Una mujer reposa sus manos de forma cariñosa sobre su tripa de embarazada / Phalinn Ooi - Flickr
Una mujer reposa sus manos de forma cariñosa sobre su tripa de embarazada / Phalinn Ooi - Flickr

Fue hace unas semanas, una mañana de agosto muy cerca de la Ciudad Universitaria de Madrid. Cinco voluntarios de la Escuela de rescatadores Juan Pablo II esperan apostados frente al abortorio («el cementerio», le llaman) Isadora a las embarazadas que acuden con intención de abortar.

En mitad de la tediosa jornada, un hombre de mediana edad les dedica varios insultos: «Fuera de aquí, robáis ninos como las monjas». El hombre, erre que erre, sigue con la provocación, pero los jovenes no entran al trapo. «No podéis estar en esta acera, es de la clínica, fuera de aquí».

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Y así hasta que entra en el edificio. Al rato, cuando sólo quedan dos chicos, alguien arroja desde una ventana un líquido entre amarillo y marrón, una mezcla repugnante de sangre y placenta.

Es la respuesta hostil de quienes se dedican a tan sucio negocio y no consienten que traten de ayudar y convencer a esas futuras madres de que cualquier salida es mejor que la de perder a su hijo.

«Más tarde incluso les arrojaron piedras, y una estuvo muy cerca de impactar en uno de los voluntarios», señala a Actuall Marta Velarde, presidenta de la Escuela de rescatadores.

Durante los cinco años que lleva en pie la asociación, 2.200 ninos han sido salvados in extremis de una muerte segura

Desgraciadamente no es la primera vez que alguno de los 900 voluntarios de esta escuela de rescatadores sufre una respuesta violenta por parte de quienes trabajan en un abortorio. Ruedas de coches pinchadas, insultos, llamadas a la Policía… Algo demasiado habitual que, sin embargo, no merma el entusiasmo de los jovenes para seguir ayudando a las embarazadas.

Escuela de rescatadores Juan Pablo II en la Dátor
Grupo de voluntarios de la Escuela de rescatadores Juan Pablo II ante el abortorio Dátor / Escuela de Rescatadores JPII

Una furgoneta salvadora

Durante los cinco años que lleva en pie la asociación, 2.200 ninos han sido salvados in extremis de una muerte segura. La mayoría de estos rescates se realizan cuando la mujer va camino del abortorio, pero en otros casos se hacen a través del número de teléfono que la asociación tiene disponible las 24 horas del día (693632326) para atender cualquier consulta.

Los más de dos millares de ninos salvados son el mayor orgullo de la asociación, pero lo que mucha gente desconoce es que si ellos pudieron salvarse es en gran medida por la furgoneta que los rescatadores mantienen cerca del abortorio en la que hacen ecografías a las embarazadas. Y casi todas rectifican, a todas les cuesta mucho mantener la misma idea cuando ven a su hijo en la pantalla.

Lo que más sorprendió a Lucía fue que su médico de familia la empujara a abortar. El motivo: hacía poco que había dado a luz a su segundo hijo

Pero no sólo se dedican a tareas de asesoramiento. También ayudan a personas con problemas económicos. Es el caso de Lucía (seudónimo), una joven madre de dos ninos que hoy espera al tercero. Hace unos meses, sin embargo, las cosas eran diferentes. Al segundo mes de embarazo el médico de familia le instó a abortar. El motivo: hacía muy poco tiempo que había dado a luz a su segundo.

Ella hizo caso a su médico y fue al abortorio Dátor, otro de los centros en los que actúa la Escuela de rescatadores, igual que en Isadora. Con ese estado de gestación, ya se sabe, el aborto corre a cargo de la Seguridad Social. «El aborto es gratis en los primeros cuatro meses sin alegar nada, tan sólo que una quiere abortar», dice Lucía a Actuall.

Pero antes de poner un pie en tan siniestro lugar, se topó con miembros de la Escuela de rescatadores Juan Pablo II. «Aunque entré en el edificio, escuché a los voluntarios de la asociación, así que otro día fui a verles».

Embarazadas de ocho meses que abortan

Tampoco se puede decir que Lucía atravesara el mejor momento. Su pareja, inmigrante, no tiene papeles y no puede trabajar. Y claro, sin ingresos y con una boca más que alimentar, la cosa pintaba mal. Pero ahí irrumpió la asociación para ayudar en lo que fuera necesario. Tanto a los ninos («Ahora me ayudan con comida, cuna, cochecito, ropa, juguetes…») como a su pareja, a la que tratan de echarle una mano para encontrar trabajo.

Lucía mira atrás y aún no comprende las palabras de su médico. «Me sorprendió que me dijera que abortase. Es tu hijo el que está dentro y no tiene culpa de nada, hoy le diría a las mujeres que están en la misma situación que yo que se lo piensen porque si abortas luego se queda grabado toda la vida«.

La esperanza para la escuela de rescatadores, claro, es que las miles de Lucías que hay en toda España recapaciten y no opten por el camino fácil.

Desgraciadamente Marta Velarde y sus voluntarios han visto cosas terribles. Por ejemplo, a mujeres embarazadas ¡de ocho meses! entrando en un abortorio. «Denunciamos casos así, pero en el juzgado nos dicen: ‘¿Tenéis el nombre de la persona?’ Y claro, sin él no podemos hacer nada, pero ellos podrían comprobarlo pidiendo los registros a la clínica».

El problema de fondo, asegura la presidenta de la escuela de rescatadores, es que hoy el aborto está considerado un derecho. Y ante eso es complicado luchar. «Ahora con la Ley Aído vigente es ya imposible que no aborten», sostiene Marta.

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