
Una vieja película de destape española se titulaba «Lo verde empieza en los Pirineos», interpretada por José Luis López Vázquez, refiriéndose a la Francia de los últimos años del franquismo donde las costumbres estaban moralmente relajados.
Pero aquello es casi una broma inocente comparada con la última ocurrencia que ha tenido un partido que hace honor a su nombre: Los Verdes germanos proponen nada menos que incluir entre los servicios de la Seguridad Social a prostitutas para atender las necesidades sexuales de los ancianos.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl viejo partido libertario y ecologista, que con 63 diputados es la cuarta fuerza política del Bundestag, ha lanzado semejante propuesta por boca de la diputada Elisabeth Scharfenberg. La idea es que las mujeres de la calle presten ese tipo de servicios en residencias de la Tercera Edad o en centros de personas discapacitadas.
Ya no se trata de salvar ballenas, evitar catástrofes nucleares o parar el calentamiento global. Tampoco se trata de luchar por los desheredados, fiel a la matriz marxista de un partido que -como las sandías- se decía que era verde por fuera y rojo por dentro.
Ahora se trata de jugar a la demagogia insultando a los alemanes mayores de edad, y a todos los contribuyentes en general al proponer que el dinero de todos los ciudadanos sirva para financiar lo que Scharfenberg denomina una «necesidad básica», y que como tal debe estar integrada en el sistema público de salud.
La propuesta parece que es un intento electoralista de acaparar titulares ante un año de comicios como el 2017
En unas declaraciones a Die Welt, la parlamentaria de los Verdes explica que se haría con receta, que el mayor de edad (o discapacitado) debe acreditar con certificado médico que precisa de sexo para el bien de su salud y que no dispone de dinero para pagar ese tipo de servicios.
En un país como Alemania que va camino del asilo, dado el envejecimiento de la poblacion, y donde cada vez hay más ancianos solos –debido a las crisis matrimoniales y también a la bajísima natalidad- una propuesta así reviste altas dosis de demagogia.
Y tiene mucho de palo de ciego electoralista, ante un año de comicios como el 2017. Los Verdes pretenden acaparar titulares en la prensa, debido en parte a su debilidad y las divisiones internas que sufren.

Ni que decir tiene que otras formaciones como los socialistas (SPD) se han echado las manos a la cabeza tildando de disparate la propuesta de Los Verdes.
Lo malo es que la idea ya se baraja en otros países de Europa como Holanda… otra cosa es que llegue a materializarse.
No es la primera vez que el partido de la señora Scharfenberg recurre a un mensaje ultrapermisivo. Hace veinte años propugnaban desde la legalización de las drogas hasta las relaciones sexuales de adultos con ninos.
En los años 80 el Partido quería promover la pedofilia, alegando que lo importante era la felicidad del menor
De hecho, los Verdes quisieron promover la despenalización de la pedofilia en los años 80, con el argumento de que lo importante era tener en cuenta la felicidad de los pequeños. Una corriente que ha tenido otras manifestaciones en formaciones como el Partido del Amor Fraterno o asociaciones como Martjin que buscaba la aceptación de relaciones sexuales entre adultos y ninos.
Pero en 2014, el Tribunal Supremo neerlandés, siguiendo el consejo de la Abogacía General del Estado, prohibió la agrupación Martijn “para respaldar así la integridad y dignidad del menor”.
Y los Verdes dejaron de insistir con la legalización de la pedofilia e incluso se vieron obligados a pedir perdón públicamente.
Se podría pensar que la ocurrencia de la señora Scharfenberg sobre los servicios de prostitutas para la Tercera Edad no es sino una extravagancia sin mayores consecuencias. Pero ya cualquier cosa se puede esperar de una clase política que obliga al ciudadano a pagar a golpe de impuestos el cambio de sexo, algo inconcebible hace menos de diez años.
Y los Verdes son pioneros en ello. Desde que cayó el Muro han sustituído el paraíso sin clases por toda clase de paraísos, menos quiméricos pero no menos demagógicos como por ejemplo el pansexualismo.
Como no han logrado abolir las clases, quieren abolir los géneros y se han convertido en paladines de la ideología LGTB, proponiendo –entre otras cosas no menos peregrinas- que se reconozcan oficialmente 60 modalidades de identidades sexuales.
Lo peor de todo es que haya otros partidos y hasta gobiernos que compren la idea, que traten de imponerla por decreto-ley y que lo hagan con dinero de todos. Y eso ya no es un chiste aunque sea Verde.