Cuando lean el artículo habrá terminado ya la “Cumbre de Nairobi para Avanzar la Implementación del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo”. No se preocupen, no se habrán perdido mucha información de actualidad desde que el artículo se escribió en medio del desarrollo de la conferencia. Las conclusiones llevan escritas varios meses y se han basado en una agenda que algunas fundaciones, organizaciones internacionales y grupos de presión llevan años promocionando.

La Cumbre de Nairobi pretendía ser una profundización y continuación de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) firmada en El Cairo, Egipto en 1994. Una y otra tienen bastantes diferencias, cualquier parecido con la realidad puede, de hecho, llegar a ser pura coincidencia.

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La Cumbre de Nairobi ha sido llamada “CIPD25” o “ICPD25” por sus siglas en inglés intentando dotarla de un nombre que la haga más conocida, perdurar en el tiempo e incluso le otorgue validez jurídica.

Veremos que los promotores de una agenda pro-aborto tenían muy claro lo que querían y que se sirvieron de varios métodos para conseguirlo. En la propia conferencia, más que debates o negociaciones ha habido explicaciones del texto ya acordado previamente y presentado como conclusiones además de unos compromisos públicos de estrategias y gastos. Realmente ha sido un rodillo y la censura fue tal que se aseguraron que sólo participaran ONGs y grupos que estuvieran a favor de la ideología de género y el aborto.

La conferencia ha sido organizada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el gobierno de Dinamarca y el gobierno de Kenia como país anfitrión. Otros países o gobiernos que han copatrocinado o colaborado son Canadá, Australia, Finlandia, Alemania, Islandia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Corea del Sur, Países Bajos, Noruega, Suecia y Suiza. Entre aquellas entidades privadas que han colaborado con la organización, logística y/o económicamente encontramos a Bayer, General Electric, la Fundación Ford, Philips, Plan International, Prada, Kenya Airways o Special Olympics.

La CIPD de El Cairo, en 1994 fue una Conferencia Internacional en la que 179 gobiernos aprobaron un Programa de Acción. En esa conferencia había más de 11.000 representantes de gobiernos, ONGs, agencias internacionales y activistas independientes.

La Santa Sede, cuando san Juan Pablo II era Papa, tuvo un rol claro y determinante en la defensa de la vida del niño no nacido en 1994 en El Cairo

Entre sus objetivos estaba la mejora de la educación, los servicios sanitarios, la capacitación, el empleo, la participación en política y en los procesos de toma de decisiones a todos los niveles. Se insistió también en el rol de la mujer y en que debería aumentar su participación y poder de decisión. El aborto y su consideración fue uno de los más debatidos. Algunos países como Estados Unidos bajo el gobierno de Bill Clinton o los países nórdicos querían proponerlo como un derecho, la mayoría de los gobiernos se opusieron a ello y no se incluyó en el texto final.

La Santa Sede, cuando san Juan Pablo II era Papa, tuvo un rol claro y determinante en la defensa de la vida del niño no nacido en 1994 en El Cairo.

El acuerdo alcanzado en el Programa de Acción fue que el aborto jamás podría ser considerado un método de planificación familiar. Entre las medidas encontramos la 7.24 que expresó que: “Los gobiernos deberían tomar medidas oportunas para ayudar a las mujeres a evitar el aborto, que en ningún caso debería promoverse como método de planificación de la familia…”

En la CIPD de El Cairo en 1994 se reconoció la importancia del respeto de la soberanía nacional, las creencias religiosas y los valores sociales, se citó la resolución 1991/93 del Consejo Económico y Social, en la que se estipula “la necesidad de respetar la soberanía de todos los países en lo que se refiere a formular, adoptar y aplicar sus políticas demográficas, conscientes de sus culturas, valores y tradiciones, así como de sus condiciones sociales, económicas y políticas, y en forma compatible con los derechos humanos y con las responsabilidades de las personas, las familias y las sociedades”. Además, varios países de diferentes continentes hicieron declaraciones y comentarios resaltando que, en ningún caso y bajo ninguna condición, entenderían que los comentarios o ciertos términos pudieran implicar el aborto.

En cambio, en la Cumbre de Nairobi, celebrada entre el 12 y el 14 de noviembre de 2019 con el lema de “Adelantando la promesa” se pretendió actualizar las conclusiones de la CIPD de El Cairo, redoblar esfuerzos y mejorar los derechos de la mujer y su salud. En la práctica las conclusiones llevaban varios meses escritas y lo único que se pretendía era predicar a ya convencidos y pretender que las conclusiones escritas antes siquiera de que hubiera debate, eran de aplicación universal.

