Cuatro son los valores que integran la nacionalidad: El territorio, la raza, el idioma y la religión.
Por lo tanto, cuando dentro de un mismo territorio, conviven una misma raza que se expresa en un mismo idioma y que profesa la misma religión, podemos decir que se dan los cuatro valores integrantes de la nacionalidad.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraHace quinientos años en lo que hoy es México no existía una nación.
Ciertamente que existía el territorio pero era desconocido por quienes lo habitaban puesto que en él convivían diversos pueblos que hablaban distintos dialectos, que adoraban a distintas deidades y que vivían en un clima de continua hostilidad.
Según esto, al no darse los elementos integradores de la nacionalidad no existía un Estado tal como se entiende dentro de la Teoría Política.
En la meseta central, en la Gran Tenochtitlán, los aztecas dominaban, extorsionaban y aterrorizaban a los pueblos vecinos; razón por la cual eran universalmente odiados.
Es importante aclarar que suele confundirse la historia de los aztecas con la historia de México. Esto es inexacto. Había un pueblo dominante –ciertamente el azteca- y numerosos tributarios con algunas zonas relativamente independientes en Tlaxcala y Michoacán.
Los aztecas habían impuesto un sistema terrorífico que giraba en torno al culto sangriento a Huitzilopochtli ante cuya terrorífica imagen se sacrificaban miles de víctimas anualmente arrancándoles el corazón.
Un lazo de terror era el que unía a Moctezuma con sus súbditos.
Este es el panorama con el que se encuentra Hernán Cortés quien, aprovechando el resentimiento de los pueblos vecinos, los convierte en aliados y, de ese modo, le resulta mucho más fácil someter a los aztecas, lo cual jamás hubiera ocurrido si aquí hubiese existido un Estado poderoso.
Esa es la razón por la cual los pueblos sometidos –especialmente los tlaxcaltecas- no vieron a Cortés como un invasor sino más bien como el hombre providencial que venía a liberarlos de la opresión.
Como era de esperarse, ocurrió lo que tenía que ocurrir: Gracias a los miles de indígenas que apoyaron a Cortés, éste logró conquistar Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521.
Una vez consumada la Conquista material, Cortés emprende otra mucho más difícil: La Conquista Espiritual, razón por la cual le pide al Emperador Carlos V que le envíe misioneros.
Estos llegan el 13 de mayo de 1524. Era un pequeño grupo de doce franciscanos que venían bajo las órdenes de Fray Martín de Valencia.
En cuanto Cortés se entera de su llegada, acude a su encuentro y les recibe de rodillas.
De este modo se inicia la evangelización sistemática de los pueblos que habitaban el territorio que muy pronto sería conocido como Virreinato de la Nueva España.
Cada vez que los misioneros edificaban un templo y un convento a su alrededor se agrupaban los indígenas lo cual aprovechaban los frailes para darles ropa y alimentos, así como para enseñarles un oficio mediante el cual podían ganarse honestamente la vida.
Fue así como la fundación de un convento equivalía a la fundación de un poblado; por otra parte la influencia de los frailes atraía a los comerciantes y al poco tiempo nacía una pequeña población que, agrupándose con otras, formaba un ayuntamiento.
Varios ayuntamientos integraban una provincia y varias provincias daban vida a un Estado Nacional.
Como antes dijimos, los indígenas se acercaban a los misioneros porque éstos no solamente les daban ropa y comida sino que al mismo tiempo que les enseñaban un oficio les enseñaban también el idioma castellano.
En tres siglos en la Nueva España se construyeron cerca de cinco mil iglesias que no solamente fueron centros religiosos sino también focos de cultura.
Una vez que en las misiones se había civilizado, educado y castellanizado a los indígenas fue cuando los frailes procedieron a evangelizarlos lo cual resultó relativamente fácil pues los indígenas pudieron apreciar las ventajas que suponía el nuevo estilo de vida y compararlo con la barbarie caníbal con la que los aztecas los tenían aterrorizados.
Se fue tejiendo una vasta red civilizadora que hizo que en dos generaciones estos pueblos pasaran del Neolítico el Renacimiento.
Antes de que terminara el siglo XVI, aquí existía otra realidad puesto que se daban ya los cuatro elementos integradores de la nacionalidad.
España había cruzado el Atlántico con el muy definido propósito de fundar otra España en las tierras recién descubiertas.
Efectivamente, antes de que se cumpliera un siglo de la Conquista, dentro del territorio existía ya la unidad política (Virreinato), se hablaba un mismo idioma (castellano), se profesaba una misma religión (católica) y surgía la raza mestiza que era resultado de la unión de españoles e indígenas y que hoy predomina en México.
