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No me siento culpable

El presidente del Gobierno y candidato a la reelección por el PP, Mariano Rajoy, ejerce su derecho al voto en un colegio de Aravaca/Fuente:EFE

El único responsable de la situación en la que se encuentra España desde hace dos días es Mariano Rajoy. Es el responsable y el culpable de que ahora no tengamos ni idea de lo que puede pasar en los próximos meses, de que vivamos en una incertidumbre e inestabilidad que en nada favorece a nuestro país. Ahí se puede ver la utilidad del voto a la que apelaban muchos cuando nos decían que había que votar al Partido Popular.

Digo esto porque me he encontrado con personas que han intentado culpabilizarnos de la derrota a los que durante mucho tiempo hemos intentado evitar que esto ocurriera, y hemos pedido a Rajoy que cumpliera su compromiso.

Durante estos cuatro años muchos nos han intentado callar, diciendo que era mejor dejar hacer a Rajoy. Y no lo hemos hecho. Y Rajoy no ha hecho.

Hemos estado cuatro años pidiendo a Rajoy que cumpliese su programa para poder seguir confiando en él

Durante estos cuatro años muchos hemos pedido que se cumpliera el programa electoral para poder seguir confiando en Rajoy. Y Rajoy no lo ha cumplido.

Durante estos últimos días muchos han intentado hacernos creer a los que no queríamos volverle a votar que si España se iba al garete era por nuestra culpa. Muchos de los que se sintieron indignados con Rajoy cuando decidió mantener la ley del aborto nos han dicho que si votábamos en conciencia estábamos llevando a España al precipicio. No sé qué habrán votado ellos, pero desde luego yo no he votado a Rajoy, y no me siento en absoluto culpable de que haya perdido 3,6 millones de votos, entre ellos el mío.

Me sentiría culpable de la situación en la que se encuentra España si no hubiera estado estos años intentando cambiar esta sociedad, junto a miles de españoles más.

Me sentiría culpable si hubiera mirado para otro lado, pendiente sólo mantener mi cartera a salvo y de que no me quitaran algunas cositas que tenía seguras.

Me sentiría culpable si no hubiese alzado la voz por los cientos de miles de ninos abortados

Me sentiría culpable si no hubiera alzado la voz por los cientos de miles de ninos muertos por el aborto y que Mariano Rajoy podría haber salvado.

Me sentiría culpable si me hubiera avergonzado de mandar algún whatsapp, correo o mensaje que pensara podría dar luz en estos días, a pesar de las críticas de los que aceptan que se les manden chorraditas o vídeos graciosos pero no soportan que les interpeles o apeles a su conciencia.

Me sentiría culpable si el domingo hubiera depositado en la urna una papeleta volviendo a apoyar al que pudiendo hacerlo ha renunciado a llevar a cabo las reformas que España necesitaba para ser un país moderno y progresista, entre ellas la de la ley del aborto.

España necesita un cambio

Tengo la conciencia tranquila, muy tranquila. El domingo me fui a la cama preocupada pero tranquila. Mi estado de ánimo no coincidía con el de muchos de los que mandaban mensajes de ira y de enojo, muchos procedentes de gente que acababa de tirar su voto dándosela a un Rajoy que obtuvo unos resultados desastrosos.

Sentí una tranquilidad que creo se debía parecer a la que los diputados provida expulsados por Rajoy decían sentir la noche en la que Profesionales por la Ética les homenajeó. Y creo que se debía a que durante este tiempo no he hecho otra cosa que trabajar por construir una sociedad mejor y más justa, y para mí nada ha cambiado desde el domingo.

Seguiré trabajando para que mis principios puedan ser defendidos en el Congreso y evitaré caer en la tentación de ir a votar cada 4 años con la nariz tapada y volverme a mi casa a quejarme de lo mal que está todo.

Los ciudadanos tenemos que comprender de una vez por todas que hemos de ser los artífices del cambio que España necesita para volver a ser un país que defienda sus raíces y sus principios, y que sólo lo conseguiremos siendo coherentes y valientes y dando la cara ellos aunque nos la puedan partir.

Si no lo hacemos seguiremos en la mediocridad y en la incertidumbre no ya sólo de quién será nuestro próximo presidente, sino de cuáles son nuestros propios valores. 

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