Maravillosa imagen de la fachada sur de la catedral de León
Maravillosa imagen de la fachada sur de la catedral de León

Un envidiable privilegio del que disfruta España y que apoya con fuerza su economía es el hecho de que son millones los turistas que nos visitan todos los años.

Y es que España cuenta con muchos atractivos que ya los quisieran otros países como el contar con magnífica playas en las Canarias, en las Baleares y en las costas del Mediterráneo que atraen gran cantidad de visitantes procedentes de los fríos países del norte.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

Suscríbete ahora

En esta ocasión y para el análisis que a continuación presentamos nos detendremos en el turismo cultural de tipo religioso.

Suntuosas las catedrales que decoran la geografía española, entre las que destacan Toledo, Barcelona, Valencia, Segovia, Santiago de Compostela, Burgos, León, Salamanca y muchas más que son auténticas joyas de arte.

Y dentro del turismo histórico-religioso tenemos Covadonga en donde empezó la Reconquista, la tumba del Cid y de doña Jimena bajo el crucero de la catedral de Burgos, la basílica del Pilar en Zaragoza donde se venera a la virgen del mismo nombre, la tumba del Apóstol en Compostela, el sepulcro de los Reyes Católicos en la Capilla Real de Granada y un sinfín de monumentos que dan fe de la religiosidad de épocas pasadas.

Sí, “que dan fe de la religiosidad de épocas pasadas” porque la actual religiosidad del pueblo español alcanza en estos momentos sus más bajos niveles.

Cuando en aquellos tiempos de la Edad Media los piadosos españoles construían catedrales y honraban a sus héroes lo hacían con el propósito de adorar a Cristo Rey a quien reconocían como el monarca indiscutible de toda la creación.

El tiempo pasó, la mentalidad popular fue cambiando y el día de hoy –como dijera el socialista Alfonso Guerra- nos encontramos con “una España a la que no reconoce ni la madre que la parió”

Quien hoy visite las maravillosas catedrales y se acerque a las obras de arte religioso que engalanan el patrimonio español, es muy probable que experimente un amargo sabor de boca.

Contemplará monumentos de un incalculable valor artístico, admirará cuadros y esculturas pero sentirá que eso es cosa de un pasado que jamás volverá.

Y es que hoy en día nos rodea tal ambiente de relativismo que desemboca en un agnosticismo ateo que resulta imposible que del pueblo salgan arquitectos, escultores, pintores e incluso literatos capaces de reproducir las glorias de antaño.

Es triste reconocerlo pero la gran mayoría del pueblo ha perdido la fe, de lo cual da testimonio una encuesta en la que se dice que solamente el 27% de los españoles son católicos practicantes.

En cambio pueblos que hasta hace poco eran tierra de misión –como son los casos de Kenia y Nigeria- cuentan con un altísimo porcentaje de católicos coherentes con su fe.

Cuando contemplamos esas obras de arte que tanto admiran los extranjeros y que nosotros las tenemos enfrente de casa, nos persuadimos de que, más que lugares de culto, son ya simples museos.

“El Arte es el lazarillo que lleva a Dios por la tierra”, frase que quiere indicar como aquellos piadosos católicos del medioevo utilizaron el Arte para explicarle los misterios de la Biblia a los analfabetos.

Y así tenemos relieves en el exterior de las catedrales, pinturas que muestran los misterios del rosario y obras literarias con las que sus autores explicaban la Fe con pedagogía y sencillez.

España se ha convertido en un enorme museo que visitan millones de turistas todos los años para fotografiar lo que hace siglos hicieron grandes artistas.

¡Qué lástima! Una auténtica pena que roza los linderos de la tragedia el hecho de que aquellos suntuosos monumentos de la Fe de Cristo se vean rebajados a la simple categoría de museos.

Unos museos que son visitados por turistas que suelen carecer de cultura religiosa, razón por la cual no saben apreciar lo que tienen enfrente de sus narices.

Y la mayoría de los españoles (con un bajísimo 27% de practicantes) cojea del mismo tiempo al pensar que se trata de un arte frío que no le dice nada al hombre de hoy.

Cuan equivocados están pues, si procurasen cultivarse, en el momento de encontrarse ante una de esas obras maravillosas pudiera ocurrir que despertasen de su letargo y viesen como las que aparentemente son piedras frías y viejas pinturas les están dando el mensaje de esperanza que están deseando con gran ansiedad.

Comentarios

Comentarios

Abogado, historiador y periodista. Editorialista de el Heraldo de México (1973-2003). Colaborador de varias revistas mexicanas y españolas. Corresponsal en México de la revista Iglesia-Mundo (1981-1994). Autor de 'La cruzada que forjó una patria' (1976); 'Forjadores de México' (1983); 'Los mitos del Bicentenario' (2010) e 'Isabel la Católica. Su legado para México (2013).