José Luis Álvarez, alias 'Txelis'
José Luis Álvarez, alias 'Txelis' / El Mundo

José Luis Álvarez Santacristina, alias Txelis, es uno de los primeros integrantes de la banda terrorista ETA, detenido en 1992 y condenado a prisión por varios delitos, y arrepentido de su pasado.

Su reconversión comenzó el mismo año 1992. Desde ese año, primero desde la cárcel en París y luego desde España, se mostró partidario de la vía pacífica hasta que fue expulsado de la banda en 1998, sobre todo después de su repulsa al asesinato de Miguel Ángel Blanco.

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Tras reclamar de nuevo el fin de ETA, asumió su obligación personal de reparar moralmente el daño a las víctimas y pedir perdón a las mismas

Fue en mayo de 2010 cuando, tras reclamar de nuevo el fin de ETA, asumió su obligación personal de reparar moralmente el daño a las víctimas y pedir perdón a las mismas.

Se convirtió al cristianismo desde la cárcel, en donde estudió Filosofía, Teología, Psicología, Letras Modernas y Empresariales, y ahora disfruta de la libertad condicional.

José Luis Álvarez ha renacido gracias al perdón, y por ello que ha dado siete consejos a la revisto Misión para insistir en que «Dios sabe que estoy arrepentido» y por si son de utilidad para alguna persona.

Por su interés reproducimos los siete puntos.

Siete consejos de Txelis para pedir perdón:

1. La petición del perdón, para ser auténtica y reparadora, debes hacerla, ante todo y sobre todo, desde el sufrimiento de la víctima, desde la conciencia del dolor generado, a veces de forma irreparable, en ella y en sus familiares.

Quien pide perdón no espera necesariamente que se le otorgue el perdón por la dificultad, enorme, de la víctima a concederlo

2. Recuerda que pedir perdón de forma sincera no obliga a la víctima a tener que otorgarte su perdón, ni siquiera a escucharte. Quien pide perdón de verdad no espera necesariamente que se le otorgue el perdón, porque es consciente del daño infligido, y de la dificultad, a veces enorme, de la víctima o sus familiares para poder perdonar.

3. Aunque pedir perdón no constituye una exigencia para la víctima, puede ser una oportunidad para que la memoria del daño  sufrida se asiente, se avance en la labor del duelo cuando se ha sufrido la pérdida de un ser querido o graves heridas físicas y morales, y se construya una paz reparadora.

4. Pedir perdón es un acto de humildad, pues te reconoces radicalmente falible y responsable del mal causado a alguien; no echas balones fuera, no buscas excusas: reconoces, simple y llanamente, tu error o el al causado.

5. También es un acto de valentía porque, lejos de toda arrogancia o sumisión deshumanizante a presiones externas, te atreves a enfrentarte al mal que has provocado.

6. Piensa que pedir perdón es un acto genuinamente humano, que muestra nuestra capacidad de reconocer el daño causado ante quienes lo han sufrido. Al pedir perdón, inicias un proceso de reparación del daño y, a su vez, te reconcilias contigo mismo, con lo más profundo de tu dignidad. Eso sí, pedir perdón no responde, en primera instancia, a una necesidad psicológica o social que tengas, sino a un deber de conciencia para con tu víctima.

7. Si pides perdón, no sólo pides algo, también ofreces algo, por pobre que parezca en comparación con el daño infligido: ofreces humildad, sinceridad, remordimiento y empatía con el dolor de la víctima y su familia, muestras tu pesar por el mal cometido.

Y, sobre todo, manifiestas tu firme voluntad de no volver jamás a realizar un acto semejante. En definitiva, ofreces y muestras tu sincero arrepentimiento.

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