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Mientras siguen los fallecimientos, el Gobierno intenta robar a los ciudadanos el protagonismo que estos tienen, su heroicidad, para colgarse las medallas de la lucha contra la enfermedad.

Te presento a alguien que sabe lo que dice, el doctor Mariano Provencio, un oncólogo e investigador de los muchos que estos días, con su solo esfuerzo personal, caminan tan por delante del Gobierno

Este es su diagnóstico:

Los ciudadanos vamos cien pasos por delante del Gobierno. 

La sociedad civil ha estado más a la altura que la Administración que la dirige. (Cuando la sociedad civil va cien pasos por delante de su Gobierno)

Durante toda esta crisis el Gobierno ha estado ausente. Solo sabe chupar cámara, acaparar horas y horas de televisión, interminables ruedas de prensa que o no dicen nada nuevo, o difunden mentiras.

El Gobierno ha actuado siempre a remolque de la sociedad, de las personas que han tomado iniciativas cruciales, de tantos héroes que se están jugando la vida para combatir la enfermedad y ayudar a quienes la contrajeron.

Mariano Provencio, oncólogo y presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Pulmón:

Ante la falta de protocolos unificados y equipos de protección, en cada ciudad y en cada hospital hemos hecho, a la carrera, lo que como profesionales creíamos que era más acertado.

Hemos sido los sanitarios los que hemos ido compartiendo información unos con otros, utilizando las Redes Sociales como plataforma para comunicar dudas y conocimiento. Adelantándonos de nuevo y organizando la información dentro del caos.

En definitiva, los ciudadanos vamos cien pasos por delante del Gobierno. Y no sólo nosotros, los sanitarios, sino también empresas, universidades, científicos, matemáticos, transportistas… padres que llevan más de quince días sin salir de casa con sus hijos, y un sinfín de ejemplos que nos demuestran que, como sociedad, hemos estado a la altura de la grave crisis que vivimos. (Mariano Provencio: Cuando la sociedad civil va cien pasos por delante de su Gobierno)

Por la tele no paran de asomar miembros del Gobierno y algunos de sus escuderos, a ver si nos convencen de que hablar horas y horas es hacer algo. 

Pero no nos han mostrado ni una sola imagen de la realidad.

En el pasado, al PSOE le ha funcionado muy bien negar la realidad. 

¿Le funcionará ahora, “en la mayor mortandad en España desde la contienda de 1936”, como escribe Francisco Rosell? 

Atendiendo a la dolorosa invisibilidad de los casi 12.000 fallecidos oficialmente en España por el coronavirus, recobra lúgubre vigencia el aforismo estalinista.

El padrecito Stalin, con 20 millones de víctimas sobre su conciencia, sentenció cínicamente que, mientras que una muerte es una tragedia, un millón es estadística.

De hecho, el Gobierno no ha tenido el decoro de declarar duelo oficial y situar a media asta las banderas de los edificios públicos. (Francisco Rosell: Cuando los muertos despertemos)

El confinamiento de la legalidad

Usurpar el mérito a los héroes que estos días dan hasta su propia vida por acabar con la epidemia no es la única actividad del Gobierno. Hay más. E igualmente grave.

Cada vez se alzan más voces denunciando que el Gobierno ha convertido el estado de alarma y el confinamiento en una herramienta para sortear la legalidad y anteponer los intereses ideológicos y de partido al sistema constitucional.

Los intentos de saltarse la Constitución (y no solo intentos) aparecen por todas partes, y de manera especial en las televisiones del régimen. Por ejemplo, en la televisión pública, que manipula y miente con descaro hasta en los rótulos, porque en España el estado de alarma lo aprueba o deniega el Congreso de los Diputados, no Pedro Sánchez.

Son tantos esos intentos que es difícil sustraerse a la idea de que estamos poco menos que ante un secuestro de la legalidad. Algunos incluso hablan de un golpe de Estado encubierto.

