
Desde antes de imponerse en las primarias republicanas del Estado de New Hampshire, allá por el 9 de febrero de 2016, la carrera política de Donald Trump ha venido marcada por la absoluta capacidad de generar polémica, pero también debate, con la inestimable ayuda de los medios de comunicación contrarios a todo lo que no les obedezca. Entre otros asuntos, los dos primeros años del presidente en la Casa Blanca han vuelto a poner la defensa de la vida en el foco de atención de los Estados Unidos.
En medio de la creciente controversia, el lunes, 53 senadores demócratas bloquearon una proposición legislativa destinada a penalizar a los médicos que “no ejerzan el grado adecuado de atención en el caso de un niño que sobrevive a un aborto o intento de aborto”, como respuesta a la tormenta política provocada en Virginia a cuenta del llamado “aborto tardío”, a semejanza de lo ya legislado en el Estado de Nueva York hace tan sólo un mes. Acaso un macabro paso más allá.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn aquella ocasión, entre carcajadas y aspavientos, el gobernador Andrew Cuomo afirmó que “con la firma de este proyecto de ley, estamos enviando un mensaje claro de que pase lo que pase en Washington, las mujeres de Nueva York siempre tendrán el derecho fundamental de controlar su propio cuerpo”. Salvo si esa mujer es bebé, al parecer.

De aborto a infanticidio
En ésta, fue Ralph Northam, gobernador de Virginia, quien en una emisora de radio trató de defender el aborto en el tercer trimestre de embarazo: “En este ejemplo particular, si una madre está de parto, puedo decirle exactamente lo que sucedería: el bebé sería entregado. El bebé se mantendría cómodo. El bebé sería resucitado si eso es lo que desean la madre y la familia. Y luego se produciría una discusión entre los médicos y la madre”.
«No se trata de cambiar las opciones disponibles para las mujeres. Se trata de reconocer que un bebé recién nacido es un bebé recién nacido»
“Puedo decirle exactamente lo que va a pasar”. “Resucitado” (sic). Estas afirmaciones, dentro de la corriente más que imperante, monolítica en la izquierda política y mediática norteamericana –valga la redundancia–, son el epítome perfecto de la deriva del debate. Sus instigadores, insaciables, mesiánicos, ya no se molestan en negar la humanidad del no nacido, siquiera en disimular su falta de fe en la libertad y dignidad de sus semejantes.
A raíz de ellas, el líder de la Mayoría en el Senado, el veterano Mitch McConnell, que promocionó el proyecto de ley, defendió que “no se trata de nuevas restricciones sobre el aborto. No se trata de cambiar las opciones disponibles para las mujeres. Se trata de reconocer que un bebé recién nacido es un bebé recién nacido”.
Tras la negativa de la cámara de representación territorial estadounidense, el presidente Trump declaró que “los demócratas del Senado simplemente votaron en contra de la legislación para prevenir el asesinato de niños recién nacidos” y describió la sesión del lunes como “uno de los votos más impactantes en la historia del Congreso. Si hay algo en lo que todos deberíamos estar de acuerdo, es proteger las vidas de bebés inocentes”.
El aborto en EE UU, en mínimos históricos
Pese a la ceguera de casi todos los medios de comunicación y del actual partido Demócrata, la mayoría de los ciudadanos estadounidenses viven en sus antípodas en lo que a la dicotomía Verdad-relativismo se refiere. Dentro de ella, también en la defensa de la vida. Mientras crece la presión abortista por parte de quienes se arrogan la capacidad de hablar en nombre de los más débiles, el número de embarazos interrumpidos disminuye cada año en Estados Unidos. En concreto un 24% menos entre 2006 y 2015, último periodo del que se disponen datos, lo que supone la cifra histórica más baja registrada desde la despenalización de 1973.
En su afán por no querer ver lo evidente, los emisores de la opinión publicada, que no pública, norteamericana –y mundial– ignoran que si Trump ganó en 2016 fue sencillamente porque se parece más al americano medio que su entonces rival. Durante los primeros meses de esta Administración se aprobó una normativa que permitía a los Estados retirar la financiación pública a la millonaria y nada desinteresada estructura Planned Parenthood. Entre otras modificaciones, el pasado mayo, Iowa aprobó la ley contra el aborto más restrictiva de la Unión: ninguna mujer puede abortar en cuanto se detecten latidos del corazón en el feto.
“La tierra de los libres y el hogar de los valientes”, como dice el último verso de su himno nacional, fruto de una combinación única en la historia de revolución y razón, no es lugar para negar todo a quienes de nada se pueden defender.