Venancio y Jordina superaron la infertilidad gracias a la naprotecnología / Naprotec
Venancio y Jordina superaron la infertilidad gracias a la naprotecnología / Naprotec

Ha nacido en la clínica Cima de Barcelona el primer nino concebido gracias a la Naprotecnología, una técnica clínica recién implantada en España que se basa en diagnosticar las causas de la infertilidad respetando la naturaleza del acto conyugal y el ciclo femenino.

La Naprotecnología se fundamenta en el registro de los biomarcadores naturales que proporcionan las gráficas del modelo Creighton. Con esta información, análisis de sangre y otras pruebas, el especialista en Naprotecnología puede empezar su diagnóstico y modificar por métodos naturales las condiciones de infertilidad.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Esta técnica médica proviene de Estados Unidos y llegó a Europa hace diez años, aunque en España apenas se conoce y en la actualidad tan sólo hay médicos especialistas en Zaragoza, Pamplona y Getafe.

En el caso del primer bebé catalán nacido en Barcelona ha sido la doctora María Victoria Mena, de Zaragoza, la que ha acompañado a la pareja.

Los padres, Jordina y Venancio, llevan siete años casados y antes de acudir a la Naprotecnología visitaron varios ginecólogos de Barcelona, sin que ninguno encontrara su causa de infertilidad.

Gracias a esta técnica, la doctora Mena averiguó que, en el caso de la madre, la hormona de la progesterona no alcanzaba el nivel mínimo y esto impedía la anidación y, en el caso del padre, descubrió que era celiaco, lo que afectaba a su infertilidad.

Procreación natural sin implicaciones éticas

Tras quedarse Jordina embarazada, el matrimonio ha querido potenciar de manera desinteresada este método de procreación natural con una web, www.naprotec.es, para explicar su experiencia. Desde septiembre ha recibido más de 15.000 visitas.

Según la Sociedad Española de Infertilidad, unas 800.000 parejas españolas padecen problemas para lograr un embarazo, cada año se realizan 50.000 tratamientos de fecundación in vitro y unos 30.000 de inseminación artificial.

Sin embargo, estos tratamientos comportan problemas éticos como los relacionados con la manipulación y selección genética de embriones humanos, su congelación o su destrucción bien antes de la implantación o una vez en pleno desarrollo, en las llamadas «reducciones» embrionarias que suponen su muerte.

Por otro lado, existen otras objeciones respecto a la cosificación y mercantilización de la mujer como instrumento reproductivo, ya sea donante de óvulos o vientre de alquiler. Asimismo, sobre el hombre que, siendo donante, puede desconocer si tiene o no hijos biológicos.

En tercer lugar, también pueden derivarse problemas éticos respecto de los hijos gestados a los que se les permite nacer y que pueden enfrentarse a dilemas de identidad personal; de falta de información relevante para su salud relacionada con afecciones de origen genético; o de cumplimiento de las expectativas sobre un nino tan «elegido».

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