Desde la segunda república, jamás habían sido suprimidos hasta tales extremos los derechos y las libertades de todos. 

Ya no vivimos en una democracia plena, y tal circunstancia empieza a resultar más que evidente a tenor del comportamiento del Gobierno. 

Y Pablo Iglesias en el CNI

Los analistas independientes, los que no están pagados por la televisión pública, ni por La Sexta, o Telecinco, o Antena 3 o las cadenas autonómicas o los digitales que viven de la subvención y la publicidad del Gobierno, es decir, los analistas libres, coinciden: se han dado los primeros pasos para recortar la democracia

Las pasadas/próximas dos semanas son lo más parecido a lo que sería una España bolivariana al modo que quiere Podemos, sin libertades y con la Policía parándote por la calle para controlar tus movimientos. 

Sin derecho de reunión ni capacidad de darse un homenaje en hoteles o restaurantes. Con colas para entrar en unas tiendas de alimentación con las estanterías medio vacías. Sin Semana Santa, ni misas, ni ningún tipo de acto litúrgico. 

Con el presidente protagonizando interminables alocuciones en todas las cadenas de televisión en las que cuenta lo bueno que es. Con ruedas de prensa en las que el presidente responde preguntas filtradas por su gabinete leidas por el propio secretario de Estado de Comunicación. 

Con un Gobierno que recibe trato de favor en la sanidad y que no respeta las normas de cuarentena que se imponen a los ciudadanos. Con un Parlamento sin apenas actividad y reducido a mero certificador de las medidas adoptadas por el Ejecutivo. 

Con las empresas privadas maniatadas por la prohibición de despedir trabajadores. Con los hospitales saturados y con falta de material. Y, sobre todo, con una sociedad que se siente engañada e impotente. 

Todo esto lo soportamos estos días porque lo consideramos una situación excepcional, un paréntesis momentáneo, pero así es la vida cotidiana en el comunismo venezolano que quiere imponer Podemos

Probablemente le parezca irreal que eso llegue a ocurrir en España. Ojalá, pero hace solo un mes también también nos parecía irreal la situación que estamos viviendo hoy. (Manuel Contreras: Ensayo)

Numerosos medios alertan sobre el modo en que se está aplicando el decreto de estado de alerta y empiezan a utilizarse expresiones como “secuestro de la legalidad”, coincidiendo precisamente con la llegada de Pablo Iglesias al CNI:

Se está utilizando la excepcionalidad de la situación para sustraer derechos y libertades a los ciudadanos con decisiones extrajurídicas, en algún caso, y directamente antijurídicas, en otros. Un asalto al sistema de garantías que en un momento podría resultar legítimo con el objeto de frenar la pandemia, pero que en puntos concretos se está convirtiendo en abuso de poder

Lo más preocupante no es el confinamiento de la población, sino el confinamiento de la legalidad.

Un secuestro del que están siendo víctimas el Congreso de los Diputados, hasta hoy orillado en la toma de decisiones; los ciudadanos, exponiéndose a la geolocalización de sus móviles para saber de la trazabilidad del virus, sin que haya mecanismo prefijado de desactivación y coincidiendo justo con la entrada de Pablo Iglesias en el CNI, y las empresas, a las que los últimos reales decretos ‘expropian’ sus rentas, haciéndoles asumir un coste que correspondería al sector público. (Nacho Cardero: El poder casi absoluto de Sánchez gracias al coronavirus)

El antiguo secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Henry Kissinger, señala la importancia de la credibilidad de las instituciones y el peligro que corren, a consecuencia del virus, los países poco cohesionados: 

«En un país dividido, es necesario un Gobierno eficiente y con visión de futuro, para superar unos obstáculos sin precedentes en su magnitud y en su alcance mundial. Mantener la confianza en las instituciones públicas es crucial para la solidaridad social, para la relación de las sociedades entre sí y para la paz y la estabilidad internacionales.

