Cruda realidad / Las grandes mentiras del sida

    El Gobierno recomienda la abstinencia frente al riesgo del VIH. A buenas horas… eso significa que durante décadas han estado engañando con el mito del sexo seguro. Hoy la verdad empieza a insinuarse, pero los responsables de este desastre, no lo duden, no van a pagarlo jamás.

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    Imagen de una campaña contra el sida
    Imagen de una campaña contra el sida

    La nuestra pasará quizá a la Historia como la Era de la Mentira; rara vez se ha mentido tanto, a tanta gente, de modo más descarado y con consecuencias más trágicas.

    Pero si un capítulo destacará especialmente por lo vil e irresponsable, un episodio que hará preguntarse a las generaciones futuras cómo nadie pagó por tanta muerte innecesaria, por tanto dolor evitable, ese será el de la crónica del sida.

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    En pocos fenómenos se ha mentido y distorsionado tanto, al servicio de una demencial obra de ingeniería social progresista.

    Nicolás de Cárdenas disecciona en estas mismas páginas el informe de ‘Vigilancia epidemiológica del VIH y SIDA en España 2016’  que cada año se publica ante la celebración el 1 de diciembre del día mundial de la lucha contra el Sida.

    Y sus resultados son los previsibles en una enfermedad aún incurable, a menudo mortal, de la que millones han muerto ya porque la ideología importaba más que la vida.

    Es difícil -y muy desagradable- hacer el recuento, desde 1981, de todas las mentiras, de toda la propaganda engañosa, de todas las campañas que parecían diseñadas más a exculpar o glorificar modos de vida que a frenar un epidemia mortal que afecta hoy a 37 millones de personas.

    ¿Se acuerdan del ‘Póntelo, Pónselo’, de la ministra Matilde Fernández? La magia de la gomita, que gracias a los buenos oficios de nuestros gobiernos se convirtió en un negocio boyante

    MATILDE FERNANDEZ
    Matilde Fernández

    ¿Se acuerdan del ‘Póntelo, Pónselo’, de Matilde Fernández, esa sectaria ministra de Sanidad? La magia de la gomita, que gracias a los buenos oficios de nuestros gobiernos se convirtió en un negocio boyante, repartiéndose los condones como si fueran gominolas.

    Se dieron casos verdaderamente patéticos, como poblaciones africanas al borde de la inanición y con las necesidades sanitarias más apremiantes que, en lugar de recibir donaciones de equipos, alimentos o antibióticos recibían de los benignos países ricos toneladas de condones.

    En la India, cuyo gobierno, aliado de las ONG internacionales, repartió millones de preservativos, un estudio descubrió que menos de una cuarta parte se usaba como se pretendía: el resto se empleaba en cosas como transportar agua, evitar que entrara polvo en la boca de los fusiles o incluso afianzar el firme de las carreteras.

    Al más idiota le basta conocer -o deducir- la ley de compensación de riesgos para entender que animar agresivamente y a todas horas a los más jóvenes -adolescentes y preadolescentes- a usar condón es empujarles a algo que necesita muy poco impulso a esas edades: a practicar sexo del modo más frecuente, variado e irresponsable.

    Y que, naturalmente, una vez convertido en práctica habitual no es difícil que lleve al contagio del sida o de otras decenas de enfermedades de transmisión sexual. Por cierto, ¿les he contado que ya ha surgido en Estados Unidos una cepa de gonorrea inmune a los antibióticos? ¿Por qué será?

    Se despreció en los términos más duros y desde los lugares más altos -la ONU, las autoridades sanitarias, los dichosos ‘expertos’- los planes que recomendaban, como principales medios para combatir la infección, la abstención y la fidelidad.

    El Papa emérito Benedicto XVI cumplió 90 años el 16 de abril de 2017 /Caballeros de Colón
    El Papa emérito Benedicto XVI cumplió 90 años el 16 de abril de 2017 /Caballeros de Colón

    Se llegó incluso a hablar de llevar al Papa Benedicto XVI a los tribunales acusado de genocidio por no bendecir el uso del condón.

    Pero los países que hicieron hincapié en estos métodos por lo demás obvios tuvieron índices de contagio más bajos que las naciones centradas en el uso (y abuso) del condón.

    Porque el condón no protege al ciento por ciento, a diferencia de la abstención y la fidelidad, como se le ocurre hasta al que asó la manteca.

    Otra gran mentira, enorme, fue la de la Gran Epidemia del Sida Heterosexual.

    Se hicieron tablas, previsiones, cálculos. Se nos advirtió que el sida daría el salto a la población heterosexual y que en ella alcanzaría las mismas proporciones que entre los homosexuales, provocando una especie de Peste Negra medieval.

    No ha sucedido. Casi cuarenta años después, hoy en España el 53,1% de los casos de sida corresponde a prácticas homosexuales, una población que se calcula en menos del 3% del total. Practicando el sexo gay sigue siendo abrumadoramente más probable contagiarse.

    No se quiso discriminar a los LGTBI … Y mejor exponer una población inocentes a la pandemia que ‘discriminar’

    Con el sida, por lo demás, se incumplieron todas las directrices y protocolos previstos por las legislaciones sanitarias de los países avanzados en caso de epidemia desde hace siglos.

    No se les obligó a identificarse, no se les aisló en cuarentena. Porque, al ser una enfermedad que afectaba especialmente a la población LGTBI, hubiera sido ‘discriminatorio’. Y mejor exponer una población inocentes a la pandemia que ‘discriminar’, ¿verdad?

    No parece que la ‘culpabilización’ que temían los homosexuales en los orígenes del sida haya ido muy lejos, ¿no les parece? Basta recordar cuál era entonces su peso en la cultura y cuál es ahora.

    Muy al contrario, los grupos LGTBI explotaron esta emergencia sanitaria y humanitaria para avanzar agresivamente su causa, y gracias a su innegable habilidad tenemos la bandera del arco iris hasta en la sopa.

    Hoy la verdad empieza a insinuarse, la historia de la enfermedad empieza a poner a cada cual en su sitio. En voz baja, manteniendo las mentiras a medio gas pero dejando que los datos hablen a quien quiera conocer. Poco a poco irá saliendo todo a la luz.

    Pero los responsables de este desastre, no lo duden, no van a pagarlo jamás.

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