implementación de una «política asistencial de familia». La denominada «política familiar» se ignora, y se origina un carácter marcadamente asistencial en las medidas económicas más importantes (prestaciones sociales por hijo a cargo, políticas de vivienda…).
Y es que la política familiar —dirigida a todas las familias con el objetivo de crear un ambiente favorable a las familias, tanto en el plano socio-económico como en el cultural y de la comunicación— y la política asistencial de familia —destinada a la familias con dificultades y que tiene como objetivo corregir desigualdades— son políticas distintas, pero complementarias.
4.- La implantación de una concepción individualista de las ayudas. Debido a esta errónea mentalidad asistencial, se ha producido un desplazamiento del objeto de las políticas públicas hacia las condiciones sociales de los individuos. Las políticas públicas se han centrado casi únicamente en los componentes de la familia (mujer, jóvenes, ancianos, etc.,) olvidándose de la familia como institución.
Todavía no se ha comprendido que apoyar a la familia es una inversión social y no un gasto
La legislación y las medidas desarrolladas por las administraciones han buscado, generalmente, el bien del individuo como tal. Pero no se han detenido a considerar que existen aspectos básicos que no se pueden desligar de la estructura familiar. Persona y familia están interrelacionados y no se les puede separar.
5.- La ausencia de una concepción global de política familiar y sin perspectiva de familia. La inexistencia de un conjunto articulado de medidas que tengan por objeto de aplicación la familia como institución provoca que las medidas que se ponen en marcha sean, en el mejor de los casos, puntuales, aisladas e ineficaces.
6.- Insuficientes dotaciones presupuestarias. Pese a que éstas son una condición necesaria para el desarrollo de una política familiar, hasta ahora las administraciones han destinado dotaciones presupuestarias ciertamente insuficientes. Algunas de ellas, incluso, pueden ser definidas como palpablemente ridículas.
7.- Visión cortoplacista. Todavía no se ha comprendido que apoyar a la familia es una inversión social y no un gasto. Las administraciones no han caído en la cuenta de que, además, este apoyo no debe estar condicionado ni por los plazos políticos ni por los vaivenes electorales. Esta visión ha provocado que, en la mayoría de los casos, las medidas se planifiquen para un periodo legislativo. Tienen más de carácter electoralista que de auténtica política integral de apoyo a la familia.
Estas elecciones no van a ser un trámite más. En estas elecciones nos jugamos mucho acerca del tipo de sociedad que se va a implantar en los próximos años
Con respecto a las ayudas a la familia ¿como está España respecto a Europa?
España es uno de los países de la UE28 que menos ayuda y protege a la familia. Esta no es una frase más o menos atinada sino la patente conclusión de la comparación de las ayudas a la familia que ofrece España con las que están vigentes en el resto de los países de Europa. Lamentablemente, la familia española recibe unas ayudas muy reducidas tanto en su cuantía como en su diversidad. Además, en la mayoría de las ocasiones están limitadas a un pequeño número de familias ya que se imponen unas fuertes restricciones en los límites de ingresos para poder acceder a ellas.
El profundo desnivel existente entre las prestaciones familiares en España y otros países de la Unión Europea confirma la falta de voluntad política para implantar una política familiar en España.
¿Qué se juega la familia en las próximas elecciones generales?
El futuro de la familia se juega en estas elecciones. Estas elecciones no van a ser un trámite más. En estas elecciones nos jugamos mucho acerca del tipo de sociedad que se va a implantar en los próximos años. Y es por ello que nos debemos preguntar: ¿Es indiferente para la sociedad que la familia exista o no exista?, ¿que las familias estén rotas o no estén rotas?, ¿que los niños nazcan o sean abortados?, ¿que los niños vivan en familias desestructuradas o no?, ¿que los padres puedan conciliar su vida laboral y familiar o que no tengan tiempo para ello?, ¿que sean educados por sus padres o según los intereses doctrinarios del Gobierno de turno?, ¿que la familia cumpla o no su verdadera función de comunidad?
Las elecciones del 28 de abril y del 26 de mayo suponen una oportunidad para que los políticos cambien de chip y demuestren su voluntad política de apoyo a la familia
Imaginemos por un momento una sociedad sin familias. La sociedad se reduciría a un conjunto de individuos aislados que no se encontrarían vinculados en un proyecto de vida en común, por carecer de un lazo que uniese su destino al de sus mayores. Una sociedad en la que imperaría el individualismo y el egoísmo. Una sociedad en la que el Estado controlaría y manipularía a su antojo a los individuos.
¿Qué necesita la familia hoy ante las próximas citas electorales?
Hoy más que nunca la familia tenga necesidad de una protección especial por parte de las autoridades públicas. La sociedad, y de modo particular los poderes públicos, tienen no sólo la obligación de reconocer su importancia y el papel destacado que desempeña en la sociedad, sino, también, el deber de protegerla con medidas y ayudas de carácter político, económico, cultural, social o jurídico.
Las elecciones del 28 de abril y del 26 de mayo suponen una oportunidad para que los políticos cambien de chip y demuestren su voluntad política de apoyo a la familia. Necesitamos que una vez por todas, nuestros políticos tomen en serio a la familia y la pongan como prioridad política en sus actuaciones. Para las familias sería muy frustrante que esto no sucediera de nuevo tras las próximas elecciones.
La doble cita electoral supone continuar con este escenario de abandono, marginación y ataque a la familia con este tsunami legislativo en el que estamos inmersos o buscar un cambio político. Y es que un escenario de cambio político podría, a priori, ser propicio no sólo para la derogación de las leyes injustas como la ley del aborto libre, del divorcio exprés, de la violencia de género, sino también para que se abordaran en profundidad temas que afectan directamente a nuestra comunidad como son la familia o la vida. De no ser así, estaríamos perdiendo una magnífica oportunidad de promocionar y ayudar a la familia, desatendiendo la que, sin lugar a dudas, debiera ser la prioridad para la revitalización de la sociedad española.
¿Cuál es el objetivo de las 100 medidas que el IPF acaba de presentar?
Son 100 Propuestas para desarrollar una política pública con Perspectiva de Familia. Un documento fundamental para los partidos políticos de cara a la próxima cita electoral. Es un conjunto articulado de medidas que consideramos imprescindibles para el desarrollo de una verdadera política integral de apoyo a la familia de manera que los distintos partidos políticos puedan incorporarlas en sus respectivos programas electorales. Con este documento los políticos no tendrán excusas para no ayudar a la familia.
En él se aborda la promoción de la familia desde una perspectiva familiar que para que sea verdadera y eficaz debe: promocionar a la familia como institución; fomentar la idea misma de la familia; promover una cultura y ambiente favorable; permitir la familia afrontar el día a día; ayudar a los padres a tener los hijos que deseen; integrar de manera verdaderamente humana y constructiva sus distintos ámbitos de desarrollo laboral, familiar y personal; ayudar a superar las crisis familiares; reconocer el derecho de los padres a educar a sus hijos; y tener en cuenta, con medidas específicas, a las familias con determinadas necesidades.
En el conjunto de 100 medidas que propone el IPF no se contempla todas las que se pueden y deben desarrollar. Hay muchas más, pero son las que consideramos que deben acometerse con más urgencia. Al ser un conjunto de 100 medidas, un número muy elevado, se demuestra que todavía es mucho el déficit en el apoyo y promoción a la familia en España.