Las naciones se cohesionan y prosperan en la creencia de que sus instituciones pueden prever la calamidad, detener su impacto y restaurar la estabilidad. Cuando la pandemia del Covid-19 termine, se percibirá que las instituciones de muchos países han fracasado.» (Henry A. Kissinger: La pandemia del coronavirus transformará para siempre el orden mundial)

Es un hecho que España es un país dividido. Pasemos a la segunda parte del enunciado: ¿tenemos un Gobierno eficiente en el que podamos confiar para no dar al traste con el propio país?  

Detención domiciliaria masiva

¿Y sobre el confinamiento? ¿Qué opinas?

¿Crees que se parece demasiado a una detención domiciliaria masiva que los ciudadanos aceptamos por miedo?

Hay quien dice que no, que obligarnos a estar encerrados en casa es lo que hay que hacer para acabar con el virus. 

Más allá de las opiniones de cada cual, lo más adecuado es acudir a fuentes bien informadas y con argumentos sólidos.

¿Deberíamos salvar vidas deteniendo la economía por el confinamiento o sería preferible poner en marcha la economía a riesgo de prolongar y amplificar la enfermedad?

Es posible evitar este dilema adoptando otras estrategias más inteligentes

La prioridad sigue siendo salvar a los enfermos, pero ¿de qué sirve confinar a todos, incluidos los que están sanos y los que ya están inmunizados? Al impedir trabajar a casi todo el mundo, el confinamiento masivo provoca un colapso de la economía que, a su vez, revertirá sobre el bienestar material, psíquico y, a la larga, sanitario, de todos. (Guy Sorman: Otra estrategia: la bolsa y la vida)

Un ilustre grupo de economistas, algunos procedentes de la izquierda y con cargos en Gobiernos del PSOE, otros de raíz liberal, han publicado un documento en el que denuncian con sólidos argumentos el confinamiento al que nos están sometiendo Sánchez-Iglesias.

«El confinamiento, desde el punto de vista de la administración judicial constituye “arresto domiciliario”, sin que en este caso previamente haya habido juicio ni sentencia, y es, por ende, una medida de dudosa legalidad adoptada brutal e irracionalmente, sin ningún tipo de base científica.» (Contra el confinamiento de la población)

Los autores de este documento son Juan José R. Calaza, economista y matemático; Andrés Fernández Díaz, catedrático emérito Política Económica de la Universidad Autónoma de Madrid; Joaquín Leguina, Estadístico Superior del Estado; y  Guillermo de la Dehesa, economista y exsecretario de Estado.

«Nos oponemos al confinamiento –por ineficaz, humillante, traumatizante y destructivo–  y apelamos a la responsabilidad individual adoptando personalmente  medidas de protección en orden al distanciamiento social aunque aconsejamos aplicar el poder coercitivo del Estado en cuanto a la obligatoriedad de mascarillas y guantes fuera del hogar.» (Contra el confinamiento de la población)

Los autores de este documento argumentan con solvencia que el confinamiento no tienen fundamentos científicos:

«En una joya del profesionalismo científico, John P. A. Ioannidis (“A fiasco in the making? As the coronavirus pandemic takes hold, we are making decisions without reliable data”, 17/03, STAT)  Professor of medicine, of epidemiology and population health, of biomedical data science, and of statistics at Stanford University,  argumenta solventemente que los datos suministrados por distintos gobiernos y la OMS son un completo fiasco en cuanto a la confianza que podemos depositar en ellos. 

La principal laguna es que no sabemos cuántas personas han sido infectadas realmente hasta hoy por el virus Sars-CoV-2. Sin información fiable es arriesgado tomar decisiones, difícil corregir el impacto de la pandemia y probable cometer monumentales dislates. Ejemplo canónico de dislate: el estado de alarma impuesto en España.» (Contra el confinamiento de la población)

Confinar es, a la vista de los argumentos que se exponen en el documento, como mirar para otro lado, por cuanto solo se pospone el problema:

«Es un mito que el “aplanamiento” de la curva epidémica por confinamiento de la población salve muchas vidas. Y las pocas que relativamente  pudiese salvar, en el corto plazo, sería a costa de multiplicar los fallecimientos en el medio y largo plazo.

