Escribía Luis Ventoso en ABC el pasado viernes que “la España que piensa está callada” por miedo a discrepar.

De un tiempo a esta parte el pesimismo se expande cual virus chino, cada vez caen más víctimas de ese mal.

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Eppur si muove!

Galileo ante el Santo Oficio

Y sí, a pesar de la ola de pesimismo nos movemos y el combate prosigue sin que los perros puedan hacer poco más que ladrar.

Una gran nación

Sé que lo sabes, ¿pero a que gusta recordarlo?

Demasiados de los políticos que proclaman que la nuestra es una gran nación nunca añaden que además es una, solo una, y no tropecientas.

Un único y gran país. Y no unos cuantos… 

Da igual que algunas regiones (esas agrupaciones de provincias eventualmente denominadas “autonomías”), utilicen el término “país” para referirse a sí mismas. También hay bobos con balcones a la calle que se dicen adalides del pensamiento. El País está lleno. 

Somos una única y gran nación que se está sacudiendo de encima complejos y negritudes legendarias. Vale la pena escuchar a Fernando García de Cortázar, el historiador español que mejor escribe:

Nos olvidamos de la pasión tan española por la libertad del hombre, de la lucha por su libre albedrío, de la defensa del derecho de gentes, de la construcción de un Estado en el que al Rey se le recordaba continuamente su autoridad limitada por el bien común. 

¡Qué exhibición de talento y sabiduría la de la Salamanca del siglo XVI con Francisco de Vitoria al frente de la mejor intelectualidad europea! 

Cuando por todo el viejo continente se halagan los oídos reales con argumentos divinos del poder coronado, a orillas del Tormes los filósofos y teólogos españoles defienden la existencia de leyes emanadas del pueblo, cuya modificación solo era posible con el consentimiento de la comunidad.

Nuestro pasado ya no es el de un país dislocado, absorto en la melancolía de gestas exhaustas y causas perdidas.

Antes al contrario, es la crónica de una nación apasionante de asombroso pulso cultural, que ha dado al mundo la lengua tallada por Nebrija, lengua de asombros y descubrimientos, lengua de celebración pero también de crítica, lengua que un día es la de Juan de la Cruz, y al siguiente la de Jovellanos, y luego la de Lorca con su gigantesca intuición imaginativa. (Fernando García de Cortázar: Razón y sentimiento de España)

En estos días de caza de brujas revisionista, manipuladora de la historia, Antonio Pérez Henares, que acaba de publicar una nueva novela histórica sobre un personaje fascinante, Cabeza de Vaca, recuerda algunos hechos fundamentales de nuestra historia:

La fabulosa reina Isabel, adelantadísima a su tiempo, ya en 1500 lo prohibió [esclavizar a los indios]. Antes incluso, porque cuando Colón vuelve de su segundo viaje trae esclavos indios y la reina se enfada con él y le hace devolverlos en su tercer viaje, porque considera que sus súbditos no pueden ser esclavos. 

No sólo eso: Isabel II aconseja antes ya de 1500 el matrimonio interracial. Y en 1514 el rey Fernando establece por ley que esos matrimonios interraciales no sólo son absolutamente legales, sino que sus descendientes tienen legítimo derecho a heredar, exactamente igual que si fueran hijos de castellanos. (Antonio Pérez Henares: «Hay una teocracia progre que aún se cree la leyenda negra de España»)  

Los genocidas

Quienes difunden la supuesta leyenda negra son, hoy como ayer, los artífices reales de las políticas racistas y los colonialismos genocidas.

La población mestiza e indígena era totalmente mayoritaria en el imperio español, y sin embargo al norte, en territorio inglés, no ha quedado un indio vivo

Incluso en el imperio español, los genocidios más terribles y más recientes los cometieron los argentinos y los chilenos en el siglo XIX, ya independientes, contra los mapuches, contra los tehuelches… 

Nos acusan de genocidas los que son verdaderamente genocidas. (Antonio Pérez Henares: «Hay una teocracia progre que aún se cree la leyenda negra de España»

Este verano di con un texto británico que reconoce las mentiras (sobre todo británicas) de uno de los grandes episodios de nuestro pasado: la Armada Invencible.

Se trata de un artículo publicado por la revista BBC History, aparecido en la web internacional de la BBC:

La derrota de la Armada no trajo la victoria en la guerra con España. De hecho, ese conflicto se prolongó hasta el siglo XVII. Por otro lado, los españoles nunca vieron a lo que le ocurrió a la Armada como un revés significativo. Y eso es porque, en 1589, los ingleses sufrieron un vergonzoso desastre naval propio.

Ese año, Drake dirigió un ataque conocido como la invencible inglesa o Contraarmada, con el objetivo de destruir el resto de la flota de Felipe II mientras ésta estaba en reparación en Santander.

Fue un fiasco, en el que murieron 15.000 ingleses, y se perdieron muchas de las 86 naves usadas en el ataque. 

María Pita, lideró una feroz resistencia contra la armada inglesa. Todavía se la recuerda como heroína en La Coruña. (Por qué el relato de la Armada española es una de las grandes mentiras de la historia)

Y frente a estos hechos comprobados, frente a la realidad y a la verdad, la apisonadora de la mentira que trata de aplastarnos a todos. La describe muy bien Juan Van-Halen:

Debemos a Orwell: «El concepto de verdad objetiva está desapareciendo de nuestro mundo; las mentiras pasarán a la historia». Las mentiras se harán historia. Serán ya como verdades asumidas.

Nunca como aquí y ahora se ha mentido tanto desde el poder, nunca la mentira ha sido tan reiteradamente esgrimida con tanta desfachatez, virtuosismo y convicción.

A menudo aquella afirmación atribuida a Goebbels de que «una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad» es la norma, el catón de los rasputines de turno que diseñan lo que debemos creer o rechazar, lo que es bueno o malo, lo que es cierto o no. (Juan Van-Halen: La muerte de la verdad)

Las consecuencias de la persecución de la verdad pueden resultar devastadoras. Nuestra historia pasada lo demuestra.

La verdad ha muerto y su vacío conduce al totalitarismo. Si se persigue y se niega la verdad ¿cómo garantizar unas elecciones limpias y libres?

Cuando la mentira resulta algo natural es que la sociedad está enferma. Suele llevar al enfrentamiento y al caos. (Juan Van-Halen: La muerte de la verdad)

Vale, pero seamos objetivos. En ocasiones alguna verdad logra colarse en la plaza pública, ¿no te parece? 

Hay algunos pocos medios de comunicación que siguen resistiendo con coraje y determinación. Incluso este correo electrónico dominical pretende, desde la humildad de nuestros recursos, ayudar a entrever por dónde anda la verdad.

Aunque tengamos que luchar contra gigantes que recurren siempre a la guerra sucia.

Cuando la verdad se abre paso y se hace pública con la dificultad y timidez de aquello que se sabe en minoría, el poder inunda los medios y las redes sociales con noticias contradictorias que son creídas a pies juntillas por la buena fe, la ignorancia o las afinidades ciegas. (Juan Van-Halen: La muerte de la verdad)

Añadamos al negro panorama que pinta Juan Van-Halen unas gotas de realismo y contexto. Porque la Historia no se detiene, ni se aprecia con exactitud a pocos centímetros del suelo.

Un poco de distancia, por favor 

Si elevamos la vista unos cuantos metros, si adquirimos un poco de perspectiva, recordaremos que hemos atravesado y superado muchas situaciones terribles. Y no hace falta recurrir a los años 30. 

Mucho más próximas están las oleadas de atentados terroristas de los 80, cuando casi cada día moría un inocente y tantas veces se trataba de un general o algún alto mando del ejército; o las crisis económicas de los 90, con niveles de paro extraordinarios; o la inaudita plaga de la corrupción de los últimos años del felipismo, cuando la administración del Estado estaba plagada de ladrones; o las turbias maniobras del PSOE reuniéndose con los golpistas del 23F para hablar de “reconducir” la política española; o cuando Zapatero “reinaba” en todas partes y nadie daba un duro por su relevo en unas elecciones.

Las crisis, todas, siempre las superamos. Y la Historia no se detiene, mucho menos se acaba, como quisiera Sánchez. 

Aunque a veces parece que se repite. Por ejemplo, el comportamiento de la izquierda. Es inaudito que el PSOE del siglo XXI retroceda cien años y transite hacia el PSOE de principios del XX conociendo, como conoce, lo que sucedió la vez anterior. Inaudito que no quieran aprender nada del pasado. Ni siquiera del suyo.

Pero gracias a Dios, hay gente en la izquierda que ha pensado. E incluso ha enmendado errores, o rectificado trayectorias cuando la razón y la realidad lo hacían necesario. Nada que ver con este PSOE, con la izquierda de 2020. 

Contexto de la siguiente cita: el autor es Jon Juaristi, que durante la transición militó en Euskadiko Ezkerra, la izquierda del PSOE en el País Vasco, junto a Mario Onaindía. Hoy los antiguos revolucionarios rinden homenaje a los franquistas de la transición:

Mario Onaindía, y con él la mayor parte de los que hicimos la transición a remolque de los reformistas, aprendimos pronto la diferencia entre un gran demócrata como Rodolfo Martín Villa y los asesinos de ETA o del FRAP. 

Algo que la indecente y putrefacta izquierda del presente, que nunca arriesgó lo más mínimo por las libertades políticas, finge desconocer, porque busca la guerra civil y no otra cosa. (Jon Juartisti: Reformistas)

No sabemos cómo saldremos de esta. Pero sabemos que saldremos. Lo sabemos todos aquellos que estamos movilizados para cambiar España. Y lo sabemos porque sabemos que no nos rendiremos jamás.

¡A las barricadas!

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Jamás pensé que uno pudiera ganarse la vida hablando de la vida de los otros, así que sigo creyendo que no soy un periodista. Dicen que éste, el segundo oficio más viejo del mundo (el que estás pensando es el tercero), se ha profesionalizado. Yo me dedico a intentar disimularlo. Este es mi blog http://mvidalsantos.tumblr.com/