¿Dónde está la linea roja entre el derecho a la vida y el derecho a la muerte?
¿Dónde está la linea roja entre el derecho a la vida y el derecho a la muerte?

La Federación de Médicos Suizos (FMH) ha rechazado las nuevas directrices para ampliar el suicidio asistido a casos en los que se demostrase simplemente «un sufrimiento intolerable» y que no fuera necesario por enfermedad terminal o mortal a corto plazo. La Academia Suiza de Ciencias Médicas (ASSM) ha sido la encargada de elaborar estos cambios.

En general, cuando la SAMS crea nuevas directivas, la FMH las repite sistemáticamente en su código de ética. Sin embargo, esta vez, el liderazgo de la federación se opuso a estos nuevos principios, considerados «demasiado vagos», y «un puñado de profesionales de la salud y éticos han seguido el ejemplo y han llamado a la Cámara de Médicos para que digan que no», según informa InfoCatólica.

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La Academia Suiza de Ciencias Médicas explica esta revisión por «un cambio en la percepción en la sociedad sobre la actitud de los médicos hacia la muerte. Cada vez más personas están expresando la necesidad de decidir de manera autónoma la última fase de sus vida». Así, las asociaciones como Exit ya no consideran el criterio de proximidad de la muerte durante mucho tiempo. 

Lluvia de criticas 

François Gachoud, escritor y filósofo, cree que las pautas de la SAMS contribuyen a una «trivialización del suicidio». Explica, además:»De acuerdo con esta lógica, cualquiera puede ser candidato a suicidio asistido: una persona anciana cansada de la vida, un adolescente deprimido, incluso un niño. Porque el SAMS establece que sus pautas también se aplican a niños y adolescentes de todas las edades.»

Bertrand Kiefer, editor en jefe de Swiss Medical Journal, también denuncia estas nuevas pautas: «Este enfoque está empujando al médico a considerar la demanda de suicidio asistido por un médico como una orden: cómo atreverse a resistir ¿Al principio sacrosanto de la autonomía?».

Bernhard Pestalozzi, del Departamento de Oncología del Hospital Universitario, también se muestra escéptico: «Hay demasiado espacio para la voluntad individual, en detrimento de la objetividad de un diagnóstico médico. Con el riesgo, en definitiva, de dejar a los pacientes entregados a sí mismos. Ante la muerte, debemos traer más humanidad, no más soledad».

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