
olamente los necios no ven lo que hasta los ciegos contemplan con toda claridad: Que, debido a su torpe manejo de la pandemia del coronavirus, la coalición social comunista que desgobierna España se encuentra en un callejón sin salida.
Y es que, si en estos momentos se celebrasen elecciones generales, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias serían estrepitosamente derrotados.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraAnte la caída inminente de la coalición social comunista, las fuerzas de izquierda han puesto en marcha un plan de emergencia.
Pedro Sánchez, el mismo que rechazó tomar las llamadas al líder del PP Pablo Casado, da un viraje de ciento ochenta grados para suplicarle que le apoye mediante un Pacto de Estado.
Un Pacto de Estado que, según el líder socialista, deberá representar un papel muy parecido al que representaron los Pactos de la Moncloa en el ya lejano 1977.
Aquellos Pactos reunificaron a todas las corrientes políticas con la finalidad de que se realizase una transición pacífica y sin derramamiento de sangre.
Antes de seguir adelante, es prudente aclarar que la Transición no fue tan pacífica como pretenden hacernos creer puesto que, debido a los atentados terroristas de la ETA perdieron la vida cerca de mil personas.
Es aquí donde entra en escena un viejo personaje que -ante los furibundos socialistas que han venido después- está considerado como un elemento razonable: El ex presidente Felipe González.
El hecho de que, aparentemente, Felipe González se oponga a José Luis Rodríguez Zapatero en el caso de Venezuela no es algo que nos ofrezca mucha confianza que digamos.
El Felipe González de nuestros días es un anciano que anda cerca de los 80 años, cuyos cabellos han encanecido totalmente y que tiene un agradable tono modosito al hablar.
Ni duda cabe que, ante un radical como Zapatero o un loco desenfrenado como Pablo Iglesias, el Felipe González de 2020 más parece un banquero burgués que un político izquierdista.
Quizás sea esa la razón por la cual el común de la gente toma muy en serio lo que dice este personaje.
Y Felipe González, apoyándose en una supuesta autoridad moral que le dan los medios de izquierda, pide que el PP, Ciudadanos (y de ser posible, Vox) integren un Pacto de Estado.
Todo con tal de salvar a un gobierno izquierdista que estaría irremisiblemente perdido si se celebrasen unas elecciones generales.
Es aquí donde resulta oportuno hablar acerca del papel que le tocó interpretar a Felipe González entre diciembre de 1982 y marzo de 1996.
Todo empezó cuando, a raíz del triunfo socialista del 28 de octubre de 1982, una de las primeras voces que se dejó escuchar fue la de Alfonso Guerra quien dijo que “a España no la va a reconocer ni la madre que la parió”.
Sin embargo, los socialistas no lo tenían fácil puesto que aún existía lo que se conocía como “franquismo sociológico” o sea la añoranza que la inmensa mayoría de los españoles sentía por aquellos tiempos en que Francisco Franco le había dado a España décadas de paz y progreso.
Tomando eso en cuenta fue que los socialistas se decidieron actuar por etapas: era preciso cambiar la mentalidad no tanto de los adultos sino mas bien de las nuevas generaciones.
Eso explica las declaraciones que, el 29 de octubre de 1984, Felipe González hizo al director de CAMBIO 16 en el sentido de que necesitaba 25 años para hacer el cambio.
El astuto Felipe González tuvo que reconocer que el margen de maniobra en materia económica era muy limitado, razón por la cual ser progresista en aquellos momentos significaba avanzar en otros terrenos como las costumbres, la educación y la familia.
El caso es que la gran mayoría de los españoles se tranquilizó al ver como los nuevos socialistas no eran ya aquellos locos de antaño que mataban curas, quemaban iglesias y despojaban de sus bienes a los propietarios.
Y mientras la gente se tranquilizaba con el somnífero que le iban administrando, el 5 de julio de 1985 se despenalizaba el aborto y poco después se promulgaban leyes educativas que deformaban las mentes de los educandos a la vez que se le daba un fuerte impulso a la pornografía.
De este modo fue como Felipe González le pavimentó el camino a Zapatero. Un camino que mucho habría de ayudar a los radicales de Podemos.
Este es el personaje que ahora pretende mostrarse como moderado siendo que ha sido el principal responsable de los atropellos socialistas que se han cometido en España durante los últimos años.
Ante tales antecedentes…¡MUCHO CUIDADO CON FELIPE GONZALES! No es un tipo de fiar.
Pretende salvar del naufragio a una embarcación podrida que hace agua por todas partes.
Ahora solamente falta que Pablo Casado se comporte a la altura de las circunstancias y que no se le vaya ocurrir apoyar a Pedro y a Pablo con un Pacto de Estado.
No nos cabe la menor duda de que Mariano Rajoy si salvaría a los social comunistas. Confiemos en que Pablo Casado sea diferente, no se deje seducir por Felipe González y que rechace la tentación.