Han pasado cinco años desde que el Partido Popular presentara un recurso al Tribunal Constitucional (TC) contra la ley del aborto de Aído. Durante este tiempo, Rajoy llegó a la presidencia y acabará la legislatura sin apenas tocar aquella normativa. Mientras tanto, medio de millón de bebés han sido abortados desde que se presentara un recurso al que el tribunal aún no ha dado una respuesta.

En una entrevista para Alfa y Omega, el magistrado del TC Andrés Ollero explica que aún no se ha dictado sentencia por “un problema de prudencia”. Así, reconoce que el expresidente del tribunal, Pascual Sala, “consideró que no era lógico abordar la cuestión cuando desde el Gobierno se anunciaba una reforma legal, que podría reducir o anular el objeto del recurso”.

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Por todo ello, Ollero afirma que “esa peripecia ha terminado muy recientemente” por lo que “ahora será más fácil ir consensuando la esperada sentencia”. Con respecto a su papel, agrega: “Yo, aún siendo ponente, sólo tengo un voto…El Tribunal no se muestra insensible respecto al derecho a la vida”.

El magistrado puso como ejemplo que “no hace mucho tiempo (el TC) ha reconocido la objeción de conciencia a un farmacéutico que se negaba a dispensar la píldora del día después, por sus eventuales efectos abortivos”.

Ollero: «Hay razones morales para desobedecer una norma»

Precisamente, la Marcha por la Vida organizada por Derecho a Vivir que se celebró el pasado 15 de noviembre concluyó frente al Tribunal Constitucional para precisamente pedir a los magistrados que dictaran ya la sentencia y dejaran a un lado motivos electorales y políticos. Miles de personas pidieron a los jueces que hicieran valer el artículo 15 de la Carta Magna, que habla de que “todos tienen derecho a la vida”.

Andrés Ollero habló también de la objeción y de la desodebiencia civil. Sobre este último punto indicó que “no existe un derecho a la desobediencia civil, aunque sí puede haber razones morales para desobedecer una norma, arrostrar las consecuencias y convertirlas en un revulsivo ético en una sociedad adormilada”.

Con respecto a la objeción, el magistrado del TC aseguró que “no nace de un conflicto entre derecho y moral sino entre la concepción mayoritaria del mínimo ético que impone el derecho, plasmado en las normas legales, y la concepción minoritaria que aspira a que se admita una excepción”.

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