
Cristina es la niña cristiana secuestrada por IS en Irak. Su familia, Jadar, fue una de las pocas que se quedaron en Qaraqosh cuando los terroristas invadieron este pueblo –de 50.000 habitantes -el más grande de mayoría cristiana de Irak- el 6 de agosto de 2014.
Los cuatro hijos mayores del matrimonio huyeron con otros familiares, pero Aida se quedó en casa junto con su marido y su hija Cristina de tan solo 3 años, demasiado pequeña para huir en mitad de la noche y a pie. El padre de la familia Jadar es ciego y se encontraba impedido para huir a la desesperada, así que decidieron quedarse.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPasaron los días y los yihadistas fueron puerta por puerta de la localidad comprobando que prácticamente todas las casas e iglesias se habían quedado vacías. Fue entonces cuando descubrieron que en la humilde casa de la familia Jadar aún estaban el matrimonio y la pequeña Cristina.
Aida: «Nos dijeron que si no nos convertíamos al Islam nos iban a matar»
“Al principio nos dijeron que si no nos convertíamos al Islam nos iban a matar. Nosotros no queríamos salir de casa por miedo a que nos hicieran algo. Pasados unos días vinieron de nuevo, pero esta vez sin amenazas, nos trajeron agua y algo de comer, pues ya no nos quedaba nada”, cuenta Aida.
El 22 de agosto de 2014 fue como el fin del mundo para Aida Jadar. Engañados por el IS, padre, madre e hija subieron a un autobús del grupo terrorista con la excusa de realizarles un estudio médico. Junto con ellos, había un pequeño grupo de cristianos que tampoco habían huido, todos ancianos o enfermos.
En realidad era una estrategia para alejarles de la ciudad y quitarles el poco dinero o las pertenencias que poseían.
Ante la amenaza de muerte de los terroristas, el matrimonio tuvo que presenciar cómo les arrebataban a su hija sin poder oponer resistencia
Obligados a bajar del autobús sin chequeo médico, les volvieron a subir de nuevo. Fue en ese momento en el que el conductor miró fijamente a Aida y arrancó de sus brazos a la pequeña Cristina. Ante la amenaza de muerte de los terroristas, el matrimonio tuvo que presenciar cómo les arrebataban a su hija sin poder oponer resistencia.
Más tarde, los padres fueron abandonados en medio del desierto. Consiguieron llegar a Erbil, capital del Kurdistán iraquí, gracias a un conductor que pasaba por allí. A pesar del desgarrador testimonio su madre nunca perdió la fe: “Creo y confío en Dios. Para él nada es imposible. Espero que traiga a Cristina de vuelta conmigo. Sé que me la devolverá”.

Hasta abril de 2015, los Jadar han vivido en el Ankawa Mall, un edificio destinado a ser un centro comercial que finalmente derivó en un centro de refugiados tras la ocupación del IS.
En aquellos días después de llegar a Erbil, lograron tener noticias de Cristina, a la que ya casi daban por muerta. El hijo mayor de los Jadar consiguió que unos conocidos musulmanes de Mosul le asegurasen que estaba retenida allí, en una casa de islamistas adinerados.
Aunque los años pasaban la familia Jadar nunca ha perdido la esperanza. Aida pidió que se rezara por su pequeña para que pudiera volver a casa, y el padre, Khouder Ezzo, que ha acompañado a esta familia durante todos estos años ha rezado un rosario diario por la liberación de su hija.
El pasado mes de junio, la iglesia local de Erbil confirmó a Ayuda a la Iglesia necesitada que Cristina había sido liberada en Mosul para finalmente reencontrarse con su familia en la capital del Kurdistán iraquí.
La liberación fue gracias a la colaboración de una familia musulmana dentro de la cual, junto a los diez hijos del matrimonio, Cristina fue considerada como una más.
Sin embargo, el matrimonio intentó en todo momento encontrar a la verdadera familia de la pequeña. Y así fue como se produjo el tan esperado reencuentro.
La familia Jadar y los cristianos desplazados en Erbil celebraron con gran alegría el regreso de Cristina. La pequeña al ver por primera vez a sus padres no los reconocía. Cristina había olvidado el arameo, su lengua materna, y el idioma que hablan los cristianos de Irak, en la cual rezan y celebran la Eucaristía. La pequeña tenía 3 años cuando fue secuestrada y ahora tiene 6.