Una mujer embarazada muestra su vientre, sobre el que se proyecta una ecografia
Una mujer embarazada muestra su vientre, sobre el que se proyecta una ecografia / Pixabay

«El drama del aborto no es sólo el del dominio del hombre sobre el hombre, sino más exactamente el de la tiranía radical del culpable sobre el inocente”, ha afirmado el obispo de San Bernardo (Chile), Juan Ignacio González en su intervención ante Comisión de Salud de la Cámara del Senado chileno.

“Por eso, la inocencia incuestionable de la víctima, es el fundamento de la culpabilidad de los actores del aborto”, ha sostenido el prelado González que ha asistido como representante de la Conferencia Episcopal de Chile a la sesión del 21 de junio de 2016 de la comisión del Senado en la que se discute el proyecto de aborto, aprobado por la Cámara de Diputados.

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El obispo de San Bernardo, al frente de una diócesis ubicada a unos 20 kilómetros de Santiago, ha señalado que “los argumentos y los intereses alegados para aceptar el aborto no son argumentos e intereses del abortado, lo son siempre de quien se realiza el aborto o de quienes lo ejecutan, de los actores de la práctica abortiva”.

El aborto, como dominio radical sobre el inocente

Y ha agregado: “El drama del aborto, por tanto, no es una simple reedición del viejo drama del dominio del hombre sobre el hombre. Hay aquí un algo más de gravedad. Se trata del dominio radical sobre el inocente”.

El prelado ha recordado a los senadores que un 85% de los habitantes de Chile se declaran creyentes, y que “en un estado laico como el nuestro, el factor religioso resulta esencial y conviene que sea acogido por quienes están llamados a darnos las leyes”.

Además ha insistido en “tener en cuenta de que los actores del aborto son los padres, los médicos y la autoridad social –también quienes dan las leyes que lo permiten –y que, por tanto, son precisamente aquellas personas y grupos de los que la víctima inocente debiera esperar la mayor protección y tutela”.

Despenalizar el aborto en tres supuestos

El proyecto de ley para despenalizar el aborto busca hacerlo en tres supuestos: riesgo para la vida de la madre, “inviabilidad” fetal y violación.

En cuanto al supuesto por riesgo de vida de la madre, el prelado ha explicado que “no constituye aborto la acción de suyo terapéutica para salvar la vida de una madre en peligro, cuando no busca eliminar directamente la vida de la persona concebida, aunque su muerte sea una posibilidad prevista, aunque no querida o buscada”.

El problema en este supuesto, ha continuado monseñor González, no se trata de que “las consecuencia de acciones médicas para salvaguardar la vida la madre tengan como consecuencia el fin de la vida ya concebida, sino de la acción positiva y directa de interrumpir, es decir ‘cortar la continuidad de algo en el lugar o en el tiempo’”.

Respecto a la causal de inviabilidad fetal, el obispo ha detallado que “en estos casos la experiencia nos enseña que el aborto causa traumas mucho mayores que afectan a la madre y su entorno familiar”.

“Los ninos concebidos con posibilidad o certeza de alguna grave enfermedad merecen su vida no porque así lo estimen sus padres, la ciencia o la sociedad. Merecen su vida porque es suya, no de sus padres, ni de la ciencia, ni de la sociedad”, ha sostenido.

Finalmente, respecto a la causal de aborto por violación, monseñor González ha insistido que “permitir el aborto ante situaciones de violación es renunciar a la tutela de los más débiles e indefensos, y un acto de rendición del Estado ante el flagelo de la agresión sexual a las mujeres”.

Y ha concluido: “Quisiéramos un Estado y una sociedad activos y presentes junto a la mujer agredida, ofreciéndole caminos y ayuda para que ella u otra familia puedan acoger a un ser humano que no tiene culpabilidad alguna, está vivo, y tiene derecho a seguir viviendo y a que nadie atente injustamente contra su vida”.

* Esta es una información de Bárbara Bustamante publicada originalmente en Aci Prensa

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