Cruda Realidad / Open Arms, un servicio de taxi marítimo gratuito en apuros

    No, por supuesto, salvar vida no es un delito: pero ponerse de acuerdo con las mafias que se dedican al repugnante tráfico de seres humanos sí podría serlo.

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    El fundador de la ONG Pro Activa Open Arms, Òscar Camps (c), acompañado del cantante Joan Manuel Serrat (i), la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (2i), el ex presidente del Joventut de Badalona, Jordi Villacampa (2d) y el periodista Jordi Évole (d). /EFE
    El fundador de la ONG Pro Activa Open Arms, Òscar Camps (c), acompañado del cantante Joan Manuel Serrat (i), la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (2i), el ex presidente del Joventut de Badalona, Jordi Villacampa (2d) y el periodista Jordi Évole (d). /EFE

    Las autoridades italianas se han incautado del barco de la ONG española Proactiva Open Arms, a la que acusan de favorecimiento de la inmigración ilegal. Del ‘Welcome Refugees’ a ir a recogerles a casa ha habido un paso y, según numerosas fuentes, también hay muy poco de ponerse de acuerdo con las mafias de tráfico de seres humanos.

    Las ONG pueden -deben- hacer un papel fantástico y necesario en nuestro sociedades, uniendo voluntades de la sociedad civil para que no todo quede a merced de unas empresas que -no es una crítica- no van a llegar allí donde no obtengan un beneficio, o de las veleidades electoralistas de la política.

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    Pero constituirse en sociedad sin ánimo de lucro no es en sí mismo un cheque en blanco extendido contra la banca de la bondad humana, ni puede ser una coartada para participar en una actividad que está llevando a nuestras sociedades al borde del caos.

    «Salvar vidas no es un delito», exclaman los responsables de Open Arms y sus defensores que, casualidades de la vida, son invariablemente gente de la izquierda. Y no, por supuesto, salvar vida no es un delito: pero ponerse de acuerdo con las mafias que se dedican al repugnante tráfico de seres humanos sí podría serlo.

    No es en absoluto algo que esté probado, y bien podría ser que la ONG en cuestión nunca se hubiera coordinado con tales mafias. Y, sin embargo, está cooperando con ellas, en el sentido de que está asegurando y protegiendo tan suculento negocio.

    Como hemos insistido con cansina frecuencia en estas páginas, los incentivos funcionan. Y actuar a modo de servicio de taxi marítimo para quienes entran ilegalmente en nuestros países no hace sino estimular unos periplos cuya proliferación lleva, por fuerza, a mayores desastres en los que salen ganando los traficantes y algunos grupos políticos.

    «El problema de la prosperidad, como el de una larga paz, es que nos ciega, nos hace creer que lo que tenemos es algo que podemos descontar, como si fuese el estado de naturaleza en lugar de ser el producto de siglos de esfuerzo y sacrificios»

    La foto del cadáver de un niño en una playa turca, el pequeño Aylán Kurdi, se usó indecentemente como banderín de enganche para los millones de almas cándidas y tiernas que luego se apuntarían al movimiento del ‘Welcome Refugees’. ¿Resultado? Centenares de ahogados más, solo que esta vez, conseguido el objetivo buscado, fueron muertos anónimos y sin foto.

    Según un estudio del gigante americano de la demoscopia Pew Research, 70 millones de nigerianos planean emigrar en los próximos cinco años. Setenta millones, holgadamente más que toda la población española. Y eso solo de un país subsahariano. Hagan las cuentas y cuéntenme luego cómo vamos a hacer para albergar a semejante población, que necesita casa, alimentos, ropa, asistencia sanitaria, educación y otros servicios y de los que no puede esperarse que se ganen los garbanzos, al menos a corto y medio plazo.

    El problema de la prosperidad, como el de una larga paz, es que nos ciega, nos hace creer que lo que tenemos es algo que podemos descontar, como si fuese el estado de naturaleza en lugar de ser el producto de siglos de esfuerzo y sacrificios. Es eso lo que nos da ese complejo de salvadores de la humanidad que mira al Tercer Mundo como una enorme ocasión de lucimiento en lugar de verlo como lo que es: lo que hemos sido nosotros hace no tanto, y lo que volveremos a ser como no despertemos pronto de nuestra fantasía de omnipotencia e invulnerabilidad.

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