
«El machismo ha dejado paso a un micromachismo, que es mucho peor porque no se lo ve venir», advierte Javier Urra, psicólogo y exdefensor del menor de la Comunidad de Madrid, durante el curso de verano de la Complutense ‘Violencia Filio-parental y violencia de género: La necesaria salud emocional”, que él mismo ha estado dirigiendo.
Para frenar este nuevo ‘machismo’ del siglo XXI, Urra propone utilizar «vacunas» y «antidotos» a los ninos desde que son pequeños, con la misión de abolir esa violencia que llevan dentro.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora«Las vacunas tienen que enseñar a los ninos a apreciar la vida y sobre todo el amor», indica el psicólogo, que insiste en que «el ser humano debe ser más sensible, empático, humilde y sencillo». O dicho de otra manera, «tiene que ser más femenino».
Urra: «Las mujeres son mucho menos violentas y eso hay que enseñarlo también»
Porque para Urra «el ser humano es violento por naturaleza», aunque dentro de la especie es el hombre es el que se lleva la palma. «Las mujeres son mucho menos violentas y eso hay que enseñarlo también», dice el exdefensor de la Comunidad de Madrid.
El problema de los hombres es que «la empatía es muy difícil» para ellos, por eso hay que aprovechar cuando son pequeños, «y educarlos en eso».
Vacunas y antídotos
Como ejemplo de la violencia que reina entre los hombres, en especial los jovenes, Urra destaca que «el 33% de los jovenes dicen que los celos son una prueba de amor. Esto es estúpido», declara Urra según informa Público.
La idea que propuso durante el curso de verano fue la de poner vacunas y antídotos que enseñen a los ninos lo correcto, que les creen empatía. Para Urra todo se centra en las pequeñas cosas de la vida, «la vacuna para un psicópata sería dar de comer a un gato, regar un tiesto, cosas pequeñas. Sin embargo, el antídoto tiene que enseñarle que ese no es el camino», ha recalcado en este contexto.
Y es que «la solución a la violencia está en la educación. Aunque hay gente tóxica o con mucho rencor a la que es necesario ponerle sanciones para que el agresor sepa qué es el sufrimiento», sentencia el psicólogo.