Momento de la elección de Miss USA 2020.
Momento de la elección de Miss USA 2020.

Un juez del distrito de Oregon ha desestimado una demanda contra Miss USA por su norma de exigir que las concursantes sean mujeres biológicas (antes conocidas como ‘mujeres’). El juez, Michael W. Mosman, no admitió la demanda presentada por la activista trans Anita Noelle Green contra la firma que organiza el popular concurso de belleza.

Me interesan especialmente las noticias menores, casi banales, anecdóticas y alejadas de la centralidad de la actualidad política porque es en ellas donde mejor se descubre lo que cala, cómo hemos cambiado y qué empieza a darse por supuesto, por descontado.

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Por ejemplo, suponga que usted viaja en el tiempo una década, incluso un lustro atrás, con ese titular bajo el brazo: que han demandado al concurso que pretende elegir la mujer más hermosa de un país porque no admite hombres que se pretenden mujeres. Encontraría, estoy segura, la misma perplejidad en la cara de sus oyentes que experimentan, sumada a una comprensible indignación, feministas veteranas como Lidia Falcón, la idea de que esta broma ha ido demasiado lejos y se ha ido de las manos.

Pero el juez en cuestión no ha desestimado la demanda de Green por lo que cualquiera consideraría obvio, es decir, porque si dejas a un hombre concursar en una competición de mujeres, ya no tienes una competición de mujeres, estás vendiendo un engaño. No, la razón que ha dado el juez para desestimar la acción de Green es que Miss USA es una empresa privada que puede poner las reglas que le dé la gana en su concurso.

Es probable que una noticia así no podamos leerla en un futuro próximo. La Administración Biden está especialmente comprometida con todas las insanias divisivas de la corrección política en general y, muy especialmente, con la ideología de género. No solo ha nombrado como subsecretario de Sanidad a una Rachel Levine, nacida Richard, que decidió que era una mujer pasado ya el medio siglo y después de un matrimonio en el que había engendrado cuatro hijos; también ha presentado una Ley de Igualdad (¿les suena?) que obligará a todas las modalidades deportivas femeninas a aceptar varones biológicos en sus filas -clavando el último clavo en el ataúd del deporte femenino- y permitirá a esos mismos varones entrar en los aseos y vestuarios de mujeres.

Creo recordar que antaño ni siquiera estaba permitida la participación de mujeres que se hubieran sometido a operaciones de cirugía estética, por considerarse algo equivalente al ‘doping’ en las competiciones deportivas

Conocemos ya lo breve que es el lapso entre tolerancia, aceptación e imposición a estas alturas.

En España, los organizadores del concurso homónimo no tuvieron el mismo problema que los americanos y en 2018 aceptaron como Miss España a la modelo transexual Ángela Ponce, lo que provocó algunas reacciones. Así, la miss colombiana Valeria Morales se quejó, alegando «un reinado de belleza, como es Miss Universo, es para mujeres que nacemos mujeres».

Admito que no soy una gran seguidora de este espectáculo y sus peripecias, pero creo recordar que antaño ni siquiera estaba permitida la participación de mujeres que se hubieran sometido a operaciones de cirugía estética, por considerarse algo equivalente al ‘doping’ en las competiciones deportivas, y no veo cómo Ponce hubiera podido tener opciones al podio sin pasar abundantemente por el quirófano.

Al final, se diría que este irritante activismo buscara arruinarle la diversión a la gente. Si quieres poner a competir a un grupo de mujeres para decidir cuál es la más guapa, permitir que compita un individuo ‘diseñado’ le quita toda la gracia al asunto, de un modo no muy distinto al de participar en un concurso de ciclismo con una bici con motor. Después de todo, nada impide a los y las transexuales montar sus propios concursos de belleza.

Tras el fallo, Green declaró que al menos le satisface el haber podido llamar la atención sobre la causa, como si esa causa no la tuviéramos ya hasta en la sopa y no se hubiera convertido en la ‘lucha’ del momento para los progresistas a la violeta.

“Este caso ha servido para llamar la atención sobre un problema que mucha gente desconocía y sigue desconociendo, y es que la discriminación contra las personas transgénero sigue produciéndose activamente en el sector público y privado, incluso en el circuito de los concursos”, declaró Green en un comunicado que parece ignorar voluntariamente lo que llevamos viviendo en los últimos años.

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