
Contrariando toda evidencia científica, fundados en estadísticas manejadas y en afirmaciones que son medias verdades, la Comisión de Constitución del Senado se apresta a dar un paso más hacia el establecimiento en Chile de una legislación que permite -y más adelante promoverá- el aborto.
De nada parecen haber servido los cientos de testimonios y argumentos presentados. La política y la ideología se han impuesto por sobre la razón.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEntre quienes decidirán con su voto a favor hay personas que comparten los valores y principios cristianos y varios que se declaran católicos.
A ellos me dirijo, queriendo ayudarles a iluminar su conciencia, precisamente en este delicado punto y de vital importancia para todos.
Frente a los dilemas éticos que presentan los embarazos complejos, algunos legisladores católicos fundan sus posiciones en la propia conciencia como único parámetro de sus decisiones.
«El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral»
“No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido” (Didajé, 2, 2; cf. Epistula Pseudo Barnabae, 19, 5; Epistula ad Diognetum 5, 5; Tertuliano, Apologeticum, 9, 8). “Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables” (Gaudium et spes, 51 y catecismo de la Iglesia Católica, 2271).
Una vez más es necesario reiterar lo que se ha dicho en muchas oportunidades. En el caso de las tres causales de interrupción del embarazo que actualmente contempla el proyecto de ley, estamos antes un aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio para conseguir otros bienes, (la salud de la madre, evitar la carga de un ser enfermo, salvaguardar la honra, etc.) que, por elevados y laudables que sean, no puede conseguirse poniendo fin a una vida ya en gestación.
Oremos por los parlamentarios que comparten nuestra fe católica, que creen en la Revelación de Dios al hombre por medio de la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia, sus dos fuentes, y que quieren -no lo dudamos- el mayor bien para todos. Oremos también por todos nuestros representantes en el Congreso que deben asumir decisiones tan complejas para el bien y el futuro de Chile.
* Juan Ignacio González Errázuriz es obispo de San Bernardo (Chile).