Zapatero domina el arte de mentir sin pestañear, y cuando le entrevistan coge carrerilla, se pone en modo Pinocho, y encadena una de tras de otra. Pero -nadie es perfecto- a veces se le escapa alguna verdad.
Como en la entrevista a la Sexta cuando dijo que el PP no cambió ninguna de las leyes ideológicas que él impulsó (matrimonio homosexual, aborto, memoria histórica etc.) Así es. El expresidente lo decía como un elogio para el sentido de Estado de los populares, cuando lo que deja entrever es que les considera lo que los soviéticos llamaban un Poljeznyj idiot (tonto útil).
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraA la dirigente extremeña María Guardiola, y a su jefe de filas, Alberto Nuñez Feijoo, les cuadra perfectamente el calificativo (no es nada personal) al haber convertido en casus belli, la violencia de género, una de esas leyes ideológicas, basadas en una patraña antropológica, que el metabolismo omnívoro del PP ha tragado, como traga todo lo que le eche el PSOE. Un casus belli que a punto ha estado de significar romper con Vox y regalarle Extremadura al PSOE. Han salvado los muebles, in extremis, pero el episodio demuestra la anemia de ideas del PP y lo movedizo de sus cimientos.
Es un hecho probado que la violencia no tiene género. En rigor, el género es gramática (masculino, femenino y neutro). El sexo, en cambio, es biología, pero eso es harina de otro costal. Sí, ya sé, hubo una vez una tal Simone de Beauvoir y luego una tal Judith Butler que coló la patraña del género en la universidad y ahora dan en las aulas gato por liebre y te pueden expulsar por llamar al pan, pan. ¿Y? También hubo una época en que doctos cátedros, que peinaban canas, comenzaban las clases cantando el Cara el Sol o, en otras latitudes, la Internacional, o La bandera en alto de Horst Wessel, y ¡ay del que no lo cantara!
Es otro hecho probado la violencia del hombre hacia la
mujer, que se salda con malos tratos, vejaciones y asesinatos. Una lacra y un grave problema social. Hasta ahí estamos todos de acuerdo. En rigor, sí se puede hablar de violencia machista. El machismo sigue arraigado en determinados sectores, en forma de violencia o en forma de superioridad y condescendencia. Y pervive en esta época de supuesta emancipación de la mujer, debido precisamente a la libertad sexual, ya que la falta de respeto en un ámbito tan sagrado y delicado es la espita de la violencia en todos los sentidos.
Pero la solución no puede ser una ley que considera culpable al varón por el hecho de serlo, y a la mujer víctima por el hecho de serlo. Porque se lleva por delante el principio constitucional de la igualdad de todos ante la ley (art. 14) y la igualdad efectiva entre hombres y mujeres (art. 1 de la Ley Orgánica de 2007). Y porque al penalizar automáticamente al varón en cuanto la mujer denuncia, VioGen se carga el derecho a la presunción de inocencia (art. 24.2 de la Constitución: “Todos tienen derecho (…) a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia”). Eso lo ve cualquiera, hasta dos conspicuos socialistas, como Joaquín Leguina y Alfonso Guerra, nada menos.
Pero el PP no sólo se zampó este disparate jurídico del PSOE, sino que lo metabolizó al sellarlo posteriormente en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género (2017) junto con todo el arco parlamentario. Actualmente solo Vox discrepa, y eso le ha granjeado la etiqueta de negacionista, cuando los verdaderos negacionistas son los demás partidos, con el PSOE a la cabeza (negacionistas de la igualdad ante la ley y de la presunción de inocencia).
¿Por qué se conduce así el PP?: ¿Son, tal vez, los famosos maricomplejines, marca de la casa?… ¿bulimia ideológica que le lleva a devorar y asimilar acríticamente cuantas migajas le pone la izquierda en el pesebre, emulando en sus reflejos al chucho de Paulov: véase la frase de Feijoo: “los derechos LGTB son sagrados”? No queremos ser mal pensados, pero ¿tendrá que ver la postura del PP con la sospechosa unanimidad de todos los partidos -excepto Vox- en torno al Pacto de Estado contra la Violencia de Género, porque hay mucho dinero de por medio? ¿Será, en fin, tacticismo, carente de principios?lo No descartemos esto último. “Mantener principios inquebrantables te convierte en una opción inútil” dejó dicho en 2016 Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso.
Aunque Feijoo y Guardiola ya han reculado (¡a la fuerza ahorcan!) para desalojar al PSOE de Extremadura, lo que pone de manifiesto el affaire de los últimos días es que lo que le convierte en opción inútil es precisamente no mantener principios inquebrantables. O más exactamente lo que le convierte es en “tonto útil” del PSOE.