
El País, Boletín Oficial de Sánchez, ha comenzado la campaña electoral con artillería gruesa: señalar a Vox como ultra, y situar en la moderación y la democracia a PSOE y Podemos. Jordi Amat, titulaba una columna “Vota a Vox, vota a Franco”. Y el diario dedicaba un largo argumentario a demostrar que el podemismo (y el yolandismo) no son tan extremistas como los de Abascal, al que directamente le niega su carácter de democrático.
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1. Alega El País que Vox es ultranacionalista.
Respuesta: ¿Ultranacionalista? ¿Y qué son, entonces Bildu, el PNV y los indepes catalanes? Vox defiende la unidad de España (art 1.2 de la Constitución: La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles). Común e indivisible… está claro.
2. El funcionamiento de Vox no es democrático, porque ha eliminado las elecciones primarias a candidatos a puestos públicos y también a cargos internos.
Respuesta. El PSOE no tuvo primarias hasta después de los 14 años de Felipe González en el Gobierno ¡qué casualidad! Ni ningún otro partido. Después han terminado muchas como el rosario de la aurora, incluido Podemos con denuncia por irregularidades en sus primarias. Teóricamente es un instrumento de democracia interna, pero en la práctica los partidos se comportan como oligarquías. Todos, sin excepción.
3. Vox vulnera la libertad de información, que es una de las bases de la democracia, al vetar a periodistas y medios que considera no afines.
Respuesta. Ahí le doy la razón, en parte, a El País. La Constitución reconoce el derecho a la información (art. 20), base efectivamente de la democracia, y Vox hace muy mal en vetar a periodistas.
Pero no es el único que los veta o elude responder en ruedas de prensa. Eso mismo ha hecho el PSOE o ERC (véase el caso de Rufián). Y otra forma de vulnerar el derecho a la información es mentir, como hicieron (antes) Rubalcaba (negando contactos con ETA, por ejemplo) y siguen haciendo (ahora) Zapatero (al afirmar que derrotó a ETA a cambio de nada) y Pedro Sánchez que camufla sus trolas con el eufemismo de “cambios de opinión”. Por no hablar de Tezanos, Pinocho demoscópico que manipula descaradamente las estadísticas. Y ya hemos visto lo que Yolanda Díaz quería hacer con los periodistas y su idea de crear un órgano censor y sancionador, el Centro de Medios Audiovisuales.
Todos ellos se han reído del derecho a la información que (art. 20 de nuevo) hablar de dar y recibir “información veraz”. O sea que a ultras, nadie les gana.
4. Vox quiere ilegalizar a los partidos nacionalistas/independentistas que representan al menos a la mitad de los catalanes y los vascos.
Respuesta: Lo único que Vox ha pedido, en su programa, es «la suspensión de la autonomía catalana hasta la derrota sin paliativos del golpismo y la depuración de responsabilidades civiles y penales». Lo cual aplaudirían más de la mitad de los españoles y muchos catalanes que viven bajo la bota indepe, que ha pisoteado derechos y libertades fundamentales, como señalan numerosas sentencias del Supremo.
5. Vox quiere imponer a todos los ciudadanos sus concepciones morales sobre aborto, eutanasia o matrimonio homosexual.
Respuesta: No se trata solo de convicciones morales sino también democráticas. No puede llamarse democracia un Estado que legitima la muerte de inocentes en el seno materno o divide las vidas en dignas e indignas en función de su salud o su utilidad (como las famosas leyes nazis de Nuremberg). Y matrimonio homosexual es un círculo cuadrado, un disparate jurídico y antropológico. Una cosa es que se respete a los homosexuales, cuya dignidad como personas es inatacable, e incluso que se pueda hablar de uniones civiles, y otra muy distinta que se llame matrimonio a lo que es imposible que lo sea, ni física ni metafísicamente.
Los ultras son más bien quienes se empeñan en bendecir legalmente el crimen de seres inocentes. De hecho, eso fue lo que hicieron los nazis.
6. Aliados de Vox, como Trump y Bolsonaro, se negaron a aceptar el resultado cuando perdieron las elecciones, sin que Abascal los criticara.
Respuesta: Los dirigentes de otros partidos han compadreado con dictadores (Felipe González con Castro, Zapatero con Maduro), e incluso cobrado de dictaduras (como Pablo Iglesias de Maduro) ¿Quien es el ultra?
El País sostiene, en cambio, que Podemos “está dentro de los márgenes de la Constitución”, porque desde enero de 2020 ejerce además un papel institucional, ya que forma parte de la coalición que dirige el poder Ejecutivo.
Respuesta: ¿En serio? ¿Los mismos que la acatan solo por imperativo legal y exigen, además proceso constituyente… vaya una forma de estar la Constitución?
Y respecto a que “ya ejerce un papel institucional” es un argumento maquiavélico: supone confundir el poder con un detergente, en cuanto llegas a él te blanquea automáticamente.
Acusa El País a Vox de militar contra la inmigración (¿se ha molestado en leer su programa, donde dice que “se tramitará la deportación de los inmigrantes ilegales a sus países de origen”?) Repetimos: ilegales.
Y de que “revierte derechos ya conquistados por la mujer” ¿Se refiere al aborto?, cuando todos sabemos que tal derecho es una ficción jurídica.
También le acusa de cuestionar las autonomías. Como si Vox no pudiera expresar su opinión -art. 20 de la Constitución, again-, igual que Podemos expresa la suya al cuestionar la monarquía.
El colmo es que, al poner en la balanza a Vox y Podemos, El País diga que el extremismo ultra del primero evidencia la moderación de la izquierda de Podemos y su plena integración sistémica. Ya. ¿No era Iglesias el que hacía apología de la guillotina?, ¿Cómo decía refiriéndose a una periodista? ¿La azotaría hasta que sangrara…? A eso llama El País “moderación e integración sistémica”.