Francisco Franco, en una imagen de 1960.
Francisco Franco, en una imagen de 1960.

Un club de amigos, entusiastas de Francisco Franco, ha organizado un tour por los madriles para conmemorar el 82 aniversario de la toma de la capital por las tropas nacionales. Según dice la crónica de Público, el eadem que acudió al acto alcanza las cuatro decenas. Quizá el periódico confunda la información con el antifranquismo retrospectivo, pero eran cuatro gatos. Lo que es seguro es que no se espera una riada de entusiastas madrileños como los que acudieron al Desfile de la Victoria, de 1939.

La noticia es interesante, especialmente desde el punto de vista en que se coloca el diario Público: la muerte del movimiento franquista. No está claro qué ha llevado a Guillermo Martínez a considerarla accidental. El movimiento franquista está llamado a morir, como su objeto de culto, consumido por el paso del tiempo.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.

Suscríbete ahora

Es verdad que las ideas, ya sean concepciones sobre la sociedad o estilos musicales o artísticos, no mueren jamás. Pero las más anacrónicas viven en un eterno letargo, con una relevancia social disminuida, discreta. Aunque griten, lo hacen sin voz, o en un lenguaje que ya nadie entiende y pocos estudian. 

Y así se escapa la vida del franquismo, con bajas en el frente de la vejez, ante la muerte, fría y silente, que con callado pie todo lo iguala. La muerte del franquismo es biológica, y generación a generación, unidad viva del cómputo de la historia, se hermana con episodios como el de los partidarios de Witiza. 

Si no estamos ahí es porque algunas categorías políticas que se enfrentaron en la Guerra Civil aún están vivas. Las referencias, esperanzas y expectativas característicamente franquistas han sido anegadas por una ola de modernidad que las ha dejado obsoletas. Sí queda la pretensión de no ser víctimas de una nueva revolución. O al menos la intención, razonable, de poder organizar nuestras vidas como nos dé la gana.

Y sí queda, en la otra ribera, el ansia por ahormar la sociedad a gusto del Pablo Iglesias de turno. Pero también la vieja ideología de poder tiene que competir con una sociedad rica, tecnificada, abierta y tolerante, que nos permite hacer casi de todo. Son enemigos del capitalismo porque su libertad es el grillete de quienes nos quieren organizar la vida. Y porque no necesita vendemantas para seducir a todo el mundo. 

Del mundo en llamas de la Guerra Civil quedan los rescoldos, aún humeantes, pero apagados y ennegrecidos. Hoy, la izquierda necesita revivir el fuego franquista para encenderse también ella con sus llamas. Y por eso Público le dedica un gran reportaje a una reunión de amigos. 

Comentarios

Comentarios