
No todo va a ser primero de mayo, orgullo u 8 de marzo.
¿Qué pasa con los asexuales? ¿Y con los trans? ¿Acaso no tienen derechos? ¿No merecen su día internacional?
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Hombre, trans, gay, asexual… Te va a caer un multón si piensas que todo esto requiere algún tipo de tratamiento, así son las leyes de la izquierda, da igual la realidad, lo importante es tener entretenido al personal con algo, lo que sea.
Preferentemente algo que tenga que ver con el sexo.
El martes que viene la peña de la moción de censura, ya sabes, ese puré de nacionalistas, secesionistas, primos de terroristas, comunistas, un señor de Teruel, otro de Canarias, otro de Santander, un par de navarros, en fin el puré, o parte de él, van a hacer el paripé trans en el Congreso.
Sus señorías progresistas quieren convertir en ley que los niños no tienen pene, sino lo que les dé el gano, y las niñas, lo que les dé la gana.
Quieren sus señorías aprobar pasado mañana la toma en consideración de una nueva ley trans, otra, esta vez de ámbito nacional, porque parece que las tropecientas leyes trans y lgtb autonómicas no bastan.
Creen que a base de amontonar leyes que niegan la biología, cambiarán la realidad.
Pero no es así…
Mientras la política progre arruina el tiempo y el dinero de todos combatiendo contra sus molinos de viento, en el Congreso pasan también cosas que, gracias a Dios, dignifican la política.
Esta semana lo revolucionario ha sido decir que 2 + 2 son 4. Y también lo más valiente.
Catedrático de Filosofía del Derecho, pensador y autor de referencia para quienes creen que otra España es posible y no pasa por ninguno de los dogmas de la izquierda, Francisco José Contreras, a la sazón diputado de Vox, escribió esta frase en su cuenta de Twitter:
“Un hombre no puede quedar embarazado. Un hombre no tiene útero ni óvulos.”
Mensaje censurado y cuenta inmediatamente bloqueada por los administradores de Twitter.
A estas alturas uno ya no sabe si son más idiotas que totalitarios o al revés.
Contreras ha sido vilipendiado estas últimas semanas por más actos heroicos. Por ejemplo, en el Congreso le han tratado poco menos que de perturbado por poner en duda el apocalipsis climático, forma de histeria colectiva que le ha permitido al Gobierno Sánchez aprobar una ley de cambio climático que nos va a empujar todavía más a la inanidad.
Pero volvamos a “un hombre no puede quedar embarazado”. Porque a lo mejor descubrimos que los totalitarios y/o idiotas no son solo los patrones de Twitter, y en general del lodazal conocido como redes sociales, sino que los encontramos también, y a montones, en los medios de comunicación.
Incluso en los que aparentan no ser demasiado progres.
Rubén no es un hombre, aunque las leyes de la izquierda obliguen a escribir lo contrario. Y precisamente porque no es un hombre, ha dado a luz.
Y no un “hije”, sino un hijo.
Dicen los medios que Rubén es “educador infantil”. No sé exactamente lo que significa pero no parece demasiado esperanzador.
Con todo ello, con el terrible juego de considerar la realidad como lo que no es, con la maternidad, con la corrupción del lenguaje, con las fotos y los titulares y la degradación del periodismo, con Rubén o con quien haga falta siempre que tenga el suficiente morbo, con todo ello los medios se han puesto las botas.
La izquierda y esa idiotez colectiva que nos rodea, más contagiosa que la COVID-19, han puesto de moda lo trans. Vende. Y los medios chapotean en ello.
Lo malo es que eso está generando un efecto llamada de consecuencias devastadoras para muchos menores.
¿Cuántos trans de verdad conoces?
Como en España ya no tenemos gran cosa que arreglar gracias al Gobierno Sánchez, ni hay problema que no pueda esperar a la próxima legislatura o al próximo siglo, vamos a votar una ley que afecta a… ¿cuántas personas?
Las cifras más verosímiles procedentes de los estudios más rigurosos (nada que ver con los datos-propaganda que proporcionan las organizaciones trans y lgtb) señalan que hay 4 personas transexuales por cada 100.000 individuos.
Para ser exactos, 4,6 por 100.000.
“Pero si hay muchas personas trans”, te dirá tu vecina. “Si solo con las que salen en la tele ya cuadruplican esa cifra”, argumentará.
Sucede que aquí nos referimos a personas con una alteración de su identidad de género de acuerdo con la clasificación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) denomina a esta circunstancia “incongruencia de género”.