En la propia página web se indica que se ofrecerá “una plataforma incluyente que habrá de reunir a gobiernos, agencias de las Naciones Unidas, la sociedad civil, organizaciones del sector privado, grupos de mujeres y redes de jóvenes para abordar y acordar acciones para acelerar la implementación del Programa de Acción de la CIPD, que es fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el año 2030”.

Tenemos que lamentar que la Cumbre de Nairobi ha sido de todo menos incluyente. Había un proceso de acreditación y solamente han sido invitadas o aceptadas aquellas organizaciones que estaban claramente a favor de la agenda que se pretendía promover. Aquellos que han organizado esta “reunión de amigos del aborto y la ideología de género” han invitado a su club privado a quienes han querido. Se han aprovechado de que las reglas las ponían ellos. Solamente se ha incluido entre los participantes a aquellos que querían estirar y distorsionar los acuerdos de la CIPD de El Cairo en 1994 y quienes se prestaban a participar en una Cumbre internacional cuyas conclusiones llevaban meses escritas, sin negociación pública alguna. Decenas de ONGs no han sido aceptadas, pese a que aplicaron hace más de dos meses. ¿Qué tienen en común esas ONGs? ¡Que no aceptan la eliminación de la vida por nacer, que no aceptan el aborto, que creen que la vida comienza en la concepción y que no aceptarían unas conclusiones ya escritas!

España ha participado en la Cumbre de Nairobi ha presentado un compromiso público: “Desde esta experiencia y compromiso, reiteramos nuestro firme e inequívoco apoyo a la igualdad de género y a los derechos sexuales y reproductivos, y su papel primordial en la aplicación de la Agenda 2030 y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por ello, hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para no dejar a nadie atrás en la consecución de estos derechos y para que la agenda de población y desarrollo permanezca en el foco de la agenda internacional. España seguirá defendiendo a aquellos países y organizaciones que luchan contra cualquier retroceso en los derechos de mujeres y niñas, abogando por un pleno ejercicio de derechos como requisito indispensable para un desarrollo sostenible y la construcción de sociedades pacíficas y justas”.

España, al igual que los otros países occidentales que han sido invitados y seleccionados para participar en esta conferencia con agenda y comentarios ya definidos, ha reiterado lo que tantos otros han dicho, han intentado o han conseguido imponer en sus relaciones con países menos desarrollados. Estados Unidos históricamente y con otros presidentes, así como otros muchos países occidentales, han impuesto la promoción del control de la población, el aborto, la educación sexual o programas de esterilización como condiciones y requisitos para poder acceder a ayudas al desarrollo. Obviamente las han camuflado bajo términos como: “necesidad de no dejar a nadie atrás”, “firme e inequívoco apoyo a la igualdad de género y a los derechos sexuales y reproductivos”, “desarrollo sostenible de la población” y otros similares. Los países, organizaciones internacionales e incluso empresas privadas han ido haciendo compromisos económicos y políticos para hacer avanzar la agenda de género, la planificación familiar y el aborto. Miles de millones de euros de los contribuyentes de varios países se gastarán en estas agendas políticas y radicales. 

El miembro del Congreso de Estados Unidos, Chris Smith lo ha expuesto en un excelente artículo en el Wall Street Journal en el que titula que los extremistas del aborto han secuestrado a la ONU. El Embajador de EE.UU. en Kenia, Kyle McCarter, se expresó en términos similares pidiendo respeto para los valores religiosos, éticos y culturales de los países. Citando al presidente, Donald Trump, en la Asamblea General de la ONU resaltó que los burócratas internacionales no tienen razones para atacar la soberanía de las naciones que quieren proteger la vida de los inocentes resaltando que en EE.UU. creemos que cada niño, nacido y por nacer, es un regalo sagrado de Dios.

Un grupo Estados formado por Brasil, Bielorrusia, Egipto, Estados Unidos, Haití, Hungría, Libia, Polonia, Santa Lucía, Senegal y Uganda ha presentado un texto y denunciado que la cumbre de Nairobi se ha centrado sólo en ciertos aspectos de la CIPD y que no refleja completamente todos los puntos de vista y posiciones de los Estados Miembros. Critican que no se haya seguido las negociaciones de la CIPD en 1994 y exponen que “a menos que se negocie y adopte por consenso de todos los Estados Miembros, dentro del proceso y la estructura de un organismo internacional como la Asamblea General de la ONU, ningún documento de seguimiento de la CIPD tiene valor consensuado ni es válido entre los gobiernos”.

