La batalla por la Casa Blanca ha comenzado. El último líder demócrata en postularse para las primarias del partido ha sido Pete Buttiegieg. Además de ostentar la alcaldía de South Bend (Indiana), Buttiegieg es considerado un auténtico líder de la casua supremacista LGTBI en los Estados Unidos.  De hecho, el político progresista ha demostrado a lo largo de su trayectoria política su predisposición a instrumentalizar su compromiso sentimental, su orientación sexual, o cualquier otro aspecto de su personalidad para visibilizar la perpetua reivindicación del colectivo gay.

Conocido por sus alardes provocativos y la difusión de circunstancias personales ajenas al interés público de los norteamericanos, Buttiegieg se ha erigido en la más pura esencia del ascenso mediático, político, económico y social en base al mito de la discriminación sexual. De esta forma, los expertos locales no dudan en vaticinar que uno de sus grandes argumentos para encabezar la candidatura demócrata a la cima de la República, será la defensa de los derechos civiles de los homosexuales: “En efecto resulta paradójico que un líder político homosexual, con trascendencia mediática nacional, construya su campaña sobre la idea de que los gays tienen más difícil escalar social o políticamente”. Sencillamente parece predicar una verdad universal que su propia condición desmiente.

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Con tan solo 37 años, este joven político se reconoce a sí mismo como episcopaliano, aunque en su nacimiento fue bautizado en el seno de la Iglesia Católica. Desde entonces no ha dejado de tergiversar la doctrina de esta confesión al servicio de sus intereses políticos. Partidario y practicante del ‘matrimonio’ homosexual, del aborto o de la eutanasia, el candidato trascendió televisivamente en EEUU tras afirmar categóricamente que Dios le había hecho homosexual.

«Lo importante es que la persona que debe tomar la decisión en la mujer»

El líder norteño no ha querido defraudar a sus simpatizantes, y ha regalado nuevas perlas al aparato mediático progresista  durante el acto de celebración de su candidatura a las primarias del partido azul. «Hay muchas partes de la Biblia en las que se habla de que la vida comienza con la respiración», ha sentenciado.

Las palabras responden al persistente debate estadounidense respecto de la despenalización del aborto por plazos. Es oportuno recordar al lector de que, a diferencia de lo que ocurre en Europa, donde el aborto se ha normalizado, en muchas regiones de Estados Unidos todavía es considerada una práctica ilegal y un dilema moral muy debatido.

 Reflexionando sobre la interrupción voluntaria del embarazo, concretamente en torno a la conveniencia de evitar los abortos en etapas tardías de gestación, el alcalde se mostró muy escéptico y sitúo límite ético para exterminar la vida humana en el momento del nacimiento. Más tajante se mostró en el momento de discernir cuál es, en su opinión, el verdadero quid de la cuestión en relación al aborto: «Lo importante es que la persona que debe tomar la decisión en la mujer», afirmó.

Solo el tiempo, y los votantes, podrán desmentir la rentabilidad de esta beligerante táctica electoral. Por ahora, sin embargo, las encuestas se  muestran inflexibles ante la beligerante propaganda desplegada por Buttiegieg. De hecho, las demoscópicas americanas descartan al polémico cansidato andiano frente a la fortaleza de las candidaturas de Joe Biden (ex. Vicepresidente)  o Bernie Sanders (senador).

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