Nos referimos a las personas incluidas en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), en el capítulo de Condiciones relacionadas con la salud sexual/Discordancia de género.
Y esas son 4,6 por cada 100.000 personas.
¿Entonces qué es esa cantidad de gente que se proclama trans en las teles y está presionando para que se les apruebe una ley a la carta?
Pues un sinfín de historias, motivos y causas, entre las que encontramos a los medios, a los políticos y partidos sin escrúpulos que, al quedarse sin ideología tras el fin de la URSS y de la huida de los votantes en todo Occidente, llenan la alforja con falsedades que terminan provocando sufrimiento y dolor.
Y por supuesto también encontramos a los aprovechados.
Ángeles Álvarez es una conocida feminista, socialista y exdiputada del PSOE:
“Ese término ambiguo [trans] es un cajón de sastre donde cabe todo tipo de condición: transexuales, transgénero, travestis, o conceptos indefinidos como no binarios.
Realidades y subjetividades variadas que nada tienen que ver unas con otras. Es un marco tramposo.” (Ley trans: dos análisis contrapuestos)
La moda de lo trans es producto también de lo que el sistema educativo ha hecho, ha destruido, en los más jóvenes. Y de lo que se prestan a hacer algunos médicos que no merecen tal título.
“Si hace unos años nos hubieran dicho que hay médicos que ceden a las ocurrencias de quinceañeros y aceptan castrarlos o cebarlos a hormonas, hubiéramos pensando automáticamente en el doctor Mengele y sus experimentos con cobayas humanas.
Y ahora no solo hemos normalizado el horror sino que además nos parece dictatorial e intolerante lo contrario: impedir que un varoncito o una hembrita se tumben en la cama del quirófano para que los mutilen.
Nos hemos acostumbrado al ver que los Gobiernos legislan a favor del cambio de sexo y no contentos con eso persiguen a los cuerdos que se atreven a decir que el rey va desnudo.” (Alfonso Basallo: ¿Está el mundo cerca de la fase final de la borrachera?)
Quienes más padecen este abuso en forma de ataque feroz a su identidad real y a su vida futura son los más jóvenes. Y leyes como la que puede entrar en 48 horas en el Congreso de los Diputados garantizan la destrucción de muchas vidas futuras:
“Lo peor de este tipo de leyes es que en su afán por ‘despatologizar’ dejan a la persona que va a ser sometida a una terapia de cambio de sexo absolutamente indefensa y le permiten tomar decisiones que, en muchos casos, suponen mutilaciones irreversibles, sin ni siquiera contar con un informe que identifique las causas de su malestar y les plantee otras soluciones que no sean la reasignación de sexo. Y esto, en el caso de los menores, no puede ser más doloroso.
Si el borrador de Ley Trans que Irene Montero pretende sacar adelante se convierte en Ley, muchos niños y niñas que se encuentran momentáneamente confundidos serán sometidos a tratamientos irreversibles sobre sus cuerpos sin que exista un informe médico que avale que ese tratamiento es el más adecuado.
Muchos de ellos serán cruelmente mutilados y verán alterado su crecimiento natural por las hormonas.” (Agustín Rosety Cózar: La Ley Trans es una amenaza para nuestros niños y niñas)
A la vista de las cifras de personas transexuales reales, es decir, de personas con “incongruencia de género”, según la definición de la OMS, 4,6 por 100.000, ¿está justificada la ingente cantidad de subvenciones a las múltiples organizaciones trans y lgtb que dicen defenderlos?
¿Acaso no sería mejor proporcionar directamente a las personas que sufren esta situación todos los recursos científicos, clínicos y económicos que precisen, en lugar de derrocharlos con intermediarios disfrazados de oenegé lgtb o trans?
“No cabe duda, que cuando hay un problema médico o social, que afecta a un grupo de personas, por pequeño que sea, cualquier acción para solucionarlo, o al menos paliarlo, estaría justificada desde un punto de vista sanitario, pues bastaría resolver el problema a uno de esos individuos para que los esfuerzos realizados en esa dirección merecieran la pena.
Sin embargo, nos preguntamos si el despliegue legal propuesto, que afecta a un cambio educacional sustancial de nuestro niños y adolescentes, que requiere la implantación de profundos de mentalidad colectiva, como es, la implementación de la ideología de género de forma transversal, tanto en las escuelas como en la universidad, y la dedicación para ello de amplios recursos económicos, estaría justificada para una población tan reducida.” (Justo Aznar: ¿Cuántos transexuales existen?)