
Hace unos días ha fallecido una de las grandes. No soy muy aficionado a la ópera, quizás por mi falta del don de lenguas, aunque evidentemente alguna de ellas me emociona. Pero no por ello no dejo de reconocer que Montserrat Caballé es una de las grandes.
Y seguramente no conocemos lo realmente grande que era, que es, pues los creyentes sabemos que “la muerte no es el final”, por su humildad.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLo que creo es haber descubierto parte de las razones que fundamentaron en su vida lo grande que llegó a ser.
Soy deudor de esta entrevista de Juan Ramón Lucas, a quien agradezco haber abierto estos secretos de Caballé para enriquecernos con ellos, que os invito a ver y escuchar:
Montserrat cuenta que su abuela procedía de un hospicio; que debido a las dificultades que sus padres vivieron, varias veces durmió en la calle, en la Plaza de Cataluña; que estudió música en el conservatorio gracias a una beca concedida por ricachones (no todos son malos como parece señalar la versión hoy existente que se sitúa en el extremo contrario al calvinismo), ricachones que se basaron en informes del mismo Conservatorio (técnico) y del cura de la parroquia (parte moral).
Cada quien es responsable de su destino, aunque también deba ayudar a los demás y sentirse responsable de ellos
En la entrevista a la que he aludido la diva cuenta todo esto con gran naturalidad, y da un testimonio que llega al corazón cuando narra las dificultades que vivió con su familia, al estilo de la película La vida es bella: los esfuerzos de su padre por mantener la sonrisa y la alegría, por encontrar trabajillos; los de su madre para coser y ayudar con lo que podía; sus horas en la calle; sus desahucios; la ayuda de la familia pudiente; …
Seguramente la mayoría de nosotros que hoy pasáramos por lo que pasó la familia de Caballé tendríamos la tentación, en la que probablemente caeríamos, del rencor, de considerarnos maltratados por la sociedad, de que nos pisotean nuestros derechos y nuestra dignidad. Por el contrario esta señora lo cuenta sin ningún tipo de recuerdo negativo, al revés, habla de papá y mamá con un cariño y de esa época con una naturalidad que a mí personalmente me maravilla y me enseña a que cada quien es responsable de su destino, aunque también deba ayudar a los demás y sentirse responsable de ellos y participar en la construcción del bien común.
Por otra parte, también me ha invitado a hacer una reflexión personal: ¿cómo habríamos tratado a aquella niña que dormía en la calle versus a la gran cantante de ópera? Seguramente si me hubiera cruzado con la primera no le habría hecho mucho caso, quizá compadecerla o incluso si lo pidiera darle una limosna. Con la segunda habría vuelto la mirada y seguramente si hubiera coincidido con ella aunque fuera unos segundos en algún sitio, lo habría comentado varias veces durante estos días. Pues eran la misma persona, la misma dignidad. Solo cambia la notoriedad y el conocimiento que uno tiene de ella.
La categoría de Montserrat llega hasta en el momento de llevar la contraria. Una vez en la entrevista tiene que decir al presentador “No es cierto”, y lo hace con una gran naturalidad y corrección.
Y definitivamente su fe es un componente necesario para explicar su grandeza, porque la verdadera grandeza es ser conforme a la dignidad que se nos ha donado, como Hijos redimidos por Dios.