Imagen de los participantes de los 'think tanks' latinoamericanos en defensa del Bien Común frente a la agenda 'woke'
Imagen de los participantes de los 'think tanks' latinoamericanos en defensa del Bien Común frente a la agenda 'woke'

Entre el 18 y el 23 de marzo un grupo de instituciones y personas fuimos convocados por el CEU – CEFAS a los pasillos de El Escorial, en Madrid, para participar en el “I Encuentro de Think Tanks” (centros de pensamientos o ideas) de Iberoamérica. Asistí representando a la Asociación Origen de la cual soy Director Ejecutivo.

Los tres intensos días, nutridos de exposiciones, reflexión y diálogo, estuvieron marcados por la riqueza de las ideas y acciones compartidas por cada uno de los participantes. Nos dimos cita representantes de España —país anfitrión—, Argentina, Colombia, Cuba, Hungría, Honduras, Chile, Perú, México, Venezuela y Estados Unidos. Paso a narrar algunos puntos de este encuentro que considero relevantes en perspectiva de batalla cultural.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Una primera realidad que se constata es que estamos inmersos, seamos conscientes o no, en una batalla cultural donde hay valores esenciales en disputa. Esta abarca el plano de las ideas, pasando por una disputa de narrativas, y se plasma muchas veces en la arena política. Como principio y fin subyacente está en juego una visión del ser humano, una guerra antropológica, que desde las ideologías dominantes parece no tener límites éticos ni morales.

Ante esta constatación, se hace evidente la necesidad de plantear una agenda común entre quienes compartimos una visión sobre la persona y su proyección social. Dicha agenda debería estar basada en principios sólidos como son la promoción y defensa de la vida, la familia y la libertad, valores fundantes e identitarios de nuestras sociedades iberoamericanas.

Igual de necesaria es la coordinación entre las distintas instituciones y personas relevantes del ámbito de la cultura, la política y los medios de comunicación, que permita estrategias conjuntas, inteligentes, de bajo costo y con alto impacto. Es fundamental que la visión que surja de una mirada realista de la sociedad y del ser humano retome el terreno que, durante muchos años, se ha dejado en manos del progresismo.

Junto a lo anterior es imprescindible tener claridad sobre a quién nos enfrentamos. A la luz de diversas intervenciones quedó en evidencia que el principal enemigo es el progresismo. Ciertamente en cada país tiene sus particularidades y matices, pero hay tópicos claros que forman parte de una agenda regional liderada y promovida por organismos supranacionales. Entre ellos aparecen la ONU, la OEA, el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla como los más relevantes. Cada uno con sus respectivos tentáculos de ONG muy bien financiadas, que penetran en nuestros tejidos sociales, muchas veces teniendo como objetivo las mentes y formas de vida de los más vulnerables.

En esa línea fue clave puntualizar diversas iniciativas que canalizan los incansables esfuerzos por trastornar y/o atentar contra la naturaleza humana y el orden social de nuestros pueblos. Agendas marcadas por la promoción del aborto, la eutanasia, la promoción de una visión mutilada de la sexualidad, el recorte de nuestras libertades, como la expresión del que piensa distinto, el desarraigo de nuestras identidades nacionales, la implementación irreflexiva de la Agenda 2030, la expansión del narcotráfico, entre otras, son fruto de la convergencia de una serie de intereses donde la búsqueda del poder —político y económico— a cualquier precio parece ser el principal motor. Estas agendas avanzan ya sea por la instalación de ideas, el control de narrativas o por la descarada imposición a través de leyes y marcos jurídicos funcionales a sus intenciones.

El progresismo, si bien no es el modo de pensar que comparte la mayoría de los hispano hablantes, si ha logrado penetrar, por medio de ciertos personajes relevantes, en las instituciones de mayor importancia social: poderes del estado, Iglesia Católica, centros educativos, la academia, los medios de comunicación, etc. Ante esto urge poner nombre y apellido a los tentáculos que accionan en nuestros países y plantear, de manera coordinada, estrategias eficientes con acciones potentes que evidencien al enemigo y propongan modos de pensar y actuar alternativos que nos acerquen más a sociedades realmente democráticas y preocupadas por el bien común. Nuestro modo de actuar nos debe permitir, cada vez más, no solo recuperar terreno sino estar un paso adelante.

Un último sentir común que cabe resaltar tiene que ver con la necesidad del compromiso de otro actor social imprescindible: el empresariado. Es casi imposible hacer frente al progresismo y sus aliados, siendo que estos reciben importantes financiamientos de algunos sectores del empresariado, si es que no hay un compromiso económico que permita financiar a los Think Tanks, a personas y otras iniciativas que están en primera línea de combate. Queda ahí una gran tarea de seguir concientizando en la relevancia impostergable que tiene la batalla cultural para un desarrollo integral de nuestras naciones. Sin invertir en este ámbito dicho desarrollo estará siempre bajo la amenaza totalitaria de las ideologías.

Los participantes del encuentro salimos renovados en el compromiso por dar batalla. Iniciativas como esta deben darse de manera periódica. No es exagerado decir que lo que está en juego son los fundamentos de nuestra civilización y ante ello un trabajo articulado, profesional y con agenda común urgen más que nunca.

Sebastián Blanco Eguiluz

Cursó estudios de Psicología en la Universidad Católica de Buenos Aires, tiene una maestría en liderazgo, desarrollo personal e innovación. Fue docente de Ética, Filosofía y Teología en la Universidad del Salvador y director general y fundador del Centro de Arte y Estudios Latinoamericanos La Abadía en Buenos Aires. Hoy es director ejecutivo y fundador de la Asociación Origen, Vanguardia y Cambio Cultural en Lima.

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