Indultar a un delincuente no arrepentido es injusto
Indultar a un delincuente no arrepentido es injusto

“He llegado a la conclusión de que aborrezco a los moderados de las buenas causas porque de hecho fomentan las malas”, confiesa Fernando Savater en su artículo Cita en Colón. Una impactante declaración del adalid de la templanza, del referente del sentido común para muchos. Un nuevo nombre al que añadir a la fachosa lista cincelada por la izquierda y escrita con cada discrepancia vertida contra la presunta izquierda. Da igual el color que uno tenga o las perspectivas vitales que uno defienda, todo aquel que osa atacar las fratricidas insinuaciones de los progresistas de pega será tildado como radical.

Estamos llenos de complejos. Ridiculizaciones emanadas de un marco moral dominado por los más deleznables. Canallas que se ven respaldados indirectamente por esos inocentes moderados que creen participar en causas justas actuando con beligerancia contra el mal. Callados ante la injusticia permiten la victoria de todo mal.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Paradójicamente, luego son estos precisamente aquellos los que más manifiestan una encarnecida indignación cuando se cometen asesinatos machistas o vicarios como el perpetrado hace unos días en Tenerife. En el instante en el que el mal ataca los presuntos templados son los que primero salen a la calle para pedir justicia a los agresores clamando para que no se vuelva a cometer.

Después, cuando llega la hora de otorgar esa equidad de la que hablan, se amilanan amparando a los hombres de mala voluntad convirtiendo a las leyes en ataduras pervirtiendo el fin armamentístico con el que son concebidas para defender a la ciudadanía. Lloran por Olivia, padecen por Diana Quer pero a la hora de la verdad se compadecen de sus asesinos impulsando la derogación de la prisión permanente revisable enarbolando el principio de reinserción mientras obvian el retributivo.

Responsabilidad por omisión

Es igual de malo o incluso peor aquel que pudiendo hacer algo para evitar esa negligencia se queda de brazos cruzados o intenta empatizar con el que debería castigar. Así estamos, con unos legisladores que en lugar de hacer leyes que protejan a los ciudadanos han preferido optar por la constitución de una regulación que es benevolente con los que deberían soportar el peso de la ley. Les pasa con las mujeres que dicen defender y les pasa con la Constitución que presumen acatar. Violas a una chica o la matas y en unos pocos años si te portas bien en el redil carcelario te dejamos salir, atentas contra el Estado de Derecho dando un golpe en Cataluña y te indultamos por una aparente concordia. Ingenuos… ¿No sabrán que la mayor representación de concordia es la propia legalidad? Ya que, si la RAE define en su segunda acepción a este término tan denostado como “el documento legalmente autorizado que contiene lo tratado o convenido entre dos o más partes”, los secesionistas, estos que ahora van a ser indultados no han hecho más que atentar contra el mayor acuerdo entre todos los españoles: La Constitución.

¿Quién se va a compadecer de nosotros? Atacando nuestro ordenamiento nos ultrajan a cada uno de nosotros. No por mero sentimentalismo empalagoso, sino porque si relativizas las leyes y las consecuencias de incumplirlas dejaremos de vivir en sociedad y empezará la jaula de la calle. Será el culmen a la teoría posmoderna de que el fin justicia los medios. Deben existir límites, líneas rojas, se debe encontrar el equilibrio entre la autocracia y la anarquía, coto llamado democracia que a su vez es protegida por la Carta Magna.

El problema que tienen algunos es que confunden la moderación con la sumisión. Entienden la templanza como el hecho de no luchar por lo que creen justo, prefieren resignarse mientras las verdaderas buenas acciones se diluyen por un mal que podría haber sido evitado por los buenos si hubieran sido valientes.

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