Los informes en los que se basa la supuesta demanda insatisfecha están seriamente manipulados.
Los informes en los que se basa la supuesta demanda insatisfecha están seriamente manipulados.

Quizás no se haya enterado que el 26 de septiembre fue el «Día Mundial de la Anticoncepción». De hecho, probablemente le sorprenderá saber que ese día existe y que los controladores de población continúan celebrándolo.

Después de muchísima controversia, la “bomba demográfica” finalmente ha pasado a formar parte del catálogo de mitos pseudocientíficos y las tasas de fertilidad en caída libre en todo el mundo están ahí para corroborarlo. Incluso el New York Times ya no tiene problemas en admitir que el mundo está a punto de entrar en una disminución absoluta de la población. ¿Será suficiente para que los controladores de población acepten su error y pidan perdón por todo el perjuicio causado?

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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La respuesta corta es no. No lo hacen, ni lo harán.

El movimiento de control demográfico, que tiene miles de millones de dólares en sus arcas y decenas de miles de empleados, no tiene ninguna intención de irse tranquilamente a la tumba. Más bien, convencido de que todavía hay demasiados africanos, asiáticos y latinoamericanos, anhela reducir aún más el número de seres humanos. En esto cuenta con el apoyo incondicional de la administración Biden, que cada año gasta más de mil millones de dólares para esterilizar química y quirúrgicamente a mujeres en países de ingresos bajos y medios.

Sin embargo, ahora que el mito de la “bomba demográfica” ya no tiene ningún sustento argumentativo, han tenido que encontrar otra excusa para su guerra contra la población. Después de todo, simplemente decirle a pueblos o etnias enteras que dejen de tener bebés ya no se estila, al menos fuera de la China comunista.

Por eso han tomado un rumbo diferente. Ahora están produciendo estudios que afirman que las mujeres pobres de todo el mundo demandan ser esterilizadas y utilizar anticonceptivos. Esto les permite justificar la financiación continuada por parte de Estados Unidos de programas contra los bebés como una respuesta humana a una necesidad real y apremiante de las mujeres en el mundo en desarrollo.

Y así, damas y caballeros, es cómo surgió una estadística falsa llamada “demanda insatisfecha de planificación familiar” o en inglés “unmet need for contraception”.

En vísperas del Día Mundial de la Anticoncepción, con la refinada planificación característica de una campaña mediática, The Lancet publicó un nuevo estudio sobre las “necesidades anticonceptivas de las mujeres en edad reproductiva”.  Como recordarán The Lancet es la misma revista médica británica que se deshonró a sí misma durante la pandemia al afirmar que el virus COVID procedía de la naturaleza. El estudio, financiado por la Fundación Gates, pretendía demostrar que unos 162,9 millones de mujeres en todo el mundo tenían una “demanda insatisfecha de anticonceptivos”.

“África tiene la mayor demanda insatisfecha de anticonceptivos del mundo», afirman los autores. La definen “como la proporción de mujeres sexualmente activas y fértiles que no tienen acceso a anticonceptivos pero que no quieren tener un hijo en este momento o desearían haber retrasado o evitado su embarazo más reciente… Mujeres jóvenes entre 15 y 19 años tienen una demanda insatisfecha más baja, de alrededor del 65%, seguida por el grupo de edad de 20 a 24 años (72%)”.

La redacción de esos estudios produce la impresión de que estas jóvenes “están exigiendo” anticonceptivos que se les niegan, o quizás que algunas incluso son víctimas de una especie de embarazo forzado.

Nada más lejos de la verdad. Contrariamente a lo que afirman los controladores demográficos, las mujeres del mundo no están rogando a los contribuyentes estadounidenses que las esterilicen química o quirúrgicamente.

Las encuestas en las que se basan los autores evitan preguntar directamente a las mujeres si quieren anticonceptivos, simplemente porque eso delataría el engaño: la mayoría de las entrevistadas diría que no.

En su lugar, aplican una pregunta capciosa en torno a la cuestión de la anticoncepción. 

A las mujeres que no están embarazadas les preguntan si planeaban tener un bebé en los próximos dos años. Si la respuesta es no, automáticamente se les clasifica como personas que tienen una “demanda insatisfecha de anticoncepción”.

A las mujeres embarazadas se les pregunta si habían planeado quedar embarazadas cuando lo hicieron. Si responden que su embarazo no fue planeado con precisión, ya sea que estén contentas o no, se las clasifica como si tuvieran una “demanda insatisfecha de anticoncepción”.

Otras encuestas ni siquiera pretenden tener en cuenta la opinión de la mujer. Simplemente clasifican a todas las mujeres en edad reproductiva con un niño de dos años o menos y que no toman anticonceptivos como si tuvieran una “demanda insatisfecha de anticoncepción”.

No es hasta el final de este estudio de 32 páginas, lleno de una vertiginosa variedad de gráficos y sofisticados análisis estadísticos, que los autores admiten que las opiniones reales de las mujeres no importan. Señalan que su algoritmo “no implica preguntar a las mujeres si necesitan o quieren anticonceptivos, sino que define la necesidad basándose en si las mujeres en pareja no quieren tener hijos y no son infecundas [infértiles]. Sólo las mujeres solteras que informan ser sexualmente activas y tienen estas otras características se considera que tienen esa demanda”. (pág. 325)

Un algoritmo es un conjunto de instrucciones rigurosas diseñadas para resolver un problema específico. En este caso, fue diseñado para justificar el esfuerzo continuo por abortar, esterilizar y utilizar anticonceptivos en todo el mundo afirmando que más de 100 millones de mujeres tenían una “demanda insatisfecha de anticonceptivos”.

Lo último que quieren hacer los controladores de población es preguntarles a las propias mujeres. Están en juego miles de millones de dólares.

El objetivo final del movimiento más antihumano de la historia de la humanidad sigue siendo el mismo: despoblar el planeta.

Steven W. Mosher es presidente de Population Research Institute y autor de “Population Control: Real Costs, Illusory Benefits”

(*) Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Lifesitenews

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