Una vez más leo estupefacta como las ideologías de nuestra época se están colando dentro de la Iglesia empujadas por los mismos clérigos cuya misión debería de ser preservarla de todo aquello que la aleja de la Verdad para la que fue instituida por Cristo. Ya lo dijo el Papa Pablo VI hace más de 50 años: Por alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el Templo de Dios.

El arzobispado de la archidiócesis de Zaragoza ha celebrado la “semana Laudato sí”, una semana con talleres y actividades ecológicas. Entre los eventos se ha contado con la presencia de la religiosa teóloga Geraldina Céspedes en la jornada de ecofeminismo y espiritualidad.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Muy al contrario de lo que puedan opinar los organizadores o algunos fieles de la Iglesia católica, el ecofeminismo no puede tener cabida nunca dentro de nuestra fe.

Vayamos por partes. En primer lugar, vamos a ver qué dice la RAE sobre la definición de ecofeminismo:

Teoría sociopolítica que integra ideas del ecologismo y del feminismo y relaciona la sobreexplotación del medio natural con la dominación de la mujer por parte del hombre.

Es decir, que a la lucha de la mujer contra el hombre a la que ya nos tiene acostumbrado el feminismo marxista, se le une el catastrofismo climático que posiciona al ser humano contra la tierra.

Pretende, tal y como expresan sus defensoras, unificar la dominación de la mujer sobre la sociedad patriarcal, el empoderamiento que ya sabemos supone el ataque al varón, y el dominio de la naturaleza sobre el paradigma patriarcal del varón amo y señor.

No es la primera vez que en la Iglesia observamos intromisiones de este tipo. Muy sonado fue el evento en el Sínodo de la Amazonía con la presencia de la Pachamama, representando a la madre tierra, una cuasi diosa a la que rendir culto. Los fieles católicos indígenas se sintieron profundamente dolidos por esa idolatría que denunciaron como un ataque a la fe cristiana.

Si nos quedamos con el envoltorio, las ideas que se desprenden del ecofeminismo podrían parecer respetables, (exactamente lo mismo que ocurre con la Agenda 2030), pero sin entrar en detalles más allá de los precisos, quisiera llamar la atención sobre la ponente de dicha jornada ecofeminista, Geraldina Céspedes, a la que el Arzobispado se le ha ocurrido la brillante idea de invitar a la charla organizada. Si bien es cierto que no he tenido acceso al contenido de su ponencia, puedo presuponer en qué línea la ha realizado.

Esta religiosa es misionera dominica del rosario, nacida en República Dominicana y ha trabajado en distintas partes del mundo. Ella misma se confiesa teóloga ecofeminista

y, tal como afirma, sus ámbitos de trabajo han sido desde las perspectivas de las comunidades eclesiales de base adscritas que viven la Teología de la Liberación.

Ni que decir tiene, que la teología de la liberación (TL) tiene como base la tesis marxista de la lucha contra el opresor y está vinculada a las guerrillas marxistas de América central, así como a la destrucción de comunidades enteras de religiosos católicos. También rechaza la jerarquía eclesiástica

La Iglesia se posicionó en 1984, en contra de las doctrinas erróneas de la Teología de la Liberación Marxista, por el entonces prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Ratzinger. Fue en la instrucción Libertatis Nuntio, en la que fue desmenuzando todas aquellas ideas que se distanciaban de la Verdad Revelada de la Iglesia Católica.

La TLM ha cambiado en los últimos años de estrategia conformando sus ideas a las nuevas realidades sociales y por ello está muy involucrada con los asuntos políticos afines a la izquierda.

Hace ya algunos años se publicó un informe que elaboré a propósito del contenido de los libros de la asignatura de religión católica de primaria en el que abordo este tema.

Entre las facetas que toca y que asume, hallamos los conceptos que reiteradamente emplean de oprimido, marginado y pobre, unidos a las cuestiones del género, el racismo y el feminismo. Con relación a este punto último hallamos la Teología feminista y el ecofeminismo.

Es de destacar que para estos ideólogos el término pobre no abarca tan sólo el concepto de carente de bienes materiales o el humilde, sino que incluyen la diversidad racial: los inmigrantes, los indígenas y los refugiados. Así como los rechazados y marginados por su orientación sexual (colectivos LGTBI) o las mujeres (feminismo).

De hecho, la TLM fue la antesala para los movimientos de la diversidad de género en los países hispanoamericanos.

Le interesa el tema de la ecología haciendo una síntesis con la teología, de ahí la ecoteología. Consideran que la tierra es oprimida por la actividad destructora y avasalladora del capitalismo y el neoliberalismo.

Continuando con la exposición de las ideas de esta teóloga, podemos corroborar este pensamiento feminista contra el hombre, con su deseo explícito de pasar de la conversión ecológica a una conversión ecofeminista donde podamos cuestionar el tema el sistema patriarcal.

A su vez nos encontramos con propuestas radicalmente opuestas a la doctrina católica tal y como expresaba en una entrevista sobre la importancia de leer la Biblia con lentes feministas y la necesidad urgente para hombres y mujeres que queremos creer que otro Dios es posible, que otra forma de vivir la religión, otra Iglesia, otra forma de organización es posible.

Finalizando este recorrido, confirmamos los delirios de esta señora cuando afirma que

tanto el Espíritu Santo como el mismo Dios, han de ser denominados como femeninos, bajo los términos Espírita y Dios como madre.

No puedo despedirme, querido lector, sin antes lanzarte unas preguntas, a mi parecer bastante obvias: ¿No hay teólogas suficientes en la Iglesia católica, dignas por su ortodoxia, qué tienen que llamar a una defensora a viva voz del aborto y de los reclamos del colectivo LGTBI+?, ¿qué hace una diócesis de la Iglesia católica proponiendo a una mujer que tiene ideas tan contrarias a la verdad que profesamos y confiesa que otro Dios y otra Iglesia son posibles?

Yo tengo bien claras las respuestas, espero que tú también y que las sepamos defender a viva voz.

Alicia Beatriz Montes Ferrer, Colaboradora de Enraizados

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