Como cualquier otra chica de 19 años Rahma Haruna tiene muchos sueños que cumplir. Le gustaría aprender a leer, ir a la universidad y abrir su propio negocio, una tienda de ropa en su ciudad natal en Nigeria.
Sin embargo, su deseo más cercano es dejar de sufrir, el dolor de esta joven se puede ver y sentir. Debido a una extraña enfermedad sin cura, lleva desde los seis meses de edad viviendo en un cubo de plástico.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPero a pesar de ello, Rahma asegura que es muy feliz, le da gracias a Dios por su vida y afirma estar enormemente agradecida a su familia por la ayuda que recibe.

Rahma nació sana, fue la primera hija de Fadi y Hussaini, un matrimonio joven de la ciudad de Kona, al este de Nigeria. El nacimiento de la niña fue una alegría para su familia y durante los seis primeros meses de vida, la pequeña creció normal.
Sin embargo a partir del sexto mes, los padres de Rahma notaron que algo iba mal, sus extremidades empezaron a debilitarse y de un día para otro dejaron de crecer.
Madre de Rahma: “A los seis meses notamos que no se podía sentar, no gateaba y lloraba todo el tiempo de dolor”
Su madre ha explicado para Daily Mail el problema de crecimiento de su hija, “a los seis meses notamos que no se podía sentar, no gateaba y lloraba todo el tiempo de dolor”.
Pero los problemas de salud de Rahma no habían hecho más que empezar, enseguida vinieron las fiebres, los dolores de estómago y la parálisis total en el crecimiento de sus extremidades. En menos de un año la vida de esta familia cambió por completo y sin apenas recursos económicos se vieron obligados a confinar a su hija en un cubo de plástico para que pudiera estar erguida.
En África, todavía hay aldeas donde la discapacidad se ve como una condena, como un castigo para la familia y las personas discapacitadas son normalmente rechazadas y marginadas.

Así se ha sentido esta familia, rechazada y excluida por mantener viva a una hija discapacitada. Pero a pesar de tanto desprecio, estos padres han intentado por todos los medios que pudiera tener una vida digna, y por ello Rahma está agradecida.
“Ellos me han ayudado todos los días, para alimentarme, para vestirme y hasta para pasearme cuando no quiero estar en casa”, ha afirmado la joven.

Además, Rahma tiene un hermano de 10 años, Fahad, con el que está muy unido. “Nos gusta jugar juntos y la intento ayudar en todo, yo me encargo de bañarla y de llevarla a casa de nuestros parientes, se que eso la encanta, no le gusta estar mucho en casa”, cuenta su hermano.
El padre de Rahma ha trabajado sin descanso para pagar las facturas, ha vendido sus posesiones y se ha gastado una gran suma de dinero para encontrar una cura
La enfermedad de esta joven se desconoce por completo, pero aún así su padre no ha perdido la esperanza y sigue presionando para que los médicos les ayuden.
“Llevo 15 años intentando descubrir la cura para mi pequeña. He trabajado en el campo, en los mercados… en cualquier empleo que encontraba para poder pagar las facturas del médico. He vendido todas mis posesiones y hasta ahora he gastado cerca de un millón de nairas (más de 1.000 euros), solo Dios sabe cuánto hemos invertido en nuestra hija”, ha afirmado.

Por ello piden ayuda. Rahma necesita asistencia médica para que su enfermedad no vaya a más y para que sus extremidades dejen de contraerse, un proceso que le ocasiona mucho dolor físico.
Rahma: «Agradezco a Dios todo lo que tengo y no voy a dejar de tener sueños, quiero estudiar y abrir mi propio negocio»
Pero recientemente el destino de esta familia ha cambiado gracias a un generoso regalo. Madre e hija se encontraban en el supermercado cuando una persona vio cómo Fani estaba cargando a su hija en el cubo de plástico y sin pensarlo, les regaló una silla de ruedas.
Al día siguiente fueron portada del periódico local donde titulaban: “La niña valiente recibe silla de ruedas”.
A partir de ese momento la familia se ha vuelto popular en la ciudad y no ha parado de recibir regalos: ropa, alimento, medicinas…
Rahma ha mostrado su agradecimiento por la ayuda de la gente y a pesar de su condición no pierde el ánimo. “Agradezco a Dios todo lo que tengo y no voy a dejar de tener sueños, quiero estudiar, ir a la universidad y abrir mi propio negocio, una gran tienda para que la gente compra todo lo que necesite”.