Al mismo tiempo que se daba este proceso integrador, llegaban los elementos básicos de la civilización occidental como son la imprenta en 1539 y la Universidad en 1551.
México tuvo universidad ochenta años antes de que existiera la famosa Universidad de Harvard la cual apenas se fundó en lo que hoy son los Estados Unidos hasta 1636.
Como impulsores de obras de beneficio material tenemos a Fray Francisco de Tembleque construyendo un acueducto de 48 kilómetros de largo, a Fray Diego de Chávez dando vida a la Laguna de Yuriria, de 80 kilómetros cuadrados de extensión y que fue la primera obra hidráulica del siglo XVI.
Y al beato Sebastián de Aparicio construyendo numerosos caminos, siendo el más importante el que une las ciudades de México y Zacatecas.
Ejemplos sublimes de grandes civilizadores son don Vasco de Quiroga en Michoacán y San Junípero Serra en California.
Como obras de caridad que realizaron una gran labor social tenemos infinidad de asilos, hospitales y orfanatos. Destaca de manera especial la Cofradía del Rosario que entre 1538 y 1738 educó y dotó a 4,476 niñas huérfanas.
Huellas imperecederas de la presencia de España en México son bellísimas ciudades en donde el Arte Barroco español se entrelaza con lo mejor de la sensibilidad indígena, lo cual dio origen a ciudades que son auténticas joyas como es el caso de Puebla, Guanajuato, Morelia, Zacatecas, Guadalajara, Oaxaca y muchas más donde se palpa como en tierras de México renació lo mejor de España.
Dentro del tema que nos ocupa, es importante mencionar la expedición contra la viruela que salió del Puerto de la Coruña en 1803, que venía bajo la dirección de Jaime Balmis e Isabel Zendal y que, con la ayuda de 21 niños expósitos, logró traer y propagar en el Nuevo Mundo la vacuna contra la viruela, una enfermedad que en aquel entonces era incurable.
Sería omisión imperdonable no mencionar la gran obra realizada por los emigrantes españoles a lo largo de los siglos.
Buscando un porvenir que su patria les negaba, los emigrantes llegaron a tierras del Nuevo Mundo y fue aquí donde hicieron la América.
Al llegar a este punto hay que ser muy precisos al utilizar la frase “hicieron la América”.
Dicha frase no debe entenderse en el sentido de que los emigrantes se enriquecieron y regresaron a su patria con las alforjas llenas de oro. Creer eso sería una visión distorsionada de la gran labor realizada por los emigrantes españoles en tierras del Nuevo Mundo.
Más bien la frase “hicieron la América” hay que interpretarla en el sentido de que los emigrantes han sabido agradecer la hospitalidad que les brindaron los habitantes de estas tierras, luchando por el engrandecimiento de los pueblos que los acogieron.
Los emigrantes han luchado por el engrandecimiento de estos pueblos fundando empresas que dan trabajo, que proporcionan bienes y servicios, que crean riqueza y que, al pagar impuestos, contribuyen al desarrollo de la tierra que les recibió.
Construir una nueva realidad es el verdadero significado de la frase “hacer la América”
Cuando llega un emigrante, por ser ese emigrante ya un hombre hecho y derecho, el país que le recibe se ahorra lo que invertiría en educarlo y capacitarlo. Aquellos emigrantes de siglos pasados contribuyeron a “hacer la América” puesto que enseñaron a los indios oficios que antes desconocían como son la ganadería, la minería, la carpintería, la sastrería, la talabartería, etc. Etc.
Ejemplos de emigrantes españoles que con su trabajo han ayudado a edificar México son don José de la Borda en el siglo XVIII y don Pablo Diez en el siglo XX.
Ante todo lo anterior, consideramos que fue una feliz idea que en 2009 el gobierno de Veracruz colocara una estatua en honor de los miles de emigrantes españoles que llegaron a tierras mexicanas entrando por el puerto jarocho.
Una estatua que representa a un emigrante con una cabeza cubierta por una boina y cargando una maleta.
Una estatua que hace justicia a los miles y miles de españoles que al emprender una nueva vida en México “hicieron la América” o sea que contribuyeron a edificar esta región del mundo que cuando le reza a Dios utiliza la lengua que utilizaron Miguel de Cervantes y Sor Juana Inés de la Cruz.
Y ponemos punto final a este trabajo considerando que hemos alcanzado tres importantes objetivos:
- Defender la obra de España en México.
- Exponer la verdad histórica.
- Dejar testimonio escrito en páginas de ANDURIÑA, órgano oficial del Centro Gallego de México.
(Resumen de la conferencia sustentada el jueves 10 de octubre de 2024 en el Centro Gallego de México)