Continuaron haciendo “un llamamiento a los Estados Miembros para que mantengan los principios, metas, objetivos y acciones originales y legítimos de la CIPD de 1994 que retienen explícitamente importantes declaraciones y reservas gubernamentales que permitieron el consenso, para reiterar sus reservas al Programa de Acción de la CIPD como se refleja en el informe de la conferencia, y enfocar nuestros esfuerzos, recursos y determinación para cumplir con el trabajo inacabado de lograr el desarrollo sostenible de cada nación para promover la dignidad de la persona humana y el florecimiento humano”.

La Santa Sede ha decidido no participar en la Cumbre de Nairobi por los temas tratados y la forma en la que se iba a desarrollar la reunión. El nuncio en Kenia, monseñor Bert van Megen, declaró que es “lamentable” la decisión de los organizadores de “concentrar la conferencia en algunos temas controvertidos y divisorios que no tienen consenso internacional y que no reflejan bien la agenda amplia de desarrollo que se quiere destacar en el ICPD”. Según Van Megen, “entre estos temas controvertidos están “los derechos sexuales y reproductivos” en los que está incluido el acceso al aborto; y la “educación en la sexualidad comprehensiva”, en la que está incluida la promoción de la ideología de género y el estilo de vida homosexual”.

Cabría preguntarse si esta Cumbre de Nairobi es una reunión oficial de la ONU o si tiene alguna validez jurídica. La respuesta a ambas preguntas es un simple y rotundo no. Nos encontramos ante una reunión de algunos estados, unas pocas organizaciones internacionales, unas ONGs y fundaciones claramente proaborto que tenían una agenda clara y unas conclusiones ya escritas. Ya pretenden hacer creer que la reunión era oficial o que las conclusiones son aplicables internacionalmente. Ni es una reunión oficial de la ONU ni las conclusiones o comentarios de Nairobi tienen ninguna validez jurídica. Ahora más que nunca es importante que los legisladores se opongan a ellas y que eviten que se citen como textos legalmente vinculantes, porque ni lo son ni lo deben ser.

El grupo de once estados que ya se ha citado indicó en un lenguaje diplomático pero duro que “hubiéramos apreciado una mayor transparencia e inclusión en la preparación de la Conferencia, incluso con respecto a los criterios para la participación de la sociedad civil. El Programa de Acción de la CIPD de El Cairo se negoció e implementó con y por todos los miembros de la Asamblea General de la ONU. Sin embargo, para la Cumbre de Nairobi en 2019 solo se consultó a un pequeño puñado de gobiernos sobre la planificación y las modalidades de participación. Por lo tanto, los resultados de esta cumbre no se han negociado intergubernamentalmente, ni son el resultado de un proceso de consenso. Como resultado, no deben considerarse normativos, ni aparecer en documentos futuros como lenguaje acordado intergubernamentalmente”.

Protesta de CitizenGO en Nairobi (Kenia) ante la ICPD25 de la ONU /EFE
Protesta de CitizenGO en Nairobi (Kenia) ante la ICPD25 de la ONU /EFE

Finalmente es destacable la campaña de CitizenGO tanto consiguiendo más de un millón de firmas como organizando una pequeña manifestación a las puertas del recinto donde tenía lugar la cumbre ya que, como decenas de organizaciones pro-vida, no había sido aceptada en la conferencia oficial. Una manifestación pacífica hasta que fue silenciada y terminada por la policía.

En resumen, se puede indicar que en la Cumbre de Nairobi el debate sobre la legalización del aborto y la eliminación del niño por nacer se decidirá sólo entre gobiernos, organizaciones internacionales, fundaciones y ONGs seleccionadas cuidadosamente. Los organizadores pretenden que esta Cumbre de Nairobi, pese a no ser oficial y no tener ninguna validez jurídica, se convierta en un documento clave para interpretar la CIPD de El Cairo y la han llamado “CIPD + 25”. Hay unas implicaciones internacionales muy importantes que afectarán a millones de personas en diferentes países. Recordemos que si una sociedad deja de defender a los más pequeños e indefensos pronto perderá todo el respeto por la vida humana, por cualquiera, por todas.

Viendo el transcurso de la Cumbre de Nairobi el lema bien podría haber sido: “Las reglas las ponemos nosotros. No eres bienvenido a nuestro club privado”. El problema es que pese a que ha sido una reunión de participantes muy seleccionados y con una agenda política radical la agenda política pro-aborto y pro-ideología de género la pagaremos muchos que no compartimos esas ideas.

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