Lo que salva vidas es la prevención y utilización masiva de mascarillas cuando aún no se ha alcanzado un umbral critico de contagio y protegiendo, desde un principio, a ancianos que difícilmente pueden asumir su propia protección en residencias y otros lugares.» (Contra el confinamiento de la población)

Estos economistas advierten del gravísimo hundimiento económico de nuestro país si se mantienen las actuales condiciones del estado de alerta, lo que tendrá funestas consecuencias en el propio sistema sanitario, que no podrá afrontar en condiciones la pandemia:

«Hay que relanzar inmediatamente la economía para que jóvenes y trabajadores en general no sufran las consecuencias de la voladura del entramado económico. Un Estado endeudado por el desmoronamiento económico carecerá de medios para mantener un sistema de salud eficiente capaz de salvar vidas en el futuro.

Sorprende la visión cortoplacista de medidas draconianas, tomadas en España, cuyos impactos económicos, familiares, penales, intelectuales, laborales, afectivos, físicos, síquicos, etc., debidos al confinamiento obligatorio, serán sin duda devastadores

Esas medidas, confinamiento y distanciamiento social, no garantizan la disipación estacional de la pandemia ni evitan su vuelta, el próximo otoño. Por no hablar de la economía, a la que se le planta literalmente fuego con el señuelo de cientos de miles de millones de euros que van a dejar caer desde helicópteros. 

La tasa de letalidad en trabajadores es muy baja, menos del 0,4%, inferior, por ejemplo, a la de la gripe (influenza) que cursa en este momento: 0,8%. No se puede cerrar una fabrica de automóviles por una gripe; mucho menos, toda la economía. Hay que volver a poner el país a producir.» (Contra el confinamiento de la población)

Te recomiendo la lectura completa de este documento pinchando aquí. ¡Y pásalo si te parece oportuno hacerlo!

Hay alternativas

Si el confinamiento no es la solución, ¿qué hacemos?

«La alternativa sería establecer un sistema de pruebas para todos periódicamente, al menos una vez al mes, hasta que termine la epidemia y, esperemos, se desarrolle una vacuna. Estas pruebas sistemáticas permitirían a aquellos que no están afectados volver al trabajo, que sería la única forma de restablecer la economía.

Costaría menos sistematizar unas pruebas generales y periódicas que distribuir dinero [público] al azar a una población ociosa a su pesar.

Esta nueva estrategia, hacer pruebas, proteger, volver al trabajo, implica una evolución de las costumbres; a la espera de una vacuna, debería parecer normal y cívico ir a trabajar con mascarilla (habitual en Japón) y ropa de protección.» (Guy Sorman: Otra estrategia: la bolsa y la vida)

Los economistas citados más arriba señalan en la misma dirección y destacan la importancia de que el confinamiento sea voluntario:

«Guantes y mascarillas, incluso de buena fabricación casera, son realmente las únicas medidas de protección relativamente eficaces. Y quienes deseen confinarse voluntariamente son libres de hacerlo. Esto es lo importante. Posicionarse contra el confinamiento obligatorio no excluye que las personas con riesgo se confinen y tomen voluntariamente todas las medidas de protección necesarias y recaben la protección del Estado que debe ser la misma en toda España.» (Contra el confinamiento de la población

Los españoles representamos el 0,6 por ciento de la población mundial, pero hemos alcanzado el 20 por ciento de las muertes por causa de la pandemia. 

¿Seguiremos calladitos y encerrados?

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Jamás pensé que uno pudiera ganarse la vida hablando de la vida de los otros, así que sigo creyendo que no soy un periodista. Dicen que éste, el segundo oficio más viejo del mundo (el que estás pensando es el tercero), se ha profesionalizado. Yo me dedico a intentar disimularlo. Este es mi blog http://mvidalsantos.tumblr.com/