Arias Navarro, sobre Franco: “Hay que cargarse al viejo”

    Franco era consciente de que el primer traidor era el presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro. La llamada Operación Palacio de Congresos fue un intento de eclipsar a Don Juan Carlos, nada más fallecer Franco.

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    El Rey Juan Carlos y el expresidente Carlos Arias Navarro
    El Rey Juan Carlos, junto al expresidente Arias Navarro

    Un teatral presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, aparecía en Televisión Española a las diez en punto de la mañana del día 20 de noviembre de 1975. Hace ahora cuarenta años.

    El presidente Arias es un magnifico actor. Su salida en imagen en TVE dando la noticia del fallecimiento de Franco no fue espontánea ni sincera. Todo se cuidó, el momento de sacar la nota, el pañuelo, las lágrimas. Se hicieron muchas pruebas…

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    El 18 de julio de ese mismo año, en la inauguración de los enlaces de Madrid el entonces Presidente de las Cortes, Rodríguez de Valcárcel le había transmitido el deseo de Franco de prorrogar la actual legislatura.

    -¡Y tú ¿qué le has dicho?! no puede ser. Hay que cargarse al viejo… Me lo paso por los…

    Franco nunca fue ajeno a estas y otras actitudes. Lo sabía casi todo.

    «¡Qué vamos a hacer si el primer traidor es el presidente! Pero no hagan nada, no hagan nada, que sería complicar las cosas».

    De la figura de Don Juan Carlos no hablaba con más corrección:

    «¡Qué se ha creído el mozo! Hemos estado a punto de cargarnos al viejo y vamos a seguir aguantando el caudillaje. Eso se ha acabado, me paso al mozo por los…».

    Es el comentario que hace Arias navarro al vicepresidente y ministro de trabajo, al de gobernación, Suárez y al ministro de la presidencia cuando el Rey le insinúa que pusiera el cargo a disposición. Es el talante del presidente Arias.

    Arias Navarro anuncia en TVE la muerte de Franco
    Arias Navarro anuncia en TVE la muerte de Franco

    Sin Franco, sin Carrero Blanco, también sin una figura enorme como Herrero Tejedor, era posible intentar ocupar posiciones y ningunear al Rey.

    Lo sabían e intentaban los que siempre estuvieron contra la herencia de Franco. Los había de todos los colores, unos más conocidos, los de siempre, otros siguen en el anonimato y han pasado a la historia como grandes artífices de la transicion.

    Hay que defender al presidente fue la consigna del Gobierno para eclipsar al joven monarca en su primer acto oficial

    No se lo van a poner fácil a Don Juan Carlos, ni los que decían ser suyos ni los otros. La lealtad y fidelidad en aquellos momentos solo estuvo en los que pensaban en España por encima de opciones políticas. La opción política mayoritaria era la personal; ocupar buena posición en la carrera que se iba a iniciar. A codazos se abrían paso en la línea de salida.

    El 1 de diciembre de 1975, los Reyes presiden su primer acto oficial, la inauguración de la II Asamblea de Turismo. Se monta la que denominan «Operación Palacio de Congresos» para impresionar al Rey con una acogida, ovación y entusiasmo que a través de TVE, llegue a toda España… ¡Ahora verá! Naturalmente montada a favor de Arias.

    Al ministro de Información y Turismo se le pide que envíe al acto del Palacio de Congresos a funcionarios del ministerio de modo que llegue un momento en que los asistentes en razón al acto son los menos.

    «Hay que defender a nuestro presidente», es la consigna.

    Se cuida que la programación de TVE, pulida y preparada, resalte la figura del presidente y la cálida acogida, en contraste con la «normal» del Rey. La crónica de ABC lo dice todo:

    «Y la ovación se incrementó -contra las normas habituales en estos casos- cuando acto seguido al Rey concedió la palabra al presidente Arias. Sus palabras fueron acogidas con una fuerte ovación que levantó de sus asientos a muchos asambleístas y que obligó al presidente a ponerse nuevamente en pie para corresponder a los aplausos».

    De poco les iba a servir. Reuniones, Consejo del reino,  pendiente todavía la fecha del Consejo de Ministros, intercambio de estrategias, llamadas telefónicas. Posicionamientos y prudencia solo en algunos. Casi todo se sabía y la línea oficial, el futuro, iba por derroteros más sencillos, y desconocidos por casi todos.

    Aquella hora, la de la verdad, nos descubrió a los verdaderos hombres de Estado, aquellos que incluso sacrificaron su interés personal por el general. Pero nadie como el Rey, Don Juan Carlos I, que condujo la situación con maestría y brillantez, con inteligencia y prudencia, con aquella virtud que en su primer Consejo de Ministros destacó del Caudillo: serenidad.

    Un discurso valiente del Rey

    Al fin, el 15 de diciembre se reunía el Consejo de Ministros en el Palacio de La Zarzuela presidido por SM. el Rey.

    Esta vez no había manuscrito ni interinidad. Habla el Rey:

    «Al comenzar esta reunión del Consejo de Ministros, quiero agradecerles su espíritu de servicio, así como la firme decisión que han demostrado queriendo colaborar con entusiasmo y empeño, en las tareas de hacer la España grande, que todos deseamos.

    También ruego al Presidente, haga llegar a los ministros del equipo anterior, mi profunda gratitud, por el notable esfuerzo que realizaron durante la delicada y difícil etapa que acabamos de finalizar.

    España, confía plenamente en estos momentos, que el Gobierno de la Nación sabrá dar cumplida solución a los problemas de la hora actual. Y estas esperanzas no se pueden defraudar, pues tenemos un pueblo que ha demostrado las altas virtudes que posee, dando un ejemplo de serenidad y patriotismo.

    Muchas son las tareas que se presentan y que el Gobierno concretará en su programa de actuación, pero el mantener la paz, el impulsar el desarrollo social y económico del país controlando la economía, son quizá las más apremiantes.

    Para conservar la Paz, hay que tratar de que las tensiones sean mínimas y que un verdadero espíritu de justicia informe toda la actuación del gobernante.

    Lograr que todos los españoles tengan asegurado un puesto de trabajo, satisfechas las necesidades de sus familias y acceso a los bienes e cultura, son sin duda los objetivos prioritarios que os quiero señalar desde el primer instante de vuestra actuación.

    Ayudar a los más débiles debe ser una constante que inspire todas vuestras actuaciones.

    Nuestro país, que en sus últimos años ha logrado avances espectaculares en su economía, tiene que continuar ese camino. Hay que agilizar la Administración buscando mayor eficacia y claridad en la gestión.

    Nuestra participación plena, en el campo internacional, hará que España cumpla el papel que por su situación y su Historia le corresponde.

    Les deseo muchos éxitos en su labor, les reitero mi confianza y puedo asegurarles que con la base firme de lo que partimos, fruto de esfuerzos y sacrificios de los que dieron todo por España, que siempre tendremos presente, estoy seguro que lograremos servir a España como España quiere que la sirvamos».

    Unos iluminados, que  desenterraron la memoria del enfrentamiento visceral, amenazan ahora con romper España y su convivencia

    Ahora hace cuarenta años. Vivimos en paz y armonía, hemos superado momentos muy difíciles y, sin miedo al superlativo, se puede decir que dificilísimos.

    El Rey, Don Juan Carlos, la Corona, ha sido la clave a pesar de los irreductibles que siempre se vuelven contra el mismo lado, pase lo que pase. Puntos de vista de ombligo, muy frecuente entre los políticos que se apuntan al «yo hice, yo dejé de hacer».

    Rey Juan Carlos
    Rey Juan Carlos

    Después de todo, cuando se hallaba España a punto de que el prodigio sucediese, unos iluminados, gestados por la cesión inconfesable de los que de nuevo rompieron la convivencia discutiendo frívolamente si la Nación existe o es discutible y desenterraron la memoria del enfrentamiento visceral, amenazan con romper España y su convivencia.

    ¡Después de cuarenta sufridos y fructíferos años! ¡Incalificable! Deberían se reos del rechazo de esta sociedad seria, madura y experimentada en el sufrimiento y el esfuerzo común.

    Hoy hablan de juventud en la política, la estética prevalece, esperemos que también la ética, y parece que los que ya tenemos cierta edad solo vivimos de recuerdos. Un ofensa a la experiencia y a la serenidad.

    Don Juan Carlos I, ahora Rey Emérito, fue artífice de algo tan difícil como es la convivencia entre todos

    Hoy es un buen momento, una necesidad, para la reflexión, para leer entre las arrugas de esta vieja Nación que confía en la juventud  que bebe en aguas limpias y no emponzoñadas.

    Recuerden, piensen, y repasen la historia de aquellos años, hace cuarenta, cuando todo parecía un imposible. Fue posible. Ahora también es posible que toda la labor sea rota por la acción de unos y la omisión de otros. La herida ya está abierta.

    Después de todo, cuando se hallaba España a punto de que el prodigio sucediese…

    Termino con unas sencillas y necesarias palabras dedicadas al que nunca deberíamos olvidar, Don Juan Carlos I, ahora Rey Emérito, artífice de algo tan difícil como es la convivencia entre todos. Cada día se ve más claro el mérito que tuvo y la labor de gigante que realizó.

    ¡Gracias Majestad!

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