Les hablé hace un par de semanas de la Ley Trans (todavía en borrador) de Irene Montero. Pues hay un buen lío montado entre feministas del PSOE y de otros ámbitos y podemitas. Estas últimas no creen que exista la identidad femenina ni masculina, así que no sé como denominarlas.
Pues en estos días he tenido ocasión de echar un vistazo al borrador del texto que han preparado en el Ministerio de Igualdad y que lleva por título Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans. He querido leerlo para entender una campaña de HazteOir.org que se llama ‘Ley trans: la ley del abuso de menores’. La pueden ver en este enlace y firmar la petición, que va dirigida a la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. Concretamente, los firmantes piden a Calvo que “diga NO” a la Ley Trans de Podemos”.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora¿Es o no la Ley Trans abuso de menores? Vamos a verlo.
El borrador del texto legal afirma que “ha llegado el momento de considerar a las personas trans como sujetos activos en la formulación de políticas y disposiciones normativas que no patologicen sus cuerpos ni sus identidades a través de requerimientos e intervenciones médicas, de que sean reconocidas socialmente las múltiples identidades sexo-genéricas y de que se implementen medidas para lograr la auténtica igualdad social de las personas trans”.
Decir que tenemos un “sexo asignado al nacer” es otra bola: nadie nos asigna nada. Nacemos hombres o mujeres
Pues aquí tenemos una mentira como un camión. En España las personas son ya sujetos activos en la formulación de políticas y disposiciones normativas por ser personas. Su condición sexual no debería ser ni un obstáculo para ejercer sus derechos -como cualquier otro individuo- pero tampoco un privilegio para que la sociedad entera, la Administración y el resto de las leyes otorguen ventajas a una persona por ser trans.
La ley podemita define «persona trans» como «toda aquella persona cuya identidad de género no se corresponde con el sexo asignado al nacer”. Falso. La Real Academia Española afirma que “transexual” es la persona que “se siente del sexo contrario, y adopta sus atuendos y comportamientos”. Y decir, como dicen los cómplices de Irene Montero, que tenemos un “sexo asignado al nacer” es otra bola: nadie nos asigna nada. Nacemos hombres o mujeres. ¿O en la sala de partos donde usted vino al mundo había un funcionario con un sello que le asignaba un sexo?
Y mentir a los mayores está mal. Pero engañar, desde una posición de autoridad, a los niños y crearles fantasías que van a condicionar el resto de sus vidas de forma irreversible, es perverso. Un abuso de menores de primera magnitud.
También dice la Ley de Privilegios Trans de Irene Montero que las Administraciones Públicas “adoptarán las medidas necesarias para garantizar que las personas trans menores sean tratadas en todos los ámbitos de acuerdo con su identidad de género, aun cuando no hayan realizado la rectificación registral de la mención relativa al sexo”.
No sé muy bien por qué todo el mundo se tiene que plegar al deseo de un niño que dice ser niña. Yo tengo una sobrina que de pequeña quería ser la abeja Maya. Núnca tal pretensión encontró oposición familiar a su legítimo deseo de pertenecer a esta clase de insectos. No necesito unirse a ningún colectivo ni formular una petición. Se respetó absolutamente su reivindicación, pero no se comunicó al colegio ni se hizo ningún cambio en sus documentos de identidad. Al pediatra tampoco se le comentó nada. Hoy mi sobrina es una ciudadana que se dedica a la enseñanza. Y le dan miedo las abejas cuando se le acercan.
Como bien explica mi buen amigo Agustín Laje, la gente tiene todo el derecho a querer ser algo distinto de lo que es. Por ejemplo, ser Superman y comprarse un disfraz con capa e incluso arrojarse desde la ventana estirando los brazos y cerrando los puños para darse impulso. Pero, por favor, no me pidan que yo, con mis impuestos, le pague el traje. Ni me exijan que le aplauda al tipo que dice que es Superman y que exige ser tratado como tal en todos los ámbitos, privados y públicos, de su vida.
Pues apliquen esta historia a los niños trans. La Ley de Irene Montero les invita a cuestionar su identidad sexual, les dice que es absolutamente posible “cambiar” su sexo únicamente atendiendo a su deseo y nos obliga a todos a financiar las consecuencias. Entre ellas, comprarle el traje de Superman y hacer -conc ara de idiotas- ver que creemos que es Superman.
El que ayer era Pedro accederá legalmente al vestuario y a los baños de chicas. Y ojito con decirle algo
Ojo que no he acabado. Mire lo que dice el borrador de la Locura Trans de Irene Montero: “Se considerará que la negativa a respetar la identidad de género de una persona menor de dieciocho años por parte de su entorno familiar perjudica el desarrollo personal del menor, a efectos de valorar una situación de riesgo, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 17 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor,de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil”.
¿Saben que quiere decir el párrafo anterior? Que si usted cuestiona el deseo de su niño o niña a dar los pasos necesarios (incluida la hormonación) para aparentar que ha cambiado de sexo le pueden quitar la custodia de su criatura. Así de claro.
¿Y cómo puede una persona cambiar de sexo, según Irene Montero y su embustero gabinete? Cualquier persona, a partir de los dieciseis años, puede ir al registro y cambiar la mención registral del sexo. Vamos, que donde ponía hombre en el documento puede poner mujer. Sin más. Sin documentos, ni informes ni modificación del aspecto físico.
¿Y en el caso de los menores? ¿Cómo “cambia” un niño de sexo ante el Registro Civil? Pues a través de sus representantes legales o por si mismos, con el consentimiento de sus representantes legales. Que pueden ser los padres o, si se les ha quitado la custodia por decirle al niño, por ejemplo, “espera a ser mayor para decidir” pues el tutor que le hayan asignado. O incluso un juez.
Por cierto, que el trámite administrativo de”cambiar” de sexo en el Registro Civil está exento de tasas. Y una vez inscrito una persona como mujer, habiendo nacido hombre, o al revés,
La rectificación registral en relación con su identidad sexual -dice la ley- permitirá a la persona ejercer todos los derechos inherentes a su nueva condición. Vamos, que entras en el Registro Civil siendo Manolo y sales suendo Lola con todo lo que ello implica. Y todos los documentos que hayas ido generando en tu vida podrán ser modificados de acuerdo a tu nueva identidad sexual.
Se estima que hay 10.000 y transexuales en España pero ya me contarán como se contabiliza una condición sexual que, por su propia naturaleza, puede cambiar en minutos. Y cada día. Y varias veces al año
En el caso de un adolescente, por ejemplo, podrá salir del Registro Civil, volver al cole y exijirá ser tratado de acuerdo a su “nueva” identidad sexual. Y el que ayer era Pedro accederá legalmente al vestuario y a los baños de chicas. Y ojito con decirle algo.
¿Y qué pasa si un padre o una madre recomienda a su criaturita, la niña que dice ser niño o al revés, que vayan juntos -antes de tomar una decisión sobre el cambio de sexo-al pediatra o al psicólogo? Pues que se le puede caer el pelo y ser denunciado legalmente porque Irene Montero prohíbe “el uso de terapias aversivas y de cualquier otro procedimiento que suponga un intento de conversión, anulación o supresión de la identidad de género, o que estén basados en la suposición de que cualquier identidad de género es consecuencia de enfermedad o trastorno”.
En definitiva, se le niega al menor la posibilidad de escuchar la opinión de expertos que saben bien que en la evolución física y emocional de una persona en desarrollo, niño o adolescente, puede haber muchos cambios. Por tanto, se vuelve a engañar al niño haciéndole creer que puede cambiar su sexo presentando un papel y se le impide que profesionales que conocen muy bien a los menores puedan darle una opinión. Otro ejemplo del abuso de menores.
Confirmado, como les decía hace un par de semanas, que el Sistema Nacional de Salud “incluirá la asistencia sanitaria necesaria para el tratamiento hormonal, terapia de voz, cirugías genitales, mamoplastias, mastectomías y material protésico en la cartera de servicios comunes”. Es decir, que todos vamos a financiar los tratamientos médicos y quirúrgicos a los que quiera someterse el individuo en cuestión.
¿Y los menores de edad? Queda muy claro que “el tratamiento hormonal en el caso de las personas menores de edad comprenderá el tratamiento para el bloqueo hormonal al inicio de la pubertad, para evitar el desarrollo de caracteres sexuales secundarios no deseados; y el tratamiento hormonal cruzado para favorecer que su desarrollo corporal se corresponda con el de las personas de su edad, a fin de propiciar el desarrollo de caracteres sexuales secundarios deseados”. Prevalecerá, en este proceso, el deseo del menor.
¿No es abuso de menores someterles a bloqueos hormonales en pleno desarrollo físico? Proceso basado en una mentira, porque el sexo no va a cambiar. Como mucho, la apariencia sexual. Ustedes dirán si esto no es perversión de menores.
¿Saben cuántos transexuales hay en España? Se estima que 10.000 pero ya me contarán como se contabiliza una condición sexual que, por su propia naturaleza, puede cambiar en minutos. Y cada día. Y varias veces al año.
¿Y niños? ¿Saben cuántos niños transexuales hay? Pues, según los pediatras, ninguno. Lo explica Juana Martínez Tudela, especialista en Psicología Clínica de esta unidad del hospital Carlos Haya de Málaga: “Todos los manuales de clasificación diagnóstica, todos, dicen que el transexualismo es en la edad adulta”.
Lo que sí padecen algunos menores, dice la doctora Martínez Tudela, es disforia de género, que es la sensación que experimentan algunos niños y adolescentes de que su identidad sexual no se corresponde con su sexo biológico. Al parecer, habría unos 700 niños con disforia de género, pero el 85 % se olvida, al cabo del tiempo, de su malestar por haber nacido niño o niña y sigue su vida.
¿Qué les parece si contamos la verdad a los niños en lugar de abusar de ellos contándoles mentiras y haciendo leyes perversas?