La presidenta de Hungría, Katalin Novack, durante su discurso en la Universidad Ave María de Florida (EEUU)
La presidenta de Hungría, Katalin Novack, durante su discurso en la Universidad Ave María de Florida (EEUU)

Katalin Novák, presidente de Hungría, en su visita a la Universidad Ave María ofreció una conferencia titulada “La vocación del cristiano en la política: Lo que podemos conseguir”. Por primera vez en su historia, nuestra pequeña universidad del sureste de Florida recibía la visita de un jefe de estado de un país extranjero. La presidente de Hungría vino a compartir sus ideas y experiencias como líder cristiana. Y vino hasta aquí porque cree que los líderes deberían frecuentar mucho más las universidades pequeñas. “Estas escuelas son las más importantes”, dijo, recargando los ánimos de muchos de nosotros que, como futuros líderes, nos formamos en una escuela donde prosperan las humanidades y la cultura cristiana.

Para dirigir un país cristiano se debe empezar por ser un cristiano coherente, y la presidente Novák vive diligentemente su fe. Empieza cada día leyendo la Sagrada Escritura y no lo hace en su teléfono porque dice que eso distrae mucho. Lo lee en versión impresa para poder concentrarse durante su tiempo reservado para Dios. Recordar la presencia de Dios le permite ser mejor líder. “Si servimos a nuestro Padre celestial, entonces nunca debemos temer a nada ni a nadie”, aseveró.

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Pero Novák vive su fe mucho más allá de su ámbito privado y personal. Da testimonio de su fe en su trabajo, tanto dentro de las fronteras húngaras como en los países donde los cristianos son perseguidos. Hungría ha diseñado cuidadosamente programas de ayuda para beneficiar a estos cristianos perseguidos evitando las barreras con las que tropiezan tantos programas seculares de ayuda exterior. Y desde su alto cargo, Novák se asegura de que continúen así.

La Constitución húngara refleja los principios cristianos porque los húngaros son un pueblo orgullosamente cristiano. “Estamos orgullosos de que nuestro rey San Esteban construyera el Estado húngaro sobre tierra firme e hiciera de nuestro país una parte de la Europa cristiana hace mil años”, se lee en el Preámbulo de la Constitución. Actualizado en 2011, el texto establece claramente los principios que respetan la vida y la familia. “Todo ser humano tiene derecho a la vida y a la dignidad humana; la vida del feto está protegida desde el momento de la concepción”, reza el artículo II.

La presidente Novák insistió mucho en este punto durante todo su discurso. “La vida humana tiene un valor incalculable y debe protegerse desde el momento de la concepción”, dijo a la multitud que la vitoreaba. La Constitución húngara define claramente tanto el matrimonio como la paternidad. El matrimonio es “la unión de un hombre y una mujer establecida por decisión voluntaria… y es la base de la supervivencia de la nación. Los lazos familiares se basarán en el matrimonio y/o en la relación entre padres e hijos”. (Artículo L.1) Aunque los cristianos consideran estas verdades como evidentes, sabemos que éstas no son universalmente aceptadas en estos días. Todo lo contrario sucedió con los estudiantes, profesores y personal de la Universidad Ave María que respondieron con un estruendoso aplauso.

Estos principios básicos sobre la familia ayudan a explicar por qué esta nación fuertemente cristiana ha tenido éxito en su batalla contra la crisis demográfica que asola a la gran mayoría de los países “desarrollados”. Sin duda, la enérgica labor de Katalin Novák ha desempeñado un papel fundamental en el aumento de la tasa de fertilidad del país.

Hace una década, cuando la presidente Novák se reincorporó a la vida laboral tras pasar seis años en casa con sus hijos, la tasa de fecundidad húngara había caído a 1,21, y no daba señales de que fuera a recuperarse. Como Ministra de Asuntos Familiares y Secretaria de Estado de Familia y Juventud, Novák se convirtió en la arquitecta de la política más favorable a la familia que haya conocido país alguno en Europa en los tiempos modernos.

En la actualidad, el 6% del PIB húngaro se destina a ayudas familiares. Algunos ejemplos de estas políticas a favor de la familia son:

● Importantes exenciones fiscales: cuantos más hijos tiene una pareja húngara, menos impuestos sobre la renta tiene que pagar. Las madres que tienen más de cuatro hijos están exentas de por vida del impuesto sobre la renta de las personas físicas.

● Condonación de préstamos estudiantiles: si una pareja húngara tiene tres hijos, se condona la deuda estudiantil de ambos padres.

● Subsidios de vivienda para recién casados: los matrimonios jóvenes reciben subsidios para construir o comprar su propia casa.

Estas políticas a favor de la familia han contribuido a formar una sociedad próspera. En los últimos diez años, los matrimonios en Hungría se han duplicado, los abortos se han reducido en un tercio y la tasa de fertilidad ha subido a 1,66. Aunque sigue por debajo de la tasa de reemplazo del 2,1, la tendencia promete más húngaros. Más familias prósperas y un país floreciente. “Esta alternativa cristiana funciona de verdad”, dijo la presidente Novák refiriéndose a estos principios. “No es una teoría que no se puede llevar a la práctica… y en Hungría tenemos la voluntad y el coraje de hacerla realidad”.

La presidente Novák busca no sólo una población creciente, sino una población creciente que se nutra de los valores cristianos y redescubra la fuerte identidad cristiana que sus gobernantes comunistas intentaron extinguir durante 45 años. Novák nació cuando aún reinaba el comunismo y fue bautizada en secreto en casa de sus abuelos. Su familia y muchas otras se arriesgaron a las consecuencias de celebrar misa en secreto.

Aquellas décadas bajo el comunismo tuvieron efectos a largo plazo y el país aún se está recuperando. A dos generaciones de húngaros les robaron la alegría cotidiana de vivir en una comunidad creyente y la belleza de vivir su fe públicamente. Como dijo Novák: “Es muy fácil destruir algo, lo difícil es reconstruirlo”.

Por su parte, la presidente Novák se enfoca en las futuras generaciones de niños. Cada vez más niños asisten a escuelas religiosas, gratuitas para las familias y financiadas por el gobierno húngaro. Novák espera que, a medida que más familias elijan estas escuelas y los niños aprendan su fe, ellos a su vez enseñen a sus padres, de forma sutil y cotidiana, la belleza de la Fe.

Hungría es un país en vías de recuperación, una anomalía en el mundo actual. Pero es un ejemplo de lo que otros países necesitan: Dios y familias fuertes. Sólo a través de Él podemos lograr algo, y esta fe que se nos ha dado debe transmitirse de generación en generación para que prolifere.

(*) Chiara Mosher es Editora en Population Research